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07 de mayo de 2025

Antonio Beltrán, miembro del Comité Central del PCR

“Su preocupación principal era que protagonicen las masas”

En primer lugar, venimos a despedir a un querido camarada que jugó un papel fundamental en la historia de nuestro Partido. Saludamos a todos los compañeros, a los amigos, a Liliana y a toda la familia y a todos los compañeros que han venido de distintos lugares, les agradecemos su presencia.

Como acá se dijo, Jacinto era un hombre del Bajo Flores, y fue un hombre del Bajo Flores toda su vida, en el sentido de que ese Jacinto que se crió ahí, fue el hombre sencillo y humilde que todos conocimos, y que nunca perdió su esencia.

Cuando en esos años jóvenes se conectó con gente ligada al Che Guevara, Jacinto entrenaba con un grupo cuyo objetivo era ir a combatir con el Che en el norte argentino y en Bolivia. Grupo que después fue desbaratado porque fue detectado por la policía federal.

A Jacinto le gustaba el fútbol, era un gran jugador, jugaba muy bien, jugaba en Corazones Juveniles con su barra de amigos, que era un club que habían fundado los anarquistas del Bajo Flores. Y la mayoría de esa barra se afilió a la Fede, allá a mitad de la década del 60.

Cuando viene la ruptura con el PC, esa barra se suma al PCR -hubo compañeros de esa barra que ayer estuvieron en el velorio-. Inmediatamente toda esa barra fue encarcelada en Devoto, fueron los primeros presos de la Ley Anticomunista de Onganía. Eso fue en el año 1968. Y a la salida Jacinto va de secretario de Organización a una zona de la Capital Federal, donde era secretario Gody Álvarez, zona que jugó un gran papel en lo que impulsaba Otto Vargas en ese momento, que era hacer estallar el polvorín con grandes luchas de los municipales que conmovieron la ciudad de Buenos Aires.

 

Su preocupación era cómo nos unimos en política alrededor de una línea justa

Después, en el año 1972, el Comité Central lo envía a La Plata. Porque esa era otra cosa de Jacinto, que siempre lo decía “hay que ir donde te manda el Partido”. Y en La Plata, a partir del año 1972, se dio un proceso de crecimiento del Partido, de la Juventud, de arraigo en el movimiento obrero. Hacía muchos años que no triunfaba ninguna lucha obrera en La Plata. Y a principios del año ‘74, con un papel importante de nuestro Partido, triunfó la lucha de Propulsora. Cuando vino la decisión antigolpista del Comité Central del Partido, el Comité de La Plata, dirigido por Jacinto, lo tomó con todo. Miles de declaraciones, lo planteamos en las asambleas de todos lados. Y ahí vinieron los asesinatos. El asesinato de Enrique [Rusconi]. En seis meses fueron seis asesinatos y más de 50 detenciones, como se dijo acá.

Y en medio de esa lucha difícil, porque cuando hay sangre de por medio uno entiende que la lucha con el enemigo es a muerte, ese Partido jugó un papel importantísimo en el año 1975 para recuperar el cuerpo de delegados del frigorífico SWIFT de Berisso, con una alianza entre los peronistas antigolpistas y el clasismo impulsado por el PCR. Y así el Partido de La Plata giró alrededor de los obreros de la Carne. Que fue la base para la histórica huelga larga del año 1979, cuyo balance es una joya que entiendo que sería bueno que todo el Partido conozca.

A la salida de la dictadura Jacinto pasó a ser coordinador del Gran Buenos Aires. Y ahí jugó un papel muy importante, principalmente, en garantizar la unidad política de ese contingente del Partido, porque esa era la preocupación de Jacinto. Cómo nos unimos en política alrededor de una línea justa. Y para eso hay que discutir mucho. Y como se dijo acá, Jacinto nunca le tuvo miedo a la discusión, sino que por el contrario la impulsó y la promovió. Y en su idea insurreccional, siempre tuvo como idea central el tema de los centros de concentración obreros, campesinos y populares. No se puede entender la lucha de Ford, el proceso de Terrabusi, lo del Astillero sin Jacinto. Pero no lo digo formalmente, incluso a algunos de los compañeros que están acá presentes, de esas luchas, los afilió el propio Jacinto.

También impulsó el trabajo entre los campesinos pobres del Cinturón Verde. Siempre recordaba las conversaciones con Ken Piao en China, un maoísta que se hizo amigo del Partido, que decía que “sin los campesinos nunca van a hacer la revolución”. Nos contaba esas cosas y nos impulsaba, así impulsó Jacinto la fundación de Asoma en La Plata y el trabajo entre los campesinos pobres. Y cuando explotó el hambre y empezó la lucha de los desocupados en La Matanza con la olla de San Justo, Jacinto tomó aquello que había dicho Otto, la necesidad de organizar a los desocupados como parte de los tres torrentes del movimiento obrero, ocupados, desocupados y jubilados.

Y peleó porque esa experiencia que encabezaba Juan Carlos Alderete en la Matanza fuera tomada en todo el Gran Buenos Aires. Y así creció el movimiento de desocupados en todo el Gran Buenos Aires. Lo mismo junto al camarada Mariano Sánchez en relación a la organización de los jubilados y el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados de la Corriente.

Gran enseñanza del camarada Jacinto, porque nos enseñó que disputar la dirección política de las masas en un centro de concentración exige mucho trabajo gris. Y solo es posible si avanza un contingente clasista y se va construyendo una corriente comunista de masas.

 

Jacinto era ejemplo principalmente en lo que hacía

Otro aspecto de la militancia del Negro es el manejo del maoísmo, el Negro era un maoísta, y su manejo con los maoístas chinos. Fue el camarada que más veces viajó a China. Fue cinco veces, durante la revolución cultural, en el proceso de transición y cuando ya China había cambiado de color. Esa fue brava. Y fue testigo directo de la lucha de líneas entre el camino capitalista y el camino socialista. Levantó e hizo conocer en todo el Partido los logros de la revolución y cómo esa revolución estaba en lucha. Y en China defendió valientemente los principios maoístas de nuestro Partido ante las presiones y ofertas de los sectores antimaoístas.

Estos son solo algunos aspectos de su vida. Y está lo que han dicho acá los camaradas en relación al último periodo que, efectivamente, Jacinto garantizó una línea que nos permitió llegar hasta acá.

Lo último que quiero decir sobre el Negro, para los compañeros que lo conocieron menos, primero que era un camarada que cultivaba rigurosamente el estudio. No había día que Jacinto no estuviera leyendo algo. Y tenía un manejo, como decía el Tano, asombroso de la dialéctica. No de una dialéctica libresca, sino de la dialéctica como herramienta para la lucha revolucionaria diaria. Para entender en cada momento qué era lo principal y que era lo secundario, que es tan difícil. El Negro era un maestro en ese sentido. Y no solo estudiaba, sino que peleaba para que todos los obreros, campesinos, desocupados y personas sencillas que se incorporaban al Partido comprendan, estudien y se formen en el marxismo. Como nos decía “nunca delegues la teoría en otro. Si yo que apenas pude terminar la primaria pude aprender, ¿por qué no vas a aprender vos?”  Y así, Jacinto peleó por la formación de muchos cuadros de este Partido.

Su preocupación principal en cada proceso que encarábamos era que protagonicen las masas, que decidan las masas y que en el Partido protagonicen todos los afiliados y que cada discusión, cada dificultad, todo, lleguen al conjunto. Porque él, que tenía problemas auditivos, no escuchaba bien, sin embargo era el que más escuchaba a la hora de sentarse con los compañeros, peleaba siempre porque partamos de las necesidades de las masas más explotadas y al calor de las luchas trabajemos entre esas masas para que su esperanza sea la revolución. Y siempre con la idea de grandes masas, como lo decía Jacinto, a la cabeza de la lucha y teniendo en cuenta al último.

Con su pasión revolucionaria hizo mejores personas y mejores comunistas a todos los que compartieron la militancia con él, porque Jacinto era ejemplo no solo en lo que decía, era ejemplo principalmente en lo que hacía.

Era enemigo de las trenzas y el liberalismo en las relaciones del Partido. Impulsaba a fondo la democracia y el funcionamiento colectivo para ir a una unidad superior.

Y podríamos decir muchas cosas más del Negro, pero seguramente él se enojaría porque no le gustaba hablar de él. Cuando le mencionaban el tema de los imprescindibles decía “de imprescindibles está lleno el cementerio y el mundo sigue dando vueltas”.

Así era el Negro. A él le gustaba mucho un poema que decía que había que vivir con el arado atado a la estrella, donde el arado era la lucha diaria y la estrella la revolución. Nosotros somos conscientes que es una gran pérdida, que sin Jacinto tenemos un desafío grande para que esa línea que él impulsó en el Partido siga presidiendo nuestra accionar con un Partido unido.

Y es nuestro compromiso con el Negro tomar ese arado que él dejó, atarlo al destino del pueblo argentino y llevarlo triunfante hacia esa revolución a la que él le dedicó hasta el último minuto de su vida.

 

hoy N° 2058 07/05/2025