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17 de septiembre de 2014

El Frigorífico Swift, hoy controlado por el mayor procesador de carnes del mundo, JBS, está enclavado en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez, en la provincia de Santa Fe.

Superexplotación en el frigorífico JBS

El negocio de las carnes en la Argentina

Este monopolio, desde 1924 con distintos dueños, pero con iguales métodos de superexplotación de los trabajadores, viene amasando fortunas, ha realizado una millonaria oferta en el mercado internacional de carnes.

Este monopolio, desde 1924 con distintos dueños, pero con iguales métodos de superexplotación de los trabajadores, viene amasando fortunas, ha realizado una millonaria oferta en el mercado internacional de carnes.
Según podemos leer en el portal de la empresa en un comunicado del 28 de mayo de 2014: “El gigante brasileño de alimentos JBS (dueña de Swift y Cabaña Las Lilas, entre otros), considerado el mayor procesador de carnes del mundo, anunció ayer que presentó una oferta por cerca de U$S 6.400 millones para adquirir la totalidad de la Hillshire Brands, una de las empresas líderes en Estados Unidos en derivados cárnicos”.
La oferta fue hecha a través de la Pilgrim’s Pride Corporation (PPC), productora estadounidense de carne de pollo de la que JBS controla un 75%, informó la empresa brasileña en un comunicado enviado a la Bolsa de Valores de San Pablo. La JBS describe a la Hillshire Brands como una de las líderes en el mercado de Estados Unidos en alimentos preparados a base de carnes y como una empresa con ingresos anuales por cerca de u$s 4.000 millones. La empresa norteamericana, con sede en Chicago y con 9.000 empleados, es propietaria de marcas como Jimmy Dean, Ball Park, Hillshire Farms, State Fair, Sara Lee, Aidells y Gallo Salame.
“La oferta de la Pilgrim’s para adquirir la Hillshire está alineada con la estrategia global de JBS de reforzar su presencia en el segmento de productos de valor agregado, con marcas líderes en sus mercados”, afirma el comunicado según publicó Ámbito Financiero.
La JBS, con unas 300 unidades de procesamiento de carne bovina, porcina, ovina y de pollo en 22 países, es la mayor productora mundial de proteínas. La empresa brasileña, con 185.000 empleados, también comercializa cueros, productos de higiene y limpieza, colágeno y biodiesel, entre otros productos, y cuenta con cerca de 300.000 clientes en 150 países. Entre sus marcas destacan Swift, Friboi, Seara, Maturatta, Cabaña Las Lilas, Pilgrim’s Pride, Gold Kist Farms, Pierce y 1855.”
 
La situación de los trabajadores
Hasta aquí la fría e impactante nota de una operación del mercado bursátil. Ahora veamos la otra realidad, no menos impactante, la de los obreros que con su trabajo diario, generan las enormes riquezas que este gigante se lleva  afuera del país. Empecemos por decir que un obrero cobra por hora de trabajo en una jornada de 9 horas, tan solo $35 (4 dólares). Como bien dijo un trabajador, “estamos luchando contra 6.400 millones de dólares”. Mejor definición de lo que es pelear contra una empresa monopolista, imposible. 
Una jornada de trabajo comienza a las 4 de la mañana hasta las 6, donde se dan 15’ de descanso, luego hasta las 7,45 y media de descanso. En esas 4 horas se faenan 250 cabezas, transformadas en 500 medias reses. La segunda mitad se retoma desde las 8.30 hasta las 10.30 con media hora de descanso. Y luego desde las 11 hasta las 13 en que culmina la jornada. Aquí se faenan 500 reses que se convierten en 1.000 medias reses. Debemos aclarar que una jornada comprende 9 horas, pero en realidad la empresa descuenta los minutos de descanso y todo el trabajo se termina realizando en 8 horas. Todo en medio del acoso y persecución de los supervisores que solo miden el ritmo de producción, sin importarles el estado de los trabajadores. Por ejemplo, si observan que la mesa está “planchada”, es decir con poca carne, inmediatamente sacan a un operario y lo envían a tareas menores, por ejemplo a encanastar carne. Entonces la mesa se queda con un operario menos y cuando aumenta la cantidad de carne, el trabajo lo tienen que realizar igual acelerando el ritmo. En palabras de un obrero “donde eran 4 quedan 3 para hacer la tarea”.
 
La patronal monopolista exprime hasta el límite
Siempre ha ocurrido que el sistema capitalista ha calculado hasta el milímetro cómo maximizar sus ganancias. Desde que inventaron el cronómetro para calcular cuánto tiempo les rinde un obrero en una jornada, hasta nuestros días donde, por ejemplo en este frigorífico, bajo el pretexto de bajar el índice de accidentes por el manejo del cuchillo, elemento indispensable en la producción, y de enfermedades profesionales como la tendinitis y el túnel carpiano, implementan la “terapia del hielo”. ¿En qué consiste? Se les hace sumergir por 30 segundos a un obrero sus brazos hasta los hombros en una batea de agua helada a los efectos de bajar la temperatura de sus músculos. No es que les preocupen los obreros, solo tratan de tener la menor cantidad de accidentes para que no se le atrase la producción. 
Otro aspecto de cómo calcular al milímetro las ganancias, lo constituye el “afilado del cuchillo”. Se ha implementado una nueva norma que según dicen, pide el mercado europeo. El cuchillo debe ser afilado cada 2 horas. Para ello hay una persona que lo retira. Esto evita que el charqueador trabaje las 9 horas con un solo filo en un mismo cuchillo. Por lo tanto por cada vaina el trabajador tiene dos cuchillos. Para esta operación trajeron máquinas que producen un tipo de filo “hacha” que no destemple el acero. Según la empresa con el anterior afilado al destemplarse el acero, duraba más el afilado pero se desgastaban más cuchillos, con lo que ahora se ahorra más acero. En una palabra, se economiza material, pero habrá que ver dentro de dos años cómo queda la mano del operario.
 
Crisis y superexplotación
En cuanto al aspecto comercial, la empresa ha implementado un nuevo sistema de venta. El mismo consiste en vender todo “el músculo crítico” con un solo código. A modo de ejemplo, digamos que la bola de lomo antes salía con un código de exportación ¿dónde reside el cambio?, en que se dejó de vender carne cocida y termoprocesada. Todo lo que se desposta, sea novillo, vaca gorda o vaca vieja, se exporta con un solo código. Para ello hicieron una prueba dejando la carne en cámara durante 15 días. Comprobaron que ahí “madura” y se “tierniza”. Esta prueba también la realizan con vaca gorda y vieja, que en el mercado se compran a precios más bajos, con lo cual el margen de ganancias es superlativo. A su vez, también han penetrado en el mercado interno con un novillo de ternera, que es un animal con menos maduración. Toda la carne sale como si se trabajara en Brasil, es decir con una etiqueta de venta totalmente producida en donde se encuentra la casa matriz. Sintetizando, se compran las vacas aquí en pesos y se vende por el mercado brasilero en dólares o euros. Resultado, una superganancia.
En este momento la empresa sacrifica 1.400 animales por día, pero están en pleno proceso de remodelación para llegar a 2.000. Todo ello en combinación con otro frigorífico de la zona, Mattievich, quien en este momento faena solamente para JBS. Es decir, de a poco va absorbiendo otros establecimientos tratando de quedarse con el mercado. Es muy importante seguir el mercado “consumero”, es decir, ante la caída de las exportaciones, disputan quedarse con el mercado local.
Quiere decir, entonces, que en el momento de mayor crisis de la industria frigorífica en su conjunto, con 140 empresas cerradas, entre las cuales se encuentran el Frigorífico San José de Entre Ríos, Cepa de Venado Tuerto, de Santa Fe, que eran propiedad de JBS, apelaron a la concentración en la planta de Villa Gobernador Gálvez. Esto dio como resultado el despido de miles de trabajadores y la superexplotación de los que “conservan” el trabajo, con lo cual mantienen su margen de ganancias.
Desde ya que esta situación genera muchísimo malestar y odio entre los obreros, que no pueden exteriorizar en su plenitud toda esa bronca por el silencio cómplice del sindicato. A lo sumo de vez en cuando, el secretario general, Fantini, que lo es también de la Federación, hace alguna declaración lamentándose de la situación, pero jamás llamando a una medida de lucha. La excusa es que no se puede “arriesgar” la fuente de trabajo. Esta posición lo llevó a firmar un convenio a la baja en las paritarias. El mismo consistió en un “aumento” discriminado de la siguiente manera: en abril cuando se firmó, el 14%. En julio hasta el 30 de noviembre un 8% y desde allí hasta el 31 de marzo del 2015 otro 8%. Pero además, modificó el presentismo atándolo al 8%. De tal forma que si un trabajador no concurre por diversas razones a cumplir tareas, léase enfermedad o accidente laboral, etc., le disminuye ese porcentaje. Todo ello en medio de una feroz inflación que devora sueldos y precios en forma alarmante.
 
Donde hay opresión va a haber rebelión
Para cerrar, por ahora, lo hacemos con las palabras de Mao Tsetung, “donde hay opresión, va a haber rebelión”. El gran tema es cómo se va a canalizar la misma. La historia de este frigorífico está plagada de luchas “salvajes” que terminaron en masivos despidos, siempre con la complicidad del sindicato. Por eso los trabajadores, sabiamente, tratan de no “picar” y son precavidos en sus justas demandas. Lo que no quiere decir que la bronca no exista. Por ejemplo, en este último paro, si se hubiera convocado, acompañado de la continuidad de un plan de lucha, a lo mejor hubieran parado. Pero, no sólo que el sindicato no adhirió, sino que como dijimos más arriba, tampoco hace nada por defender la lucha cotidiana, lo que dio como resultado la concurrencia al lugar de trabajo rumiando la bronca.