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15 de mayo de 2014

Una trabajora relata cómo empezó el actual proceso de lucha en la fábrica ARCOR, y los trabajadores fueron tomando conciencia de sus necesidades.

Superexplotación y salarios bajos

Tras su compra, en 1997, empieza en ARCOR – una ex pyme cordobesa- un proceso de retiros voluntarios, se reduce personal, se comienza a automatizar líneas e incorporar tecnología, más superexplotación y salarios bajos. En medio de ese proceso, en el 2007 se produce una toma de fábrica, principalmente por el salario. También había contratados “eternos”, de diez años, producto de la flexibilización laboral. En ese momento había temporada de pan dulce, que va desde mitad de año a diciembre.  Vale decir que había contratados por eso, y contratados en las otras líneas, que trabajaban todo el año y una semana antes de las vacaciones quedaban sin trabajo, y la empresa renovaba con otros, era un ida y vuelta. Entonces se tomó la fábrica, básicamente luchando por salarios. A todo esto era fin de año, no era paritarias, y se producen 172 despidos. Estuvimos muy unidos. Nunca habíamos tenido una experiencia de lucha así, había mucha juventud, pibes nuevos que entraban y querían quedar efectivos. En los baños había letrinas, era muy básico. Y entonces se va a la lucha, era casi fin de año,  172 despidos, y fue: “si tocan a uno, tocan a todos”. Lo teníamos tan claro eso, tan fuerte,  que, tras un día de toma, volvieron los 172, hubo 101  efectivizaciones, y los pibes que trabajaban en la temporada alta lograron contratos efectivos de temporada. Fue en en octubre-noviembre. Se consiguió eso, no lo del salario, pero avanzamos en las efectivizaciones, y en mejoras en las condiciones de trabajo, como eso de las letrinas. Después de la toma de fábrica, se hizo un pedido, un monto extraordinario, antes de las paritarias, Nos dieron $1.200. Era mucha plata, nosotros ganábamos $1.200 en total. En Terra-busi, donde se había estado discutiendo, les habían dado $300.
Después de la toma de Terrabusi del 2009, en el 2010 empezamos una lucha, la más larga que tuvimos ,por salarios. Teníamos un cuerpo de delegados de pibes nuevos, y mucho descontento por el salario, en una empresa como Arcor que -lejos de verse afectada por la crisis- al revés, se sostuvo y creció, y generó más  producción, con los mismos trabajadores. Entonces, fuimos a una lucha grande, 28 días de paro, unidad de las cuatro fábricas de Córdoba. Todos el mundo era delegado, todos eran delegados, todos discutían en asamblea. Veníamos de la práctica en el 2007, aunque ese año habíamos acatado la conciliación obli-gatoria. Ahora no. Había tanta bronca que no acatamos la conciliación obligatoria, decidido en asamblea. Nadie dijo que fuera ilegal. Era una locura, mucha euforia y mucha bronca. A todo esto, el sindicato apoya esta lucha, y dice: “vamos a luchar por el valor de la canasta familiar”, algo inédito. Eso ayudó a que la gente se metiera con todo en la lucha, pero el sindicato también pensó que iba a poder controlar, y la gente desbordó a la dirección. A su vez, el sindicato hacía un doble juego, porque estaba alineado con el gobierno nacional, y Arcor venía más alineada con el PJ provincial. De manera que la lucha desbordó, y rompimos el techo salarial. Sacamos el 35%, sobre el 19% que había planteado el gobierno. Pero hubo 6 despedidos, que no pudimos reincorporar. Porque la gente hacía 28 días que estaba parando, se le había hecho un “kilombo” en la casa, no tenían plata para la comida, el colectivo de los pibes… para nada. Y descuento.  Era mucha plata para nosotros. Es más, demoramos muchos meses para recuperarla después. 
Así fue ese proceso. Habíamos desbordado al sindicato, pensás que vas a recuperar la interna, el gremio, ya nos veíamos haciendo el Cordobazo. Y, claro, fue difícil, porque el sindicato también se quedó con una parte del balance de la lucha,  la gente había quedado muy golpeada por los despidos. Y encima estuviste un mes sin cobrar, y ese balance, más el del gobierno, la empresa, y todo lo que juega en esas situaciones, hacía que la gente dijera. “huy, perdimos un montón de plata, nos despiden un compañero.” O sea que no se pudo hacer un muy buen balance. Una parte del activo la tenía clara, pero en gran parte de la gente costó. Por eso todavía no hemos podido recuperar la interna. Pero venimos haciendo un buen proceso de agrupación. Después, la agrupación va y viene, depende del momento. Esto sería la parte del proceso de lucha nuestro en la fábricae el 2007-2010.
Después está el tema de la producción en Arcor, que es una de las cosas que venimos discutiendo a partir del tema de la crisis. Es una empresa multinacional que no le afectó nada, que le vende a China  -siempre contamos que su accionista mayoritario dice que su sueño sería venderle  un Bon o Bon a cada chino… ¡1.300 millones de Bon o Bon!-  Ha puesto una sucursal en China,  y la producción no ha dejado de crecer, aunque los puestos se han achicado. No ha habido directamente despidos, pero sí se profundizó la superexplotación con la implementación de la tecnología . Por ejemplo, en Colonia Caroya  ahora hay una máquina, que se llama precisamente Supernova. En esa línea de producción se producían 2.800-3.000 kilos en 8 horas. La Supernova va a producir 3.000 kilos en 1 hora, con dos puestos de trabajo menos. Esa es claramente la superexplotación. Es infernal. Después está cómo reprocesan todo, de un chocolate a otro, y lo venden igual. En Lía se hace hoy la misma cantidad de producción respecto al 2006, un poco más,  con 200 trabajadores menos. La empresa se llevó la línea de producción de pan dulce a otro lugar, y nos culpa que por los 28 días de paro no la puede sostener en la fábrica. Eso encide en la dificultad del balance para la gente, porque la empresa te mete con todo que porque luchás te saca puestos de trabajo. En realidad,  ellos tercerizaron esa producción porque tenían más producción para hacer y no les daba el lugar en la fábrica, entonces la llevaron a otro lugar, y encima con contratos de panadero. O sea, hacen más producción y les sale más barata la mano de obra. Y a nosotros nos queda la culpa de que porque luchamos tenemos 60 puestos de trabajo menos. Es desde muchos lados que te trabajan para hacerte creer que el que lucha pierde.
Hay muchas cosas más que hace la empresa para golpearte, o para aumentar la producción. Hasta han llegado a quemar la fábrica, y aprovechado eso para cambiar la línea. Cosas que no se justifican porque es impresionante la cantidad de plata que hacen. Por ejemplo, en una sola línea, la línea 2, en un solo día, por turno de 8 horas, hacen $280.000 para la empresa y en tu salario gastaron $2.000. Nosotros decimos:  con el 1% del ingreso bruto de la fábrica nos pagan nuestro salario (sacando la cuenta de una sólo línea de producción).
Después está todo el tema de la inseguridad en las fábricas, y los problemas que hay respecto a las enfermedades laborales por los altos ritmos de producción que tenemos. Va y viene la tendinitis, y entonces a veces le pedís rotar el puesto a un compañero que te hace la onda por un momento. Después están los accidentes. Hay compañeros que casi han perdido un dedo cortado por la maquina, porque le faltaba la protección. Al otro día estaba la protección puesta, y la explicación de la empresa fue: “error humano, la protección estaba y metió el dedo por abajo”. O sea, se cortó el dedo por elección. Este es el tipo de argumentación porque el tema de los accidentes y enfermedades laborarles a ellos los afecta respecto a la certificación de normas de seguridad para competir a nivel mundial en el mercado. Para ellos no es lo mismo que la protección esté y que vos levantes y te cortes el dedo a que la protección no esté y sea su responsabilidad. Después hay una maraña de papelitos que te hacen firmar acerca del funcionamiento y cuidado de las máquinas, en tanto en la realidad tenés al supervisor que pasa por detrás que te dice: “vamos chiquita, no me parés la maquina”. O sea, en los papeles todos estamos capacitados, te dan cursos de lo que busqués, son “derechitos”, tienen todo el circo armado. Por eso después te hacen las encuestas y dicen que es un lugar saludable para trabajar, y en el comedor están los carteles: “Esta es una fábrica saludable”. Mientras tanto tenemos un montón de compañero con un dedo menos, con tendinitis, no te mandan al ART, estás a la deriva. 
O sea que hay que ir a la lucha por la actualización de los convenios. En la Alimentación la última vez que lo actualizamos fue en 1994, cuando metimos lo de la polifuncionalidad de los puestos de trabajo, la “flexibilización laboral” impuesta por Menem y Daer.  Desde esa época, hace dieciséis años,  nuestro convenio está vencido, o sea que hay herramientas legales – desde 1997- para justificar que hay que sentarse a discutirlo de nuevo. El sindicato te dice que tiene un proyecto muy bueno, pero nunca lo vimos, nunca participamos, ni sabemos qué dice. Esa es otra de las luchas. La empresa y el sindicato siempre te quieren separar la lucha por el convenio y la lucha por el salario. Porque si discutís el convenio y el salario juntos se desmenuza lo más asqueroso y desagradable que tiene el capitalismo, se desnuda ante los trabajadores esa realidad. Entonces siempre te la viven separando, y la lucha es esa, de poder discutir la política y lo económico y de poder unirlas, y eso es difícil porque te meten mucho: “no, discutí lo sindical” Eso es lo que hay que avanzar en el movimiento obrero, que cuesta muchísimo. Además, subestiman muchísimo al obrero, al que consideran incapaz de discutir de política, eso lo hacen los dirigentes: “El monto a pedir en paritarias lo discutimos en el plenario, después vos te enterás”. Es difícil esa discusión. Para eso hay que recuperar las comisiones internas. Es un trabajo de hormiga: agrupación, comisión interna…para contrarrestar el trabajo de la empresa, el sindicato y todos los dispuestos a servir al gobierno que aparezca, para garantizarle a los empresarios que te sigan explotando y que la economía vaya para el lado que a ellos les conviene. Arcor es una empresa a la cual la devaluación le ha venido bárbaro, A tal punto que hasta nos hicieron reuniones, hace unos meses,  donde el gerente de planta te decía: “En estos momentos no vamos a exportar, porque hasta que no haya devaluación no nos conviene tanto”.  Imagínense, lo que están diciendo ahora, que el gobierno devaluó: “Listo, vamos…”.