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10 de mayo de 2016

El domingo 8 de mayo, organizado por la revista Política y Teoría, se llevó a cabo el panel En el Bicentenario. Tareas pendientes para nuestra definitiva independencia. Como disertantes participaron Carlos del Frade, diputado provincial por el Frente Social y Popular de Santa Fe, y Rosa Nassif, dirigente del PCR y miembro del Consejo de Redacción de Política y Teoría. Coordinó Jorge Carrizo, de la redacción de Política y Teoría, y estuvieron presentes el director de la revista, Carlos Echague, y el secretario general del PCR Otto Vargas. Hubo un reconocimiento a la Librería Raíces- Catari que auspicia entre sus actividades en la Feria la presentación de P y T todos los años.

Tareas pendientes en el Bicentenario

Charla en la Feria Internacional del Libro

Con la sala a pleno, Jorge Carrizo presentó a los panelistas, leyó el sumario del próximo número del P y T. Y anunció que estaba circulando la declaración de intelectuales, artistas y políticos “Bicentenario de la Independencia”, e invitó a los presentes a que se sumaran.

(Exposición completa de los panelistas)

Con la sala a pleno, Jorge Carrizo presentó a los panelistas, leyó el sumario del próximo número del P y T. Y anunció que estaba circulando la declaración de intelectuales, artistas y políticos “Bicentenario de la Independencia”, e invitó a los presentes a que se sumaran.

(Exposición completa de los panelistas)

Rosa Nassif

Estos 200 años de nuestra independencia nos encuentra en un momento muy difícil, tanto desde el punto de vista nacional como desde el punto de vista del pueblo.

¿Difícil por qué? Porque durante 12 años  enfrentamos y luchamos contra la política kirchnerista, que expresaba a un nuevo sector de burguesía intermediaria que pugnó y logró la hegemonía del bloque de las clases dominantes y que se escudó en un relato “nacional y popular” para atarnos a una nueva dependencia con el imperialismo chino en ascenso. La lucha por desenmascararlos y la propia creciente contradicción entre el discurso y los hechos llevó al hartazgo de una mayoría que los castigó y los derrotó electoralmente.

Pero en ese proceso de luchas sociales y políticas no logramos que tuviera fuerza suficiente una propuesta verdaderamente nacional y popular, nuestro proyecto, para reemplazar ese gobierno por otro que expresara los intereses populares y nacionales. Pudimos avanzar, y prueba de eso es que tenemos a Carlos Del Frade y a Mercedes Meier como diputados de Santa Fe.

Pero desde el punto de vista electoral se impuso un nuevo recambio de las clases dominantes: el gobierno de Macri, que profundizó y agravó todos los males que nos dejó el gobierno anterior.  Profundizó la dependencia de nuestro país, y se propone una política que “recoloque a la Argentina en el mundo”, lo que significa mayor endeudamiento externo y apertura indiscriminada al capital financiero. Para ello se propone un cambio de rumbo para el que logró el apoyo de EEUU y recostarse principalmente en Europa, sin romper la alianza estratégica con China y Rusia. Todo esto significa, como ya lo estamos padeciendo, mayor dependencia y sufrimiento para el pueblo, con ajuste, inflación, tarifazos, desocupación y suspensiones  y el crecimiento de la pobreza y el hambre.

No debería sorprender entonces que este gobierno de empresarios y gerentes de los grandes monopolios y bancos extranjeros no parezca enterado de que se cumplen 200 años de una de las fechas más significativas para una Nación. El Bicentenario no existe aún en su agenda como no existe en su política ningún compromiso con lo nacional.  Esto es un gran analizador del carácter del gobierno de Macri, lo que en otra época llamábamos “cipayismo”.

Esto acrecienta la responsabilidad de quienes nos preocupa la historia por lo que atañe al presente,  conscientes de que seguimos siendo un país dependiente del imperialismo, con una parte de su territorio que sufre la ocupación colonial, Malvinas. Digamos de paso que Macri puso como de compromiso un ramito de ofrenda el 2 de abril en el monumento a los héroes de Malvinas, mientras vacacionó unos días antes con su familia en la estancia de Lewis, uno de los grandes terratenientes y dueño de monopolios imperialistas ingleses y vinculado a los yanquis, que se apropió del lago Escondido en el Sur y ha construido una pista de aterrizaje en Río Negro, de donde pueden partir y llegar los aviones ingleses.

Por eso en este Bicentenario es tan importante que los que como parte del pueblo nos sentimos argentinos nos propongamos conmemorar, recordar con otros, ese acontecimiento trascendental para nuestra Nación que fue la declaración de la independencia. Teniendo en cuenta además que cuando vamos a la historia lo hacemos para aprender de ella, de los aciertos y errores, para sacar conclusiones para este presente.

En 1816, a pocos años de la Revolución de Mayo, se había producido un cambio drástico en la situación internacional porque en Europa se habían restaurado las monarquías, “las testas coronadas” uniéndose en la Triple Alianza derrotado Napoleón y recuperado el trono de España Fernando VII. A la vez habían sido derrotados los patriotas en Méjico y en Caracas.  En esas condiciones, los Congresales reunidos en Tucumán, superando resistencias y vacilaciones de los que ya buscaban un nuevo amo y respondiendo al reclamo de  San Martín y Belgrano declararon la independencia de España. Y pocos días después agregaron en sesión secreta la decisión de ser independientes de cualquier otro país de la tierra. Con el mismo espíritu de la izquierda de Mayo, de Moreno, Castelli, Monteagudo, Artigas: ni amo viejo, ni amo nuevo, ningún amo.

Esta decisión, defendida durante más de 15 años en heroicas batallas, logró finalmente derrotar al colonialismo español, pero no pudo concretarse en una verdadera soberanía nacional.

No pudo ser realidad hasta hoy porque del Estado de esta Nación se afianzaban y se adueñaron el sector de la aristocracia criolla de grandes terratenientes y sus socios, los grandes comerciantes del Puerto de Buenos Aires. Ellos impusieron la matriz agroexportadora y dependiente. Su objetivo era terminar con el monopolio español para negociar libremente con las grandes metrópolis capitalistas como Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, más tarde con EEUU, y en tiempos  más recientes con Rusia y China, transformadas hoy en imperialistas. Y aumentar sus latifundios con grandes genocidios con los que disciplinaron a las provincias, ensangrentando al pueblo hermano de Paraguay y trataron de hacer desaparecer a los pueblos originarios, adueñándose de sus tierras en la Patagonia y el Chaco, en la llamada “Conquista del desierto”.

 A partir de 1880 el bloque dominante que unificó el país mantuvo y profundizó la dependencia a distintos imperialismos asociándose y subordinándose a los mismos. Estos a su vez adquirieron un peso creciente en la estructura económica interna y determinaron significativamente la política y nuestra cultura.

El desarrollo capitalista se hizo profundizando la dependencia y consolidando este Estado oligárquico imperialista de los terratenientes y la burguesía intermediaria que tiene en su naturaleza el lacayismo frente a las grandes potencias porque solo concibe el desarrollo vinculado, asociado y subordinado a uno u otro imperialismo.

Por lo tanto pensar y luchar por una verdadera y profunda independencia significa pensar en cómo podemos ser capaces de derrotar a estas clases dominantes y poder transformar a este Estado que está al servicio de esos intereses en un Estado al servicio del pueblo y de la Nación argentina.

Podríamos seguir, pero lo dejamos para el debate esto de que el gobierno de Macri ha agravado y profundizado los problemas dejados por el Kirchnerismo. Quiero terminar señalando que el 29 de abril en la Argentina volvió a aparecer en la escena política nacional el movimiento obrero organizado. Porque  la posibilidad de una segunda y definitiva independencia tiene hoy nuevos protagonistas y una nueva circunstancia histórica. Ese protagonista es la clase obrera argentina, que a la vez es capaz de convocar al conjunto del pueblo como lo demostró el 29. Porque ahí se pudieron unir cosas difíciles de unir pero que pueden golpear juntos, en función de pararle la mano a la política de Macri. Se dio nuevamente, como lo han recogido periodistas extranjeros, esa tradición argentina de que el pueblo y su clase obrera,  acostumbra a hacer política en la calle. Y tenemos a la vez representantes del pueblo como Meme y Carlos que se están planteando que la lucha de la calle tiene que reflejarse en las legislaturas  y en el Congreso de la Nación.

El camino es profundizar esa lucha y avanzar en la construcción con amplitud de una gran unidad popular y patriótica que derrote la política de este gobierno. Nosotros tenemos por delante el desafío de si esta vez va a ser la nuestra, si podemos llegar más lejos que en esa extraordinaria pueblada nacional del 2001, en el que bajamos a un gobierno reaccionario y corrupto pero no pudimos imponer un gobierno que expresara a los que habíamos luchado años contra la nefasta política del menemismo. Nuestro objetivo hoy es proponernos llegar a coronar, rompiendo el chantaje de aguantar a Macri o la vuelta de Cristina… o algun otro recambio que nunca le falta a los de arriba. Coronar con un gobierno verdaderamente nacional y popular que termine con este Estado oligárquico imperialista.

Lo que tenemos planteado es cómo podemos construir, profundizando en el camino que ha marcado la clase obrera el 29,  camino de lucha que ha recorrido nuestro pueblo desde que enfrentó y resistió la conquista española. Han sido siglos de heroicas luchas para defender lo más preciado que se tiene que es el propio territorio y aquello que sostuvieron  los patriotas de Mayo, que quedaron grabadas en las estrofas de nuestro Himno Nacional, amputado por el gobierno oligárquico de Roca, cuando plantea que “se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación”. Esa nueva y gloriosa Nación tenemos que ponerla en pie nosotros, enfrentando a los enemigos de afuera y de adentro. Y así también será posible aquel anhelo de igualdad, de “ved  en trono a la noble igualdad”, que hoy en concreto es lograr una sociedad donde no haya más explotadores ni explotados y donde podamos entre todos construir ese futuro que soñaron nuestros patriotas.

 

Carlos del Frade

En esto de pensar lo de los 200 años, siempre les digo a la pibada de la primaria y secundaria qué sentido tiene la historia si no nos damos cuenta que esa historia tiene que ver con el presente. Lo primero que tenemos que hacer es hablarles a los que no están convencidos, no sirve hablarle al espejo, hay que ir en busca del pueblo, a los que piensan distinto, no a los que piensan igual”.

Mencionó Del Frade que el FSP ha logrado dos bancas en la provincia de Santa Fe porque “hemos tenido la posibilidad de decir con firmeza y humildad una idea, queremos ser una izquierda amplia, escuchar para contar lo que le pasa al pueblo, no contar lo que nos parece a nosotros.

“La historia siempre nos ofrece la gran posibilidad de enamorar a nuestro pueblo de aquello que alguna vez se enamoró. ¿Qué es la bandera argentina? ¿Solamente la metáfora melancólica de la camiseta de la selección de fútbol que cada cuatro años nos junta para ver si ganamos un mundial? O es algo más? Y en relación a esto la excusa del 9 de Julio nos parece extraordinaria, porque el 9 de Julio tiene un montón de pliegues. El Congreso de Tucumán de  aquel 1816 empezó un 24 de marzo de 1816 en Buenos Aires, ciudad hegemónica, ciudad de país unitario, como sigue siendo hoy, que mira con tanto desprecio a los pueblos de las provincias que nos llaman el interior; por lo que Buenos Aires siempre se define como el exterior por sus relaciones carnales siempre con el exterior y nosotros seguimos siendo el interior. Y hoy se sigue manteniendo, es una estructura vigente en la Argentina contemporánea. El 24 de marzo de 1816 empezó el Congreso en Buenos Aires porque tenían que dejar de lado lo que se había producido, como bien decía Rosa, un año antes, el 29 de junio de 1815, el Congreso de los Pueblos Libres en Arroyo de la China, lo que hoy conocemos como Concepción del Uruguay. Ese era un congreso de los pueblos libres, de aquellos que habían sangrado, con la idea de una tierra de iguales, el artiguismo, el Estatuto Provisorio de Tierras, darle la tierra en partes iguales a aquel que la necesita. Lo mismo que había dicho aquel desesperado revolucionario Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, que en la primera gran Constitución social argentina, que fue aquel Estatuto de los Treinta Pueblos misioneros, en diciembre de 1810, ya había dicho que había que repartir la tierra y las herramientas en partes iguales para que el pueblo pueda ser feliz, porque el objetivo de la política y la revolución es la felicidad del pueblo. Miren qué profundo, para que lo entienda el pueblo. El objetivo de la política y la revolución: la felicidad, que cada una de las familias pueda ser feliz. Y para eso había que pelear por cada pedacito de tierra, porque cada pedacito de tierra que se dominara, podía poner en ese pedacito de tierra lo que deseaba, lo que necesitaba para ser feliz. Historia maravillosa que no fue contada. Si hoy yo les pregunto a ustedes, a nuestros docentes, si dan el Estatuto de los 30 pueblos misioneros de diciembre de 1810, nadie lo conoce. También  el Estatuto Provisorio de Tierras de Artigas es prácticamente desconocido. Por eso Buenos Aires decide el 24 de marzo de 1816 empezar con este Congreso que después se va llevando a distintas provincias pero, claro, había distintas provincias argentinas que ya habían declarado la independencia: Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones; en Tucumán el artiguismo no estaba presente.

Y cuando empieza el Congreso a desarrollarse en Tucumán, el 9 de Julio de 1816, veníamos del año 1815, donde Carlos María de Alvear -ese que había venido en la fragata Canning con San Martín, en 1812, y que era director de las Provincias Unidas del Río de la Plata- le había ofrecido a tres potencias europeas la sangre derramada. Primero se la quería devolver a los españoles; los españoles le dijeron “estamos en medio de una guerra Alvear,  no podemos”. Después se la ofreció a Portugal, con la princesa Carlota que estaba en aquel momento en lo que después fue Brasil. Y luego Alvear  le quería dar a los ingleses.

 Esa es la maravillosa historia de la Argentina. El optimismo real y concreto y racional, este país en donde hoy estamos 40 millones de argentinas y argentinos intentando construir la realidad de acuerdo a nuestros sueños y no de acuerdo a las pesadillas que una minoría nos impone. 40 millones de argentinas y argentinos somos el resultado de 165 tipos, nada más y nada menos, que votaron, crearon un país el 25 de Mayo de 1810. Qué pedazo de locura llevar a un país desconocido, sin celular, como siempre digo, sin mensajito de texto, sin Internet, sin teléfono; el sueño de pelear por hacer un país. Mirar a los ojos a la gente y decir “tenés que pelear por un país que vamos a hacer juntos”. Pueblo, nación, independencia, revolución; palabras. Somos las palabras que nos recorren por dentro, somos el río de las palabras en las que creemos y nos hacen ser lo que somos. Contagiar el amor, el sueño que está implícito en cada palabra… Hoy, 200 años después de la Independencia, seguimos enamorados de esas palabras, porque algo nos dicen esas palabras.

Lo cierto es que el artiguismo es el que más llegó a nuestro pueblo. Por eso el artiguismo fue traicionado por porteños, por brasileños, por ingleses, por terratenientes que habían peleado junto a Artigas, como Estanislao López en Santa Fe, o Francisco Ramírez en Entre Ríos. Lo traicionaron, porque Artigas creía en serio, quería ver en el trono de la vida cotidiana la noble igualdad. Miren qué lindo el texto, ese pibe de 25 años que era López y Planes, que escribe “en el trono de la vida cotidiana tiene que estar la noble igualdad, ningún rey”.

El Congreso que empieza en Buenos Aires, se sigue en Tucumán. Y el 9 de julio de 1816: se declara la independencia solamente de Fernando VII y sus descendientes. Es decir, podíamos ser independientes de España, pero dependientes de todos los demás. Diez días después, el 19 de julio de 1816, en esa misma Casa de Tucumán, con la presidencia de un sanjuanino, Francisco Narciso Laprida, se firma también la idea de ser libres de Fernando VII, de sus metrópolis y de cualquier otra nación de la tierra. Ahí está el sentido profundo del 9 de Julio. No en el 9 de Julio, en el 19 de Julio. Y dice el Acta de Declaración: “Nosotros los representantes de los pueblos de Sudamérica”, maravillosa declaración. Origen y destino conjunto, somos en tanto y en cuanto somos con los otros pueblos de América Latina. Algo que iba a expresar el primer ejército latinoamericano en operaciones, el Ejército de Los Andes, el ejército sanmartiniano. Ejército guerrillero parido por distintas identidades, porque ahí estaban los pueblos originarios, ahí estaba el gauchaje, ahí estaban los negros. Era un ejército latinoamericano en armas con banderas propias, porque no es como dice la canción que se canta en las escuelas “la cima de Los Andes  escaló”. El ejército popular latinoamericano en operaciones de San Martín tenía una bandera propia, la que le hicieron las mujeres que acompañaban a San Martín.

Ese Congreso que tenía esas luces, tenía sombras muy profundas, y la sombra más profunda se instala el 1 de agosto de 1816, acta secreta del Congreso de Tucumán. Empieza el acta del 1 de agosto de 1816: “Principio del orden, fin de la revolución”. Tremendo. Las clases dominantes  dicen algo claro y clave: principio del orden, fin de la revolución. ¿Por qué? Porque la revolución que pregonaban Moreno, Castelli, Monteagudo, Artigas, Belgrano, San Martín, iban por la distribución de la tierra, por la ciudadanía de los gauchos. Güemes, junto a Belgrano, crea el Fuero Gaucho, tratar a cada gaucho como ciudadano, cada peón tenía que ser tratado como ciudadano y tenía derechos.

Luego iba a llegar la gran mala palabra del siglo XIX en la Argentina, Bernardino Rivadavia. ¿Qué va a decir en la Constitución de 1819?,  que solamente serán tratados como ciudadanos aquellos que sean propietarios. Recuerden “Principio del orden, fin de la revolución”, ¿Principio del orden, qué era? Eso, que los ciudadanos eran los propietarios. Relaciones carnales con el imperio, con Gran Bretaña, Rivadavia presidente de la River Plate Mining Company, en 1822 empieza a recibir 500 mil libras esterlinas por año y en febrero de 1826, la historia clásica contada en Buenos Aires, ¿qué nos dicen? Rivadavia el primer presidente de los argentinos. Desde 1822 cobraba de los ingleses. ¿Para quién trabajaba Rivadavia? Para los ingleses. Así en 1826 manda con bandera inglesa y argentina, a Gregorio Aráoz de Lamadrid, alguien que había luchado con Belgrano; lo manda con un ejército para invadir La Rioja porque ahí estaba el cerro de Famatina, y en el cerro de Famatina estaba el oro y el cobre que eran necesarios para acuñar moneda y era necesario por sobre todas las cosas para dárselo a los ingleses. Pero el pueblo se levanta, como se levantó en los últimos años el pueblo de Famatina, se levanta para defender ese cerro de donde viene el agua, de donde viene el alimento para sus animales y para sus hijos, porque es parte de su paisaje, porque no pueden creer que el cerro forme parte de una multinacional. Lo dicen hoy los chicos y las chicas de Famatina. En aquel momento también se levantaron en montón y como se levantaron en montón, fueron la Montonera. Y esa montonera que se levantó para defender el Famatina tuvo un líder que se llamaba Juan Facundo Quiroga, y en la Batalla de El Tala de 1826, destruye esa bandera inglesa, la quema y se queda con la argentina.

 Comenzaba una matriz que traicionaba los sueños colectivos inconclusos, el proyecto de Moreno, de Castelli, de Monteagudo, el de Artigas, el de Belgrano, el de Güemes, el de mujeres como Juana Azurduy que fue capaz de parir en medio de una batalla a uno de sus siete hijos. Ese sueño inconcluso empezaba a disolverse en las mesas chicas de negociaciones de las relaciones carnales con el imperio. Ayer no fue un día común en la Argentina. Ayer fue el cumpleaños, por un lado, de Evita y, por el otro lado, el día nacional de la minería argentina, porque el 7 de mayo de 1810 y el 7 de mayo de 1811, se votó una idea que tenía Moreno: desarrollo de la minería propia. “Minería para el desarrollo de la emancipación”, decía Moreno.

200 años después, el ministro de Minería de la Argentina, el señor Aranguren, CEO de Shell, cambia ahora de donde compramos el gas. El gas que antes se lo comprábamos a Evo Morales, ahora se lo compramos a Shell, vía Chile, por eso sale hasta cinco veces más. Por eso de las siete últimas licitaciones que se hicieron en la Argentina para poder llevar y traer el combustible en barcos, ganó Shell. Porque Aranguren ¿para quién labura? Para Shell. Y dice que es el ministro de Minería de la Argentina. Una vez más aparece la enorme provocación. País que de la boca para afuera se dice independiente pero que es absolutamente dependiente, y el fantasma de Rivadavia, baila alegre y contento porque sabe que su descendiente, el señor Aranguren, como antes los que firmaron el protocolo para la instalación de la Barrick Gold y todas las mineras como las conocemos, terminan generando la pauta más concreta de la continuidad de la dependencia.

 Y el segundo gran elemento de dependencia, decreto 228 del presidente Macri, firmado el 21 de enero de este año, que dice con claridad: “se declara en emergencia nacional la cuestión de la seguridad”. ¿Qué dice ese decreto? Que ante el peligro colectivo del narcotráfico, se insta a las fuerzas de seguridad nacionales, gendarmería, prefectura, policía nacional, a intervenir en todos los territorios a través de una coordinación entre gobierno nacional y federales. Las mismas palabras que aparecen en agosto de 2002 cuando se declara en emergencia en seguridad a Colombia cuando era presidente Álvaro Uribe, que es amigo íntimo de Macri. Y el caballito del narcotráfico, al igual que en Colombia, sirve para instalar en cada provincia argentina a las fuerzas nacionales de represión. Que van a reprimir a los pibes pobres. Porque para los pibes ricos que pueden pagar entre 600 y 1000 mangos la entrada a una fiesta electrónica como en Costa Salguero, reducción de daños para ellos. Ahora, los pibes en los barrios, marihuana y cocaína de mala calidad y que se maten entre ellos. Desde el 2002 hasta acá, 30 mil muertos en Colombia. Con la excusa del plan Colombia, con la excusa del plan contra el narcotráfico, 30 mil muertos. Y Colombia hoy sigue siendo la primera exportadora de cocaína de América hacia Europa. ¿Dónde estuvo la lucha contra el narcotráfico? Ahí, en el verso. Sirvió para reforzar el control social, para el segundo gran negocio del sistema con el narcotráfico. El primer negocio es económico. El segundo gran negocio, el control social y químico de la cabeza de nuestros pibes. No quieren que nuestros pibes se hagan revolucionarios, no quieren de nuevo una década del 70, por eso los drogan, por eso después los encarcelan. Los pibes se convierten en consumidores, consumidos. O si no, en soldaditos que serán inmolados en el altar del dios dinero, que es el corazón del narcotráfico. Hoy el discurso del narcotráfico es el discurso más actualizado de la nueva dependencia, la más violenta, la más feroz de todas. Porque detrás del miedo que tiene nuestro pueblo a lo que puede generar el narcotráfico, nuestro pueblo se abre. Que venga gendarmería, se pide en los barrios del Gran Buenos Aires, del Gran Rosario, del Gran Córdoba, del Gran Tucumán. Y la gendarmería, la misma que controla las fronteras nacionales por donde entran toneladas de droga, por la cuestión del efecto hipnotizador de los grandes medios de comunicación, los mismos corruptos que cuidan las fronteras, cuando llegan a las grandes ciudades son vistos como si fueran ángeles incorruptibles.

El discurso de la seguridad tiene por detrás y por arriba, un tremendo nuevo proyecto de dependencia. Por eso estamos convencidos a 200 años del 9 de Julio, que las peleas por lograr enamorar a nuestro pueblo, a nuestras mayorías y a nuestros pibes de la cuestión nacional, pasa por hablar de estos temas del presente y mostrar cómo fueron aquellos sueños colectivos inconclusos desde 1816 hasta ahora. Hay que ir escuela por escuela para hablar del significado profundo de la independencia, que Moreno, Belgrano, San Martín, Artigas, Juana Azurduy, sirven para hablar del presente. Porque esas mujeres y esos hombres peleaban porque creían que la felicidad tenía que ver en el lugar en donde querían ser felices. Porque si el lugar en donde estás te pertenece, en ese lugar tenés posibilidad de desarrollar lo que querés. Ahora, si el lugar no te pertenece, ni siquiera vas a tener el derecho de decir lo que querés para ser feliz.

Por eso, 200 años después, la pelea por hacer masiva y mayoritaria la discusión de qué se festeja el 9 de Julio de 1816, es una necesidad. Porque construir política empieza a ser la necesidad de construir un alma, un corazón, una cabeza independiente en cada piba, en cada pibe que hoy está absolutamente dependiente de los grandes medios de comunicación y de esos versos que vienen de arriba hacia abajo.

 

La jornada terminó con un rico debate de cara las actividades que se llevarán a cabo en conmemoración del Bicentenario de la Independencia.