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01 de julio de 2015

Temblores por el dólar

Inflación, retraso cambiario, operativos policiales e interrogantes políticos

 
En las últimas dos semanas asistimos a un despertar de la “siesta cambiaria” y al inicio de una nueva ola dolarizadora, con un marcado repunte en la demanda de bonos y acciones que, al comprarse localmente en pesos y liquidarse en divisas en el exterior, permiten cambiar monedas.

 
En las últimas dos semanas asistimos a un despertar de la “siesta cambiaria” y al inicio de una nueva ola dolarizadora, con un marcado repunte en la demanda de bonos y acciones que, al comprarse localmente en pesos y liquidarse en divisas en el exterior, permiten cambiar monedas.
Estas transacciones fueron las que, la semana anterior, provocaron una suba del 6% en los tipos de cambio que surgen de esta clase de arbitrajes, impulsando al alza el precio del dólar billete, que desde hace meses se mantenía planchado. Pero lo que comenzó como un simple traslado tomó luego vuelo propio, dado que, al intensificar los controles sobre la plaza, el Gobierno provocó una retracción de la oferta de billetes en el segmento informal, que al combinarse con un incremento de la demanda no hizo más que acelerar la carrera alcista del dólar paralelo.
Los intentos por dolarizar posiciones y obtener cobertura cambiaria no se limitan al mercado cambiario ilegal. La semana pasada, en el mercado local se registraron récords de operaciones particularmente con el Boden 15 pues, por esa vía, se pueden comprar legalmente dólares (a recibir en menos de cuatro meses, ya que deben ser pagados en octubre) a un precio de $12,20, que resulta 10% inferior al que se paga por el denominado blue. También la demanda de dólar ahorro comenzó a crecer nuevamente.
El nerviosismo que provoca esta situación llevó al presidente del BCRA, Alejandro Vanoli, a hacer trascender que calificaba de imprudentes los anuncios que, hace dos semanas, Kicillof hizo sobre mayores controles en la City. Fue cuando el billete estaba quieto y que, para Vanoli, generaron una caída en la oferta de dólares en el circuito negro y, por lo tanto, la suba del valor de la divisa. Además Vanoli cuestiona, aunque tímidamente, la formidable expansión monetaria que el Central aprueba por decisión política del ministro de Economía.
 
Buscando culpables
La suba del Boden 15, indica que hay una parte de “los inversores” que busca conseguir billetes dólar contantes y sonantes, aunque haya que esperar a octubre. En octubre es cuando el Gobierno deberá desembolsar 6.500 millones de dólares para hacer frente al pago de esos Boden.
El dinero, se cree, provendrá en parte de las reservas del Banco Central y en parte de un canje de bonos que el Tesoro volvería a ensayar antes de octubre, pues ya tuvo un intento frustrado a fines de 2014.
Quienes defienden la política kirchnerista, como Kicillof, atribuyen la suba del dólar a “operaciones de quienes les molesta la estabilidad”, y otros a la sobreactuación represiva, al “efecto Zannini”, o que sólo se trata del inicio del proceso de dolarización de los ahorristas, típico de los períodos preelectorales.
Todo esto puede existir, pero ello ocurre sobre una realidad: los desequilibrios de la economía brindan argumentos suficientes para justificar la incertidumbre.
Un dato categórico fue el de la caída de las exportaciones en mayo, dato que confirma no sólo la tendencia a la baja del comercio exterior sino su profundización: las exportaciones cayeron 19% en los primeros cinco meses del año y el saldo comercial (diferencia entre lo que se exporta e importa) lo hizo en 66%.
El atraso del dólar oficial esmerila las exportaciones y agudiza la crisis de todas las economías regionales, incluyendo la pesca en toda la cuenca atlántica. Las derrotas electorales del oficialismo nacional en Río Negro y Mendoza pusieron de manifiesto la bronca que despierta la imposibilidad de exportar para los productores de frutas y vinos.
 
Crece el endeudamiento externo
La caída de las exportaciones y las dificultades para conseguir dólares muestran un 2015 en el que el Gobierno acelera el endeudamiento, en el intento de llegar a las elecciones sin tener que enfrentar grandes sobresaltos en materia cambiaria.
Para maquillar las reservas, el Central ya lleva tomado el equivalente a 6.300 millones de dólares del préstamo del Banco de China, cuyos primeros tramos comienzan a vencer en octubre. Se trata de un crédito que sirve para contabilizar las divisas como propias por un tiempo, pero que nunca salieron del banco chino. Además, en un mundo de bajas tasas, ese crédito cuesta 7% anual en dólares.
También, el Central anota en las reservas 1.500 millones de dólares de una línea del Banco de Francia y otros 1.000 millones de dólares del de Basilea.
A ello hay que sumar que el Gobierno no pagó el fallo del juez Griessa en favor de los fondos buitre, por lo que sigue contabilizando como reservas otros 3.200 millones de dólares. Como si todo eso fuese poco, hay una deuda con los importadores de más de 5.000 millones de dólares, de los cuales la mitad serían con las automotrices y casi otro tanto con las armadurías de electrónicos y electrodomésticos de Tierra del Fuego. Y también hay que computar la “demora” en el giro de utilidades, dividendos y regalías de las empresas extranjeras que ya llegaría a los 15.000 millones de dólares, que quedarán como otro compromiso pendiente para el gobierno que llegue el 10 de diciembre.
A toda esa deuda en dólares hay que sumarle los 1.420 millones de dólares que Kicillof obtuvo por la colocación del Bonar 2024, a una tasa tan alta que supera la que paga Nigeria, con lo que terminó de remachar ese eslabón de la dependencia de los imperialismos que es la deuda externa.
 
La deuda pública interna
En cuanto a la deuda en pesos de corto plazo, tenemos en primer lugar las letras del Banco Central sometidas a la inestable “bicicleta” tasas-dólar, que ya supera los $300.000 millones, con un interés anual de 26-28%. A ello se viene sumando la emisión casi semanal por el Gobierno de los Bonad 2016 (Bonos del Tesoro Nacional a pagar todos en 2016). Estos son bonos atados al dólar oficial que, con los $5.100 millones de la semana pasada, ya totalizan $29.510 millones, con una carga de casi el 30% anual por sus intereses.
Con este conjunto de deudas y desequilibrios propios, atribuyendo todo a conspiraciones el Gobierno alardea tener el dólar bajo control con aprietes, presiones y desembarco de gendarmes, de corto alcance como fuegos de artificios para tapar la realidad: un dólar que sigue acumulando presiones en un contexto en el que las cuentas fiscales y del sector externo no cierran.