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01 de febrero de 2023

Diccionario de economía. Nota 2

Trabajo concreto y trabajo en abstracto

Continuamos con la reproducción de estas notas, elaboradas por el camarada Eugenio Gastiazoro, director de nuestro semanario y miembro del Comité Central del PCR, fallecido recientemente. Las mercancías son objetos que sirven para satisfacer necesidades y, como tales, tienen un valor de uso. Pero, a su vez, son objetos que sirven para el cambio y, como tales, tienen un valor de cambio. A primera vista, el valor de cambio se presenta como una relación cuantitativa en que cambian los valores de uso y que se modifica constantemente según la época y el lugar. Pero no es así. Un artículo se cambia por una gran variedad de otros a la vez. El valor de cambio expresa algo que le es común. Si dejamos de lado sus valores de uso, las mercancías sólo tienen una propiedad común: la de ser producto del trabajo humano abstracto. Los siguientes extractos del tomo I de El Capital, la obra magna de Carlos Marx, se refieren al doble carácter del trabajo representado en las mercancías.

Veíamos al comenzar que la mercancía tenía dos caras: la de valor de uso y la de valor de cambio. Luego vimos que el trabajo, al estar expresado en el valor, no poseía ya los mismos rasgos característicos que lo distinguían como creador de valores de uso. (…)

El valor de uso de cada mercancía contiene trabajo útil, es decir, actividad productiva de un tipo determinado ejercida con una finalidad también determinada. Los valores de uso no pueden entrar en relación como mercancías si no contienen trabajos útiles cualitativamente distintos. En una sociedad cuyos productos toman, en general, la forma de mercancías, es decir, en una sociedad de productores de mercancías, esta diferencia cualitativa entre los diversos trabajos útiles realizados independientemente unos de otros, como actividades propias y exclusivas de otros tantos productores independientes, se desarrolla hasta constituir un complicado sistema, una división social del trabajo. (…)

Todos los elementos de la riqueza material no suministrados directamente por la naturaleza deben su existencia a una actividad productiva específica, ejercida con una finalidad concreta, una actividad que se apodera de materiales particulares de la naturaleza y los pone al servicio de determinadas necesidades humanas. Como creador de valores de uso, el trabajo es un trabajo útil, es una condición necesaria e independiente de todas las formas de sociedad para la existencia de la raza humana; es una necesidad perenne, impuesta por la naturaleza, sin la cual no puede haber ningún intercambio material entre el hombre y la naturaleza ni, por tanto, vida humana. (…)

El hombre sólo puede actuar como lo hace la naturaleza, es decir, cambiando la forma de la materia. Más aun, en esta obra de modificación de la forma, cuenta constantemente con la colaboración de las fuerzas naturales. Vemos, pues, que el trabajo no es la única fuente de la riqueza material, de los valores de uso producidos por el trabajo. Como dijo William Petty, el trabajo es el padre y la tierra la madre.

Pasemos ahora de la mercancía considerada como valor de uso a la mercancía considerada como valor. (…)

 

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Si prescindimos de la forma especial de la actividad productiva, es decir, la utilidad del trabajo, no queda de aquélla más que el gasto de fuerza humana de trabajo. El trabajo del sastre y el del tejedor representan actividades productivas cualitativamente distintas, pero tienen una cosa en común: son un gasto productivo de cerebro humano, de energía muscular y nerviosa, etc. En este sentido los dos son trabajo humano. Son dos formas distintas de aplicación de la fuerza de trabajo del hombre.

Naturalmente, para poderse aplicar de tal o cual manera es necesario que la fuerza humana de trabajo alcance un grado mayor o menor de desarrollo. Ahora bien, en sí mismo el valor de la mercancía sólo representa trabajo humano, gasto de trabajo humano, simplemente. En este sentido, ocurre con el trabajo humano lo mismo que ocurre con el hombre en la sociedad burguesa: como hombre apenas significa nada; sólo se cotiza, sólo juega un papel importante como general, o como banquero.

El trabajo humano es la utilización de aquella fuerza de trabajo simple que posee todo hombre ordinario, en general, en su organismo, sin necesidad de ninguna educación especial. El simple trabajo medio cambia, sin duda, de carácter según los países y la cultura de cada época. Pero siempre existe en una sociedad determinada. El trabajo complejo no es más que el trabajo simple intensificado o, mejor dicho, multiplicado: una pequeña cantidad de trabajo complejo puede equivaler, pues, a una gran cantidad de trabajo simple. La experiencia demuestra que esta reducción del trabajo complejo a trabajo simple es un fenómeno de cada día, de cada hora.

Una mercancía puede ser producto de un trabajo muy complejo, pero su valor la equipara enseguida al producto del trabajo simple y, como tal valor, sólo representa, por consiguiente, una determinada cantidad de trabajo simple. Las diversas proporciones en que las diferentes clases se reducen a la unidad de medida del trabajo simple se establecen a través de un proceso social que opera a espaldas de los productores. Por eso, éstos las creen establecidas por la costumbre. Por razones de simplificación, consideraremos, de ahora en adelante, la fuerza de trabajo, sea cual sea, como expresión directa de la fuerza de trabajo simple; así nos ahorraremos la molestia de tener que reducirla a la unidad. (…)

En relación al valor de uso, el trabajo representado por la mercancía sólo cuenta cualitativamente. En lo que concierne a la magnitud del valor sólo cuenta cuantitativamente, una vez reducido a la unidad de trabajo humano puro y simple. En el primer caso, se trata de la clase y de la cualidad del trabajo; en el segundo de la cantidad, de la duración. (…) La nivelación de las formas más distintas de trabajo sólo es posible si prescindimos de sus desigualdades o las reducimos a un denominador común, a saber: el gasto de fuerza humana de trabajo, trabajo humano abstracto.

 

Semanario Hoy N° 1948