El pasado 25 de julio el presidente de Túnez, país árabe del norte de África, echó del gobierno al primer ministro y dio un “autogolpe”. Con el apoyo de las fuerzas armadas cerró el parlamento «por 30 días» y anunció que asumía las funciones de fiscal general quitando la inmunidad a los parlamentarios, quienes pueden ser detenidos. También tomó el control de los medios de comunicación, cerrando las oficinas de la cadena árabe internacional Al Jazeera.
Hubo movilizaciones en las calles tanto a favor como en contra del golpe, algunas terminaron en enfrentamientos entre los manifestantes. Días antes del golpe se realizaron violentas protestas en todo el país por el manejo de la pandemia y debió renunciar el ministro de Salud. La situación económica es crítica y el país estaba negociando un nuevo acuerdo con el FMI.
Muchos de los inmigrantes que llegan ilegalmente a Europa desde África lo hacen a través de Túnez, escapando del hambre y la falta de trabajo.
Es la primer gran crisis política que vive el país desde enero de 2011, cumpliéndose 10 años de la “revolución tunecina” que derribó la dictadura de Zine el-Abidine Ben Ali (que estuvo 23 años en el poder) y logró imponer elecciones presidenciales y parlamentarias. Ese hecho fue el comienzo de la “Primavera Árabe” de 2011, la ola de movilizaciones y levantamientos populares en Medio Oriente que se expandió rápidamente a distintos países donde las masas levantaron las consignas de mayores libertades y soluciones para sus problemas económicos. Sin embargo, a diferencia de los otros países de la región, Túnez fue el único que mantuvo un gobierno surgido a través de elecciones. Durante estos últimos 10 años las protestas y huelgas se hicieron frecuentes en Túnez, que actualmente es uno de los países de la región más castigados por la pandemia. En enero de 2021, al cumplirse 10 años del levantamiento popular, se habían realizado manifestaciones importantes reclamando mejoras en la situación social. Los jóvenes ganaron las calles durante tres noches seguidas en una docena de ciudades y hubo más de 600 arrestos.
Francia, de la que Túnez fue colonia, reclamó a través de su canciller un rápido retorno a las instituciones democráticas. La misma postura adoptó Rusia. EEUU no condenó el golpe y a través de una llamada del secretario de Estado Antony Blinken al presidente de Túnez advirtió que espera que se preserve la “democracia” en el país.
Hoy N° 1875 04/o8/2021