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01 de abril de 2014

El “Dr. Chino”, Néstor Olivieri, director de la Sala de Salud 7 de Mayo, nos cuenta la real situación sanitaria de los matanceros.

“Un 25% de los niños pesa menos de lo normal”

Sala de Salud del Barrio María Elena

Dr. ¿cuál llevamos?”, dice un trabajador de la Sala mostrándole dos frasquitos a Néstor Olivieri, más conocido como el Dr. Chino, quien dirige la Sala de Salud 7 de Mayo, creada hace 25 años en el Barrio María Elena, en el corazón de La Matanza. “La lenta”, dice Olivieri, y agrega, para nosotros: “Es insulina para un paciente internado en el Paroissien, y se la tenemos que mandar nosotros, porque no tienen”. 

Dr. ¿cuál llevamos?”, dice un trabajador de la Sala mostrándole dos frasquitos a Néstor Olivieri, más conocido como el Dr. Chino, quien dirige la Sala de Salud 7 de Mayo, creada hace 25 años en el Barrio María Elena, en el corazón de La Matanza. “La lenta”, dice Olivieri, y agrega, para nosotros: “Es insulina para un paciente internado en el Paroissien, y se la tenemos que mandar nosotros, porque no tienen”. 
Un ejemplo contundente de que “La situación de la salud y de los servicios de salud en La Matanza es realmente grave. El gobierno no tiene intención de mejorar esto. Se ha inaugurado el hospital Alberto Balestrini, en Camino de Cintura y ruta 21, que es grande ediliciamente. Es famoso porque lo inauguraron cinco veces. Lo único que está en funcionamiento es la guardia, con un pequeño servicio de rayos y un laboratorio. Es una cáscara vacía. El hospital de agudos del km 32 funciona por la mitad. El único que funciona a pleno es el Paroissien. O sea, un hospital y medio para 2 millones de personas, mientras en la Capital Federal hay 33 hospitales para 3 millones de habitantes”. 
Olivieri agrega que los hospitalitos municipales, y el de niños de San Justo, tienen dificultades para cubrir las guardias. “Esto se da en medio de una crisis social cada vez mayor. Nosotros hemos llegado a la conclusión de que el principal problema de salud de los niños de La Matanza es el nutricional, el de los jóvenes las adicciones, y en los adultos las enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión”.
El Dr. Chino ejemplifica las condiciones de vida de los matanceros, contando que el comedor que abrieron en la sala en el 2001, “nunca lo pudimos cerrar, y nunca dimos menos de 200 viandas por día. Hoy se cocina para 230 personas”. 
 
“25% de los chicos
tienen bajo peso”
“En algún momento se dijo que con este gobierno había disminuido la desnutrición y que el problema principal era la obesidad infantil. Nosotros hemos comprobado que no es así, porque hemos hecho un censo nutricional”, relata Olivieri. Este censo significó pesar y medir a todos los niños de 0 a 12 años del Barrio Elena: 1.000 chicos. Un inmenso trabajo de cerca de 150 personas, entre profesionales, agentes de salud y delegados de las 57 manzanas del barrio, y que duró tres meses, poniendo en práctica la consigna escrita en el mural exterior de la Sala, de que “el pueblo debe tomar en sus manos la lucha por la salud”. “No esperamos que vinieran a la Sala, fuimos a cada una de las manzanas. Avisábamos previamente que tal día a tal hora llevábamos las balanzas a una casa, y en tres horas pesábamos y medíamos a todos los chicos de esa manzana”. 
Luego vino la etapa de procesar las mediciones, lo que llevó a un debate sobre cómo medir el estado nutricional, “porque las últimas tablas son distintas a las que usábamos, y hacen que la desnutrición sea menor”. El resultado de esta tarea son seis gruesos volúmenes de tablas estadísticas y análisis de todos los niños censados. “Del 100% de los niños censados, el 35% tiene problemas nutricionales. Un 10% de los niños pesa más de lo normal, pero un 25% de los niños pesa menos de lo normal. No es el porcentaje del 2001, que llegaba a 35% de desnutrición, pero es el 25%. Sobre la base del censo, vamos viendo cómo podemos ayudar a cada chico. Porque la realidad es un poquito mejor que el 2001, pero nosotros queremos cambiar esa realidad”.
Sobre la base del censo redoblaron la pelea con las autoridades municipales para conseguir nombramientos en la Sala: “Conseguimos cinco. Una pediatra. Una trabajadora social, dos enfermeros, dos agentes de salud, uno para estadísticas y otro para mantenimiento”.
 
El trabajo en la Sala
Recorremos la Sala, y una compañera nos va presentando con orgullo a las cocineras, los que reparten la leche, las que arman las vendas, los que atienden la farmacia, en medio de los vecinos que se agolpan esperando ser atendidos, muchos con sus criaturas. 
Cuando Olivieri se pone a enumerar el trabajo en la Sala, las cifras son impactantes. La sala es la que más vecinos atiende de todas las salas, pues a las consultas médicas hay que sumarle las 230 viandas que elabora el comedor, los 5.000 kilos de leche que se reparten por mes. La sala tiene una farmacia, con remedios del Plan Remediar: “importante al margen de donde salen los fondos, porque es a base de un préstamo que engrosa la deuda externa. Nosotros recibimos 17 botiquines. El resto de las salas como la nuestra recibe uno o dos. También conseguimos algo de provincia. Con esto llegamos a un 70, 80% de las necesidades de medicamentos”. Inmediatamente Olivieri aclara “De las necesidades que vemos, que es una parte, adónde podemos llegar. No es a todos”.
La Sala tiene hoy pediatra, médicos, ginecólogo, dentista, enfermería, y una enfermera de vacunación “que pagan los vecinos”. “Asistimos a mil personas por día. Es un número mayor al de todas las otras salas juntas”. A esto, la Sala suma el trabajo de los agentes sanitarios, vecinos que hacen cursos en la Sala. “Este año, el 4 de abril, empezamos el curso número 25. Queremos hacer una reunión para juntar a los más de 600 agentes formados en estos años. Así que desde un punto de vista estamos conformes con nuestro trabajo, y al mismo tiempo tenemos muchas necesidades, como elementos para enfermería, odontología, sillas, bancos. Vamos a un plan de lucha un poco mayor”. 
 
“El trajín de los pacientes”
Sobre las afirmaciones del gobierno nacional sobre inversiones en salud, que han dado trabajo a los jóvenes, y sobre el Plan Progresar, Olivieri ejemplifica: “Todos los días tenemos un caso para internar. Ahí empieza la lucha y el trajín de los pacientes. Si el paciente se tiene que hacer un ecodoppler de alguna vena obstruida, hay un aparato en el Paroissien, solamente. Tuvimos un paciente con un ACV, 22 de presión, y había que hacer una tomografía. Lo llevamos en la ambulancia. En el Hospital del 32 no tenían placas, en el Paroissien, estaba enferma la persona que operaba el tomógrafo. Terminamos en el Posadas, y el paciente se murió. Esta es la realidad en salud. Con los niños, sabemos que en mayo-junio va a haber una epidemia de bronquiolitis, como todos los años, para chicos de 0 a 3 años. En el hospital de Niños hay 100 camas y va a haber 20 internados. Un director de Salud dijo “no importa, la cama es grande y entran dos chicos por cama”.
Sobre el Plan Progresar, Olivieri dice: “estamos haciendo todo lo posible para que los jóvenes ingresen a este plan. Son 600 pesos, que para algo sirve. Es poco. Pero de 10 jóvenes, tendrá 1. No es para todos. La Asignación Universal fue más importante. El gobierno tapa agujeros, porque su objetivo es otro”.
 
Contaminación
“Hay una epidemia impresionante de forúnculos”, cuenta Olivieri. “Al enfermero lo tuvieron que operar, y tiene peligro de perder el brazo, porque tiene una infección muy importante, resistente a los antibióticos. ¿Por qué? No hay otra respuesta que la contaminación. Agua mala, no hay cloacas, por todos lados hay zanjas con aguas servidas, basura por todos lados, basurales a cielo abierto, el Ceamse a pocos kilómetros. La contaminación es cada vez peor. Con las lluvias cada vez se desbordan más los arroyos. Tuvimos 40 evacuados en la última inundación. Tuvimos que usar por primera vez la Sala como centro de evacuados. El arroyo lo tenemos a una cuadra. 
“Yo cuento que mi primer guardia en La Matanza, hace 25 años, fue con los evacuados del Río Matanza. Y el otro día lo mismo. No cambió nada en 25 años. Habiendo organismos específicos sobre el Matanza-Riachuelo con todo un plan, presupuesto, resoluciones de la Corte Suprema, y la mar en coche, y seguimos igual. Hay gente que evacuaron de las orillas de ríos y riachos, y la trajeron a un barrio acá cerquita. Son lindas casas, pero no tienen cloacas. Los desechos del barrio van al arroyo, que va al Matanza, que desagua en el Riachuelo. No tiene nombre lo que están haciendo. Desde el punto de vista sanitario el tema de la contaminación no está resuelto ni por las tapas.” 
En el fin de la entrevista, el Dr. Chino afirma: “Vamos a tener un año movido. Y estamos contentos de poder estar y participar de la lucha por una salud mejor, que contemple al menos una parte de las necesidades de las personas”.