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03 de octubre de 2010

Más de 1.500 desocupados en el acampe de Plaza San Martín denuncian el hambre y apoyan la lucha agraria. Exigen reconvertir los planes sociales en un empleo social universal con contraprestación de 4 horas y salario de $ 500.

Un acampe heroico

Hoy 1219 / Rosario: la CCC y los originarios enfrentan las políticas hambreadoras

Desde el 25 de mayo, la CCC mantiene un heroico acampe y piquete en la Plaza frente a la Gobernación, soportando un frío brutal, con temperaturas de más de 5 grados bajo cero, resistiendo el hambre y la política de difamación y desprecio por parte del poder político.

El papel del intendente Lisfchitz fue vergonzoso, ya que agravió a los desocupados diciendo que era "chantaje y extorsión". También desde el Estado municipal y provincial se dijo que "usaban a los niños como carne de cañón", y que "les preocupaba el frío". Estas declaraciones provocaron mucha bronca en el conjunto de los desocupados que están en el acampe. El gobernador Binner no dijo demasiado, pero tampoco los recibió para dialogar. Ambos, gobernador e intendente, alineados en la política K de negar la realidad, difamar y confrontar a través de los medios, no dieron ninguna solución concreta, ni siquiera recibieron a los desocupados.

Los medios de comunicación locales, que cobran una importante pauta publicitaria por parte del municipio y la provincia, también se ocuparon de atacar a los desocupados.Frente a éstas hipócritas declaraciones y a la política de castigar a los que luchan, todos en la Plaza repetían: "es el mismo frío que pasamos en los barrios, porque las chapas no te frenan el frío… La mayoría de las casas son muy precarias, son asentamientos. No es nada nuevo para nosotros".

En medio de la bronca, las voces se levantaban diciendo: "que se ocupen de los chicos que duermen en la calle, que piden en los semáforos todos los días, que se mueren de hambre, los chicos acá por lo menos tienen comida caliente y la panza llena… No estamos acá porque queremos, ¡es por el hambre!".

 

Importante presencia de Pueblos Originarios

Desde Pueblos Originarios en Lucha, también denunciaron que "en la comunidad, a los chicos les dan un sandwichito en la escuela, acá por lo menos comen de mañana y de tarde. Estamos tranquilos acá".

"El pueblo está acá, y no vemos ningún cambio con las retenciones. Los planes sociales siguen igual y las cosas suben. Estamos pagando 12 pesos el kilo de puchero. Compramos carne, pan, y ya se nos va todo. ¿Cómo hacemos para darle de comer a nuestros hijos? La verdad es que acá nuestros hijos comen diariamente. Así que vamos a seguir. Queremos trabajar".

"Hoy en día, nosotros en la comunidad sabemos hacer artesanías, trabajos manuales, y con lo poco que vendemos no llegamos a sustentar la comida de nuestros hijos; por eso queremos capacitarnos y trabajar. Capacitar a nuestros jóvenes. Porque hoy en día lo que más influye en nuestros jóvenes es la droga, no tienen futuro, no tienen nada. A los funcionarios no les molesta que los chicos se estén muriendo de hambre acá, a ellos les molesta si se rompe el césped de la plaza o que la plaza esté sucia… Eso es lo que les molesta…"

 

La plata de las retenciones no se usa para resolver la pobreza

También desde la Corriente aclararon que las madres son leonas cuidando a sus hijos en la plaza, y que están ahí porque no quieren que sigan pasando hambre y frío en sus propias casas. Quieren cambiar esta realidad tan dura, por eso están decididas a quedarse el tiempo que sea necesario.

Además, explicaron que hacen rotaciones para que los chicos no falten a la escuela y que estén durante el día en la plaza con sus familias, pero que a la noche vuelven a dormir a sus casas. Las rotaciones hacen que se eviten enfermedades y desbordes en la cantidad de gente, pero también hacen más costoso el acampe, porque no todos tienen $ 2,80 diarios para ir y volver en colectivo del piquete a la casa. Y muchos de los que pasan la noche en la plaza, lo hacen porque no pueden volver a sus casas todos los días, al igual que la gente que cirujea diariamente en el centro.

Otras de las frases recurrentes era: "que dejen de mentir, de decir que las retenciones son para los pobres. Esa plata nunca llega a los pobres."

Eduardo Delmonte afirmó con contundencia y alzando su voz: "Uno de cada tres barcos que sale de la provincia para la exportación se lo queda el Estado. ¿Por qué no lo distribuyen en vivienda, en salud, en educación? Han aumentado la pobreza, la desocupación, la inflación… ya no nos alcanza con $150 miserables que te devora la inflación, que se te va de las manos. No estamos pidiendo que nos regalen nada; ¡Queremos trabajar!".

En este sentido, la propuesta de la CCC es abrir los registros de desocupados y reconvertir los planes sociales en un empleo social universal de $ 500 con contraprestación de cuatro horas. Además, la CCC reclama una ayuda especial, por única vez, de $ 500 por el crudo invierno que se avecina, donde se necesitarán chapas, garrafas, frazadas, etc.

 

Vivir en la Plaza

Las carpas de lonas, nylon y algunas maderas, están distribuidas a lo largo y a lo ancho de la plaza. Todo lo que sirva para defenderse del frío viene bien.

Las diagonales son una puerta virtual de ingreso a la plaza. Allí cortan las calles, con los containeres, y queman bolsas de basura para frenar la circulación de vehículos en diferentes horarios.

La policía recorre, mira, observa, y pasa por el medio del corte, pisa la basura encendida en una clara muestra de poder y provocación. "Levanta" a los chicos que toman el colectivo a la noche. Nadie le responde con agresiones. Pero sí hay cuidados. Gran parte del éxito del acampe está en la organización minuciosa de la seguridad y los controles que se hacen para que no les gane la bronca y la respuesta frente a tantos desprecios, a tantas provocaciones.

La entereza de todos y cada uno de los que están allí hace posible una vida pacífica dentro de la plaza. Esa misma plaza, que tanto les preocupa a los sectores más acomodados y al gobierno, es el lugar elegido para la lucha, para denunciar la mentira K de la distribución de la riqueza y para pelear por trabajo.

A media mañana, cuando empiezan a calentar los primeros rayos de sol, comienzan a salir de las carpas los acampantes, como pueden, intentando tomar fuerzas para resistir y bancarse la lucha. Con un mate caliente o un mate cocido y un pedazo de pan se empieza a discutir con los compañeros cómo sigue la cosa, qué van a hacer, todo se resuelve en asamblea.

Más tarde, gracias a la solidaridad de otros compañeros, de algunos gremios que se acercan a colaborar, comienza la etapa más importante del día, la hora de la comida.

Las madres se empiezan a organizar, a preparar los utensilios, a buscar las ollas que no abundan, que deben necesariamente compartirse, como se comparten las tareas, como se comparten las responsabilidades y se colectiviza la comida para que nadie se quede sin comer. Una vez puesta en marcha la organización se recolecta lo que haya y se empieza a cocinar. Todo viene bien: arroz, polenta, fideos, algunas verduras, y en lo posible algo de carne, o el pan que acercan algunos vecinos.

No es nada fácil organizar semejante tarea y es fundamental la actividad que están desarrollando "los comedores independientes" para que las mil quinientas bocas puedan ser alimentadas. Las mismas dificultades pasan en los barrios, ya que denuncian que deben hacer malabares para que alcancen las raciones, porque el Estado aporta sólo $ 600 por mes para 320 familias. No hay que ser un economista muy lúcido para darse cuenta que con ese presupuesto no alcanza.

 

Hay respuestas

Hay hombres, mujeres, niños pequeños, jóvenes y mayores, todos marcados por el mismo castigo: el hambre. También por la desocupación, la falta de oportunidades, de educación, de salud. Pero lo que más golpea es ver los rostros en las colas para buscar la comida. Eso es el hambre.

Por eso les molestan tanto al gobierno, porque no lo pueden negar, no lo pueden ocultar, ya no pueden mentir, no los pueden comprar como a otros. Tienen allí, frente a sus narices la pobreza, la indigencia, la desocupación que ocultan con el Indek trucho y que tapan con las comisiones que no hacen nada, que no resuelven nada.

No obstante la dureza inicial, la firme presencia de los acampantes ha obligado a las autoridades a reconocer el conflicto. Al cierre de la presente nota (lunes) se conoció la decisión de las autoridades nacionales, provinciales y municipales de recibir a los representantes de la CCC, que también se entrevistaron con el arzobispo.