Vigencia del Che
Hace 40 años el mundo fue sacudido por la noticia del asesinato del Che en Bolivia. La foto de su cadáver, tirado sobre una tabla en un pueblito boliviano, con los ojos abiertos y esa extraña sonrisa jugueteándole en la cara, recorrió el mundo y se clavó para siempre en la memoria de las masas, de los humildes de la Tierra, y se transformó en una de las imágenes que enarbolarían en el futuro todos los revolucionarios del mundo.
También vertieron lágrimas de cocodrilo, sobre todo mucho después, los filisteos y oportunistas, esas babosas inmundas que lo atacaron en vida, nos prohibieron solidarizarnos con él y nos castigaron por hacerlo, y lo dejaron solo, terriblemente solo, en Ñancahuazú.
Al año de su asesinato, dirigentes de la izquierda argentina firmamos una declaración de homenaje (ver www.pcr.org.ar) que comienza diciendo: “Hay hombres que al morir, renacen invencibles para la historia”. Si se lee con atención quiénes firmaron esa declaración y quiénes no lo hicieron (por ejemplo los entonces dirigentes del PC prosoviético y la FJC que hoy pretenden aparecer como discípulos del Che) se sabrá quiénes estuvieron junto al Che, en ese momento, y quiénes, con falsos argumentos ideológicos, estuvieron en la vereda de enfrente.
El Che vive en el recuerdo de las grandes masas y su imagen es estandarte en sus luchas en todo el mundo. El Che fue uno de esos hombres que llevan sus ideales en la sangre y dan su sangre por esos ideales. Fue un hombre que decía lo que pensaba y hacía lo que decía, a diferencia de los políticos corruptos de la burguesía. El Che fue la antítesis de estos políticos y su vida fue el modelo de los luchadores que aspiran a crear una nueva sociedad sin explotados ni explotadores.
El Che marcó el camino, como planteó esa declaración de 1968, para una Revolución latinoamericana que “será antiimperialista, antioligárquica y antimonopolista, encabezada por la clase obrera y se apoyará en la lucha diaria de las masas oprimidas, eligiendo desde ya, como único camino para la toma del poder, aquél que juzgamos inevitable: el de la lucha armada”. Mientras la necesidad de esta Revolución esté planteada en América Latina, el mensaje que dejó el Che con su lucha heroica estará vigente.
Hoy el proletariado, que en su momento gobernó en la tercera parte de la Tierra, ha sido derrotado. Con la restauración del capitalismo en los ex países socialistas se cerró una etapa en la lucha por terminar con el capitalismo y la explotación del hombre por el hombre. Hoy sabemos, con la dura enseñanza de la práctica histórica, que la lucha por el socialismo y el comunismo será dura, cruel, y cubrirá todo un largo período histórico, con triunfos y derrotas, y mientras esté vigente esa lucha, la figura del Che y sus enseñanzas seguirán iluminando el camino del combate de millones de explotados en todo el mundo. (De Otto Vargas, secretario general del PCR).
1. Guevara antes de ser el Che
Ernesto Guevara nació en Rosario el 14 de junio de 1928. Fue el mayor de los cinco hijos de Ernesto Guevara Linch y Celia de la Serna. En su infancia y adolescencia vivió en Córdoba, hasta 1947, y las primeras ideas políticas las recibió de sus padres, vinculados a sectores de republicanos españoles emigrados. De joven, para sobreponerse a su asma, práctico deportes, entre ellos rugby, donde se ganó el apodo de “Chancho”.
Ya radicado en Buenos Aires, comienza los estudios de Medicina en la UBA. De allí viene su amistad con Tita Infante, militante comunista. Es el período de sus primeros viajes por Argentina.
2. “Constituimos una sola raza mestiza”
En 1952, Guevara realiza su primer viaje a países latinoamericanos, retratado en la película “Diarios de motocicleta”. En Perú influenciado por el médico Hugo Pesce, quien fuera fundador junto a Mariátegui del Partido Comunista de Perú, va con su compañero de viaje a trabajar a un leprosario en el interior peruano. Allí, al cumplir 24 años, despunta su internacionalismo con esta anotación en su diario de viaje: “Creemos, y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza, que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas”.
3. Segundo viaje latinoamericano
Ernesto Guevara, ya médico, realiza su segundo viaje por América del Sur. Bolivia luego de la revolución de 1952, Perú, Ecuador, y la Guatemala donde es presidente Jacobo Arbenz son sus destinos. Así cuenta a su tía Beatriz su resolución de volcarse a la lucha revolucionaria, en una carta desde San José de Costa Rica, fechada el 10 de diciembre de 1953: “En El Paso tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit convenciéndome una vez más de lo terrible que son esos pulpos capitalistas. He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas. En Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico. Tu sobrino, el de la salud de hierro, el estómago vacío y la luciente fe en el porvenir socialista. Chau. Chancho”.
En Guatemala conoce a su primera mujer, Hilda Gadea. Luego del golpe que derroca a Arbenz, Guevara se exilia en México. De la experiencia guatemalteca saca la conclusión sobre la necesidad de la dictadura revolucionaria, que llevaría a la práctica en la revolución cubana.
4. De México a Sierra Maestra
En México Ernesto Guevara se incorpora al grupo de revolucionarios cubanos “Movimiento 26 de Julio”, dirigido por Fidel Castro. Se preparan para la lucha armada que desarrollarán a partir de su ingreso a Cuba a bordo del Granma el 2 de diciembre de 1956. Luego se instala la guerrilla en Sierra Maestra, en combinación con los opositores al dictador Batista en las ciudades. Durante los primeros meses de 1957 se comienzan a desarrollar los combates. Guevara, que había sido incorporado como médico, se destaca por su valentía, y por poner en práctica una estricta disciplina revolucionaria. A mediados de ese año Fidel lo designa comandante. El Che dirigió la llamada Cuarta Columna, y la escuela de entrenamiento militar de los revolucionarios. En los territorios liberados, Guevara impulsa la reforma agraria, planes de alfabetización y medios de propaganda revolucionaria, entre ellas “Radio Rebelde”. Dirige la columna que a fines de 1958 toma la ciudad de Santa Clara dando un giro decisivo a la guerra. El 1° de enero de 1959 triunfa la revolución. Las tropas del Che se instalan en el Cuartel de La Cabaña, en La Habana. Desde allí empuja una línea de integración de negros y mulatos en las filas del nuevo ejército y castiga cualquier atropello a las masas.
Sobre la experiencia en Sierra Maestra, entre tantas otras cosas, el Che escribe: “nuestro contacto con las masas campesinas nos ha enseñado la gran injusticia que entraña el actual régimen de propiedad agraria, nos convencieron de la justicia de un cambio fundamental de ese régimen de propiedad; nos ilustraron en la práctica diaria sobre la capacidad de abnegación del campesinado cubano, sobre su nobleza y lealtad sin límites. Pero nosotros enseñamos también; enseñamos a perder el miedo a la represión enemiga, enseñamos la superioridad de las armas populares sobre el batallón mercenario, enseñamos, en fin, la nunca suficientemente repetida máxima popular: «la unión hace la fuerza”. Lo que aprendimos y lo que enseñamos, 1° de enero de 1959.
5. La Revolución Cubana
Desde los comienzos de la revolución, el Che libra una ardua lucha para avanzar por un camino revolucionario. Una de las primeras decisiones del gobierno, para garantizar el avance de las medidas tomadas como la reforma agraria y la nacionalización de las empresas imperialistas, son los juicios revolucionarios a los colaboracionistas de la dictadura de Batista y los agentes del imperialismo. El propio Che, en las Naciones Unidas dijo al respecto: “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”.
La lucha de líneas se agudiza a partir de 1961-62, cuando se define el carácter socialista de la revolución. Está en cuestión la posibilidad de una Cuba independiente y autosostenida, y Guevara enfrenta a los que pretenden –como impulsa la URSS– que las empresas estatales se autogestionen y sean autónomas, dejando que se desarrolle el “libre juego de las leyes del mercado” dando impulso a los estímulos materiales. Guevara propicia, al frente del Ministerio de Industrias, la planificación centralizada y jerarquizar los estímulos morales por sobre los materiales. Busca un camino en la construcción del “hombre nuevo”.
6. La lucha por el hombre nuevo
El Che se puso al frente, desarrollando las brigadas de trabajo voluntario en distintas áreas: “Hacemos todo lo posible para darle al trabajo esta nueva categoría de deber social y unirlo al desarrollo de la técnica, por un lado, lo que dará condiciones para una mayor libertad, y al trabajo voluntario por otro, basados en la apreciación marxista de que el hombre realmente alcanza su plana conciencia humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía”. Entrevista en Argelia con el periodista Jean Daniel, 25/7/63, citado en “El Che y la construcción del socialismo”, Rosa Nassif, Política y Teoría Nº 62.
Guevara aborrecía a los que utilizaban sus puestos en el gobierno, o su jerarquía, para obtener privilegio personales, y dio siempre el ejemplo, hasta haciéndole pagar la nafta a sus padres, de los coches que usaban cuando lo visitaron en Cuba.
7. ¿Internacionalismo o dependencia?
Este debate en la naciente revolución se da en el marco de la polémica en el movimiento comunista internacional, principalmente entre la URSS, ya convertida en revisionista, y la China socialista encabezada por Mao Tsetung. En un proceso complejo, la dirección de la Revolución Cubana, en particular Fidel Castro, se alinea con la URSS en lo internacional, y en lo interno se consolida una política que refuerza la dependencia con los soviéticos, en contra de la línea del Che. Por algo los actuales dirigentes de Cuba mantuvieron oculto durante ¡40 años! que Guevara escribió hacia 1965-66: “en la URSS se está regresando al capitalismo”.
En 1962 ocurre el episodio “de los misiles”, cuando los rusos amenazan a los yanquis con instalar una plataforma de cohetes en Cuba, y luego se retractan. El pueblo cubano sale a las calles a denunciar “Nikita (por Jruschov, presidente soviético) mariquita, lo que se da no se quita”, y el Che declara en una entrevista al diario socialista británico Daily Worker: “Si los cohetes hubieran permanecido, los hubiéramos usado todos y dirigido hacia el corazón mismo de los Estados Unidos, incluyendo Nueva York, en nuestra defensa contra la agresión. Pero no los tenemos, así que pelearemos con lo que tenemos”.
En 1964, en polémica con la línea de “coexistencia pacífica” impulsada por los revisionistas rusos, afirma en las Naciones Unidas: “Como marxistas, hemos mantenido que la coexistencia pacífica entre naciones no engloba la coexistencia entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos”.
En esas condiciones, agudizadas las contradicciones con el curso que iba tomando la revolución cubana, el Che se dispone a poner en práctica una vez más el internacionalismo proletario, participando primero de la fallida experiencia en el Congo, en 1965 y luego en Bolivia, donde muere defendiendo “… las posiciones de un verdadero internacionalismo proletario donde la bandera bajo la que se luche sea la causa sagrada de la humanidad”.
8. El Che en Bolivia
El Che siempre quiso desarrollar la lucha armada en la Argentina. La experiencia en Bolivia tiene que ver con esta idea.
El 7 de noviembre de 1966 el Che se instala en una zona selvática del sudeste boliviano, cerca del río Ñancahuazú, con 47 combatientes (cubanos, bolivianos, peruanos, y la argentina Tamara Bunke), desde donde comienzan las operaciones del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN). Como cuenta Otto Vargas en ¿Ha muerto el comunismo? de Jorge Brega, la CIA supo desde el primer día que el Che estaba en Bolivia.
El foco guerrillero del Che en Bolivia, por las condiciones en las que se estableció, muy probablemente iba a correr la suerte de todas las experiencias semejantes que se hicieron en esos años en América Latina guiadas por la llamada teoría del “foco”, pero lo que los revisionistas tratan de ocultar hasta el día de hoy es el nefasto papel que jugó la URSS en el aislamiento de la guerrilla del Che y la falta de medidas que pudo haber tomado y no tomó la dirección cubana en su ayuda. “Manila (Cuba), no contesta”, escribe Guevara en su diario.
Igualmente intentan ocultar el accionar de las direcciones revisionistas de los PC de Bolivia y de Argentina. Sobre este último, Otto Vargas cuenta que militantes de la FJC de la Argentina conocieron de la existencia de un embarque de armas para las tropas que peleaban contra el Che, enviando incluso un grupo de compañeros al NOA para sabotearlo, lo que fue impedido por la dirección del PC argentino, pese a que entonces había una dictadura militar en nuestro país. “Al Che lo dejaron solo, aislándolo en forma vil. La síntesis de lo que pasó con él es: al Che lo mató la CIA, pero el KGB lo puso en Bolivia para que lo mate la CIA”, Jorge Brega, ¿Ha muerto el comunismo?, pág. 73.
El 8 de octubre de 1967, tropas del ejército boliviano capturan al Che tras un combate en la Quebrada del Yuro, donde es herido junto a otros combatientes. Lo llevan preso a La Higuera, donde es asesinado al día siguiente.
9. El legado del Che
Antes de partir hacia el que sería su último destino revolucionario, el Che escribía a sus padres: “Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias”.
Y ese es el legado que dejó a sus hijos, y que nosotros tomamos como propio: “Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Una lucha larga y cruenta
Podrá ser o no el momento actual el indicado para iniciar la lucha, pero no podemos hacernos ninguna ilusión, ni tenemos derecho a ello, de lograr la libertad sin combatir. Y los combates no serán meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos, ni de huelgas generales pacíficas, ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruya en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes; será una lucha larga, cruenta, donde su frente estará en los refugios guerrilleros, en las ciudades, en las casas de los combatientes… Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y decidirse a emprenderla.
(De Che Guevara: Crear dos, tres… muchos Vietnam es la consigna. 1967)
Antiimperialismo e internacionalismo
La lucha contra el imperialismo por librarse de las trabas coloniales o neocoloniales que se lleva a efecto por medio de las armas políticas, de las armas de fuego o por combinaciones de ambas, no está desligada de la lucha contra el atraso y la pobreza; ambas son etapas de un mismo camino que conduce a la creación de una sociedad nueva, rica y justa a la vez. Es imperioso obtener el poder político y liquidar a las clases opresoras, pero, después hay que afrontar la segunda etapa de la lucha que adquiere características, si cabe, más difíciles que la anterior.
Desde que los capitales monopolistas se apoderaron del mundo, han mantenido en la pobreza a la mayoría de la humanidad repartiéndose las ganancias entre el grupo de los países más fuertes. El nivel de vida de estos países está basado en la miseria de los nuestros; para elevar el nivel de vida de los pueblos subdesarrollados, hay que luchar pues, contra el imperialismo. (…)
No hay fronteras en esta lucha a muerte; no podemos permanecer indiferentes frente a lo que ocurre en cualquier parte del mundo; una victoria de cualquier país frente al imperialismo es una victoria nuestra, así como la derrota de una nación cualquiera es una derrota para todos. El ejercicio del internacionalismo proletario es no solo un deber de los pueblos que luchan por asegurar un futuro mejor; además, es una necesidad insoslayable. (…)
No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en que se construye o está construido el socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufren la opresión imperialista. (…)
¿Cómo puede significar beneficio mutuo vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimiento sin límite a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? Si estas son las relaciones, los países socialistas son en cierta manera cómplices de la explotación imperial. Se puede argüir que el monto del intercambio con los países subdesarrollados, constituye una parte insignificante del comercio exterior de estos países. Es una gran verdad, pero no elimina el carácter inmoral del cambio. Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores de Occidente.(…)
No hay otra definición del socialismo, válida para nosotros, que la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Mientras esto no se produzca, se está en el período de construcción de la sociedad socialista y, si en vez de producirse este fenómeno, la tarea de la supresión de la explotación se estanca o, aun, retrocede en ella, no es válido hablar siquiera de la construcción del socialismo.
(De Che Guevara: Discurso de Argel, 1965).
Los principales enemigos: imperialismo y latifundismo
El latifundio, ya como forma de explotación primitiva, ya como expresión de monopolio capitalista de la tierra, se conforma a las nuevas condiciones y se alía al imperialismo económico eufemísticamente llamado “subdesarrollo”, que da por resultado el bajo salario, el subempleo, el desempleo; el hambre de los pueblos. n
(De Che Guevara: La revolución cubana, ¿una excepción?, 1961).
No hay gobierno que pueda llamarse revolucionario aquí en América, si no hace como primera medida una reforma agraria. Pero, además, no puede llamarse revolucionario el gobierno que diga que va a hacer o que haga una reforma agraria tibia; revolucionario es el gobierno que hace una reforma agraria cambiando el régimen de propiedad de la tierra, no solamente dándole al campesino la tierra que sobra, sino, y principalmente, dándole al campesino lo que no sobre, la que está en poder de los latifundistas, que es la mejor, que es la que rinde más, y es además la que le robaron al campesinado en épocas pasadas.
Eso es reforma agraria y con eso deben empezar todos los gobiernos revolucionarios, y sobre la reforma agraria vendrá la gran batalla de la industrialización del país.
(De Che Guevara: Mensaje a los jóvenes, 1960).
La forja del hombre nuevo
La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no solo en la conciencia individual en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia.
En el esquema de Marx se concebía el período de transición como resultado de la transformación explosiva del sistema capitalista destrozado por sus contradicciones; en la realidad posterior se ha visto cómo se desgajan del árbol imperialista algunos países que constituyen ramas débiles, fenómeno previsto por Lenin. En estos, el capitalismo se ha desarrollado lo suficiente como para hacer sentir sus efectos, de un modo u otro, sobre el pueblo, pero no son sus propias contradicciones las que, agotadas todas las posibilidades, hacen saltar el sistema. (…)
En estos países no se ha producido todavía una educación completa para el trabajo social y la riqueza dista de estar al alcance de las masas mediante el simple proceso de apropiación. El subdesarrollo por un lado y la habitual fuga de capitales hacia países «civilizados» por otro, hacen imposible un cambio rápido y sin sacrificios. Resta un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica y la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande.
Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta. Entre tanto, la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.
De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social.
(De Che Guevara: El hombre nuevo, 1965).