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02 de octubre de 2010

Intervención del secretario general del Partido Comunista Revolucionario en la presentación en la Feria del Libro, del libro de Carlos Aramayo, Jujuy en el bicentenario.

Un aporte al conocimiento profundo de Jujuy

Hoy 1268/ Otto Vargas, sobre el nuevo libro de Aramayo

Voy a tratar de hacer una descripción breve y “en diagonal”, sobre el libro de Aramayo. Un libro muy importante, un aporte al conocimiento de la historia de las luchas del pueblo de Jujuy, y un aporte al estudio de la estructura económico–social de la provincia de Jujuy. Como acaba de decir acá el editor, sería maravilloso si pudiéramos tener estudios como estos de cada una de las provincias argentinas. Nos ayudaría a tener un conocimiento mucho más profundo de la Argentina en general.

Los pueblos originarios
En primer lugar, el libro comienza con el estudio de los originarios en Jujuy; de los 12.000 años que las últimas investigaciones han comprobado que tiene de instalado el hombre en esa provincia; de los 3.000 años que allí se domesticaron animales y vegetales. Antropólogos como Luis Lumbreras, por ejemplo, dicen que en la zona llegaron a tener una variedad de cultivos de papa y de maíz que hoy en día no tenemos, es decir, un desarrollo avanzado. Un desarrollo incluso con obras de ingeniería en las terrazas, en los lugares de cultivo, que han sido muy importantes.
Luego fueron dominados por el imperio incaico. Muchos, cuando hablan de este imperio, acostumbran a embellecerlo. Pero los incas cuando ocupaban un lugar, como ocuparon gran parte de Jujuy, explotaban a la mayoría de la población, a la que hacían trabajar como esclavos (los mandaban a trabajar al imperio incaico como mitimaes y yanaconas). Los incas en esto eran tan estrictos, en su carácter imperial, que se cuenta que cuando dominaban un pueblo, si éste no tenía nada para pagar de tributo, los sentaban en hileras al sol para que se sacaran los piojos, porque si lo único que tenían eran piojos, pagaban con piojos. Pero el tributo lo pagaban todos.
Entonces, ese embellecimiento del imperio incaico, por lo menos para los pueblos dominados de lo que hoy es la República Argentina que van desde Jujuy hasta Mendoza, hasta el paso a Chile, no es correcto, porque fueron pueblos dominados y lucharon durante años contra ese dominio.
Después vino el dominio colonial español, que fue brutal, y que en el caso de Jujuy produjo grandes rebeliones campesinas, grandes rebeliones aborígenes, cuyo ejemplo máximo fue la de Tupac Amaru en 1780. La rebelión de Tupac Amaru conmovió los cimientos del imperio de tres virreinatos; y tuvo uno de sus centros en la zona de Jujuy. Como dice Aramayo en su libro, esa lucha tuvo mártires, fusilados y asesinados bárbaramente luego de aplastada la rebelión en 1780. Y no hay una sola calle en Jujuy que recuerde a esos mártires. Así como en Buenos Aires tenemos una calle que se llama Ramón Falcón, y faltan muchas calles que hablen de los mártires de la lucha por la liberación del pueblo argentino, así también pasa en Jujuy. Esto es un ejemplo, porque esta lucha conmovió al imperio español. Ya nunca fue lo mismo nada en la América española, en Sudamérica por lo menos, desde esa rebelión que tuvo como uno de sus centros a Jujuy.

Jujuy luego de 1810
Vino 1810, vino la independencia, y esas masas originarias, que habían estado en el combate, y esas masas de gauchos, se incorporaron a la gran lucha liberadora. Lo describe bien Aramayo en su libro. Uno va a Jujuy, y claro, ve Purmamarca, los colores del cerro, la belleza de la provincia… A mí lo primero que me llamó la atención de Jujuy, recorriéndola con Aramayo, que es un gran conocedor de su provincia, es que uno allí se siente argentino. Allí está el cuartel donde Belgrano tenía sus tropas. Allí hubo 124 combates en territorio jujeño contra 11 invasiones de españoles; no es simplemente el pueblo que hizo el éxodo jujeño.
Es muy interesante que en la ciudad de Humahuaca haya un monumento como homenaje a los combatientes de la lucha por la liberación, y el héroe que está allí, es un originario. Esto es único en la Argentina. El héroe de la lucha contra el dominador español era originario. Y abajo, en el monumento, están los gauchos; esos gauchos de Güemes que en toda esa zona –también en el Alto Perú, lo que hoy es Tarija–, combatieron durante años. Fueron la garantía de la independencia, porque fueron la retaguardia que garantizó el triunfo de San Martín en Perú.
¡Gran desilusión después que pasó la Revolución de Mayo! Porque esos pueblos originarios, esos gauchos pobres, se incorporaron a la lucha. Pero también se incorporaron sectores de las clases dominantes. Se incorporaron terratenientes, como aquí habla Aramayo, porque los terratenientes se dividieron en dos sectores: los terratenientes patriotas, que lucharon del lado de los revolucionarios nacionales, y los terratenientes que colaboraron con el español. Uno de esos terratenientes fue el marqués de Yavi, que era señor en la Puna. Pero cuando terminó la guerra de la independencia, los oprimidos, los peones que en la época española estaban en las encomiendas y tenían que pagar tributo personal al rey, siguieron pagando tributo personal bajo otras formas a los terratenientes que continuaron dominando y siendo los dueños y señores de todo eso. Hubo grandes luchas por la tierra, Aramayo habla de esto, que tuvieron un ejemplo máximo en la batalla de Quera en 1875.
Se ha hablado mucho del “malón de la paz”; cuando triunfó Perón en 1946 marcharon a Buenos Aires con la idea de pedir la tierra. Fue una lucha muy grande en el gobierno peronista de ese entonces… Se dice que Evita, apoyada por Birabent y un sector del peronismo, pidió que el gobierno recién instalado del Gral. Perón, hiciera la reforma agraria que exigían los jujeños. Pero esta lucha terminó, en definitiva, metiendo al “malón de la paz” en un vagón de carga y mandándolos de vuelta a Jujuy. Esto permitió la visita de Evita y Perón a la Exposición de la Sociedad Rural. Hasta ahí estaba el eco de aquella batalla contra el dominio terrateniente, que ha estado latiendo permanentemente en la historia del pueblo de Jujuy.

Estructura económica de la Jujuy actual
Yo quiero tocar otro tema largamente desarrollado en el libro, que es la conformación de la estructura económica actual de Jujuy, donde predomina en forma muy impresionante el latifundio. Los oligarcas de esas provincias del norte se unieron con la oligarquía bonaerense, porque les garantizaron el arancel y la protección al azúcar. Entonces crecieron los grandes ingenios: uno era de los ingleses, La Esperanza; otro de los franceses, creo que después cambió, Ledesma; otro era de los alemanes, El Mendieta. Hasta hoy, plantea  Aramayo, el principal obstáculo para el progreso de la provincia de Jujuy sigue siendo el latifundio; latifundio infernal.
En Libertador nadie puede construir en ningún lado. Las tierras son de los Blaquier, del Ledesma; no hay lugar para hacer un rancho si no se lo permiten. Y es interesante que Carlos Pedro Blaquier, ubicándose en una posición liberal, digamos, escribió que él abrió los portones del ingenio Ledesma. Porque hasta el ’58, los portones del ingenio y del pueblo Ledesma se cerraban, no se podía ni entrar ni salir. Entonces, palabras de Blaquier, una persona nacía en el hospital del ingenio, con la partera del ingenio, iba a la escuela del ingenio, si iba a misa le daban la hostia que hacían en la panadería del ingenio, se moría en el ingenio, lo enterraban en un cajón de la carpintería del ingenio. Así se vivía en lo que es el ingenio Ledesma. Una descripción más fiel del carácter semifeudal, una descripción más clara, es imposible.
Hoy ha cambiado, las relaciones capitalistas se han desarrollado, pero el latifundio ahoga esa provincia. Porque Ledesma tiene más de ciento cincuenta mil hectáreas; y aparte, le ha dado a la provincia setenta y pico mil de hectáreas más para hacer el parque de Calilegue… Si vamos a La Esperanza, encontraremos una historia parecida.
Jujuy tiene cerca de ocho mil productores de ganado vacuno que trabajan en “tierras sin delimitar”, sin límites. Son pastajeros, como esos que están en el ingenio La Esperanza, a los que les permiten pastorear; a veces siguen pagando tributo en algunos lugares, esto lo detalla muy bien Aramayo. Es un libro muy interesante.

Grandes luchas
Y después vienen las luchas del pueblo de Jujuy desde 1988 al 2002. Voltearon tres gobiernos. “No será mucho”, como dijo un paisano, “pero tampoco es poco”. Crearon un movimiento nacional que organizó dos marchas federales, junto con lo que entonces era el MTA, la CTA, la CGT, la FUA, la FAA, etc.
Hubo grandes luchas, el “Libertadorazo”, el “Jujeñazo”. Aramayo describe esto en detalle. Y sobre todo hay un apéndice documental en el libro que detalla los proyectos que la multisectorial, el cabildo abierto, entregó a los gobiernos: muy interesante. Y entre otras cosas interesantes está el recurso de amparo que presentó Aramayo para impedir que se privaticen los Altos Hornos Zapla, que fueron orgullo de la industria nacional.

Una polémica
Y después hay una parte de polémica, ya para los que están más en la parte teórica, sobre Ian Rutledge, un inglés que ha escrito sobre la estructura económica y social de Ecuador, y toda esa teoría moderna sobre el desarrollo capitalista de nuestros países, que es una polémica larga.
De eso se habla en El Modo de producción en el Virreinato del Río de la Plata, que escribí hace más de 20 años, cuando se planteaba que nuestros países ya eran capitalistas en la época de la colonia, y que las revoluciones democráticas estaban pasadas de moda… Por todo esto, es un libro que merece ser leído por todo aquel que quiera conocer a fondo nuestro país.