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10 de julio de 2014

Un comunero en Casilda

Crónicas proletarias

 Hacia 1916 arriba a la ciudad de Casilda, en Santa Fe, Arturo Dupont con su esposa Lucía, ciega, y sus dos hijas. Dupont, en ese momento de 60 años, es uno de esos héroes del proletariado que espera libros y películas que difundan su vida. Francés, Arturo, a los 16 años, durante la Comuna de París de 1871 de la que su padre Eugenio era uno de los dirigentes, fue correo de la dirigente anarquista Luis Michel. Tras la derrota, vive escondido con otros revolucionarios en catacumbas, hasta que luego de una serie de arrestos y liberaciones, ya casado y con cinco hijos, emigra a Chile.
En el país trasandino, a fines de la década de 1870, toma contacto con los núcleos revolucionarios, y ante el peligro de ser deportado, realiza la epopeya de cruzar la cordillera de los Andes, en pleno invierno, junto a toda su familia. Pierde a dos de sus tres hijos varones en la travesía, y al otro, meses después, ya radicado en Córdoba. Su mujer queda ciega. A comienzos de la década de 1880 Dupont aparece radicado en Rosario, y vinculado, según algunas fuentes, al anarquismo. Es uno de los oradores de la conmemoración del 1 de mayo de 1890 en Rosario, y se transforma en punto de referencia en las organizaciones sindicales que van creciendo en la ciudad. 
Dupont llega a Casilda con un contacto anarquista, y con la amistad del cura Molleret, paisano de Dupont, de quien había sido compañero de colegio. En los recuerdos del dirigente comunista Florindo Moretti escritos por Arturo Marcos Lozza en el libro Tiempo de huelgas, Moretti –entonces un joven que principiaba en la lucha social y política- traza un vívido recuerdo del comunero: “Nos abrió este comunero francés la perspectiva de la revolución. Lo mirábamos con admiración y respeto… Con él empecé a saber la Comuna, el heroísmo del proletariado parisino y cómo eran fusilados en hilera en los muros de Pere Lachaise con la derrota… El padre Molleret sentía orgullo por su amigo”. Agrega Moretti que con Dupont organizaron varios gremios: panaderos, carreros, cocheros, obreros rurales, y que el comunero “iba donde fuere… había que vigilarlo de que dispusiera de dinero para viajar porque si no, se iba en tren de carga o a pie. Era ley para él cumplir los compromisos”.
Dupont prosiguió su militancia en Casilda. Tras la Revolución Rusa rompió con el anarquismo y se transformó en uno de los iniciadores del Partido Comunista en la provincia. Fue preso por última vez con más de 80 años, por actividades solidarias con la República Española, y murió en 1945, feliz por el triunfo de la Unión Soviética sobre los nazis.