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08 de diciembre de 2012

 

El compañero Ruiz El compañero Ruiz 
Giordano es, desde hace casi un año, concejal por el PTP en el Frente Opositor en el departamento Albardón, de la provincia de San Juan. En esta nota cuenta su experiencia.
Giordano es, desde hace casi un año, concejal por el PTP en el Frente Opositor en el departamento Albardón, de la provincia de San Juan. En esta nota cuenta su experiencia.El compañero Ruiz Giordano es, desde hace casi un año, concejal por el PTP en el Frente Opositor en el departamento Albardón, de la provincia de San Juan. En esta nota cuenta su experiencia.

Un concejal del PTP

Hoy 1448 / Reportaje a Guillermo Ruiz Giordano

 

 

—¿Cómo es ser concejal del PTP?
—Para nosotros es un espacio más de lucha. Es una experiencia nueva, y en lo personal creo que es importante saber que uno llega en base a un programa, y que no es lo mismo un partido que otro. Estoy por cumplir un año de gestión, con un programa que no es el de los demás partidos. Ser un concejal, dentro de esta institución del Estado es importante, pero no hace a la toma de las decisiones fundamentales de la política. Ser de oposición es más que nada controlar.
Yo soy de un departamento de 27 mil habitantes, un pueblo con los partidos tradicionales. Somos la principal fuerza opositora, la primera minoría. El ejercicio de la función va mostrando las características distintas del Partido. No sólo porque quienes representamos al Partido demostramos honestidad, sino en la manera de ejercerla. Hacemos rendición de cuentas de las tareas, somos empleados de los vecinos, y tratamos de encauzar los reclamos populares, las necesidades de la gente.
Soy vicepresidente del Concejo, y como militante, me pareció muy importante retomar algunas lecturas, como El Estado y la revolución, de Lenin. Tener en claro en qué tipo de Estado estamos ejerciendo la función. El acompañamiento que tengo del Partido ayuda a tener claro que es un ámbito más de lucha, que nos sirve muchísimo. Nos sirve como lo hace el movimiento obrero en una huelga, los desocupados en un corte de ruta. Encauzamos los reclamos pero sin dejar la calle. Ahí te das cuenta que el Estado está construido para que uno no pueda acceder a ejercer el poder, a la toma de decisiones, salvo que entre en negociados y acuerdos políticos, y deje de lado los intereses populares.
 
—¿Cómo es el Estado en un lugar relativamente pequeño como Albardón?
—Se nota muchísimo a esta escala. Incluso lo digo como abogado, porque en los hechos la ley, la Constitución, los derechos, los vemos violados hasta en la falta de reglamentos del Concejo, en si podemos o no votar un pedido de informes. La estructura legal del Estado está en beneficio de una clase, y no para la nuestra, precisamente. Sabemos que hay que modificar profundamente ese Estado. Sin embargo creo que hay que ser inteligentes, y lo que no podemos hacer adentro lo hacemos afuera. Nos ayuda muchísimo llegar con un Partido con características propias, para ser más conocidos, y para embebernos de una problemática que por ahí no tomamos muy en cuenta.
La problemática diaria de doña Rosa es que no le barren la vereda, que tiene problemas de acceso a la vivienda porque no fue sorteada. El Estado oculta cómo funcionan las instituciones. El 98% de los vecinos no sabe para qué es un concejal. Nosotros pedimos a los vecinos que cuando hacen un reclamo, vayan al Concejo Deliberante a presenciar las sesiones. Por primera vez hay sesiones públicas. Son avances que hacen a la vida democrática. Damos a conocer cómo es realmente el poder, damos a conocer los presupuestos. Son cuestiones vecinales. 
A la vez, hemos tenido la experiencia de participar, con los compañeros de la Juventud de la Corriente y del Partido, de distintos reclamos en fábricas. Empezamos a principio de año con el tema del aumento de salarios y en resguardo de la fuente de trabajo. Esto lo hicimos en una fábrica de galletitas comprada por Pepsico, y en una minera vinculada a Barrick. Los obreros se sorprendían de ver un concejal en la puerta de la fábrica, o en una asamblea. “¿Usted por qué está acá?”. Y yo les decía que soy concejal por un partido de los trabajadores, por eso peleamos para resguardar la fuente de trabajo. También hemos tenido experiencias con trabajadores rurales, y con pequeños y medianos productores vitivinícolas.
Después de un año, sabemos que los comentarios de los vecinos fueron, primero “los comunistas llegan al poder, ¿qué será de ellos?”. La mayoría reivindicó la honestidad, la transparencia, y que si teníamos que confrontar con cualquiera, sea el gobernador, el intendente, etc., lo hacíamos. Todos los martes a la noche, en el local del Frente Opositor que integra el PTP, nos reunimos con otro concejal del Partido de la Producción y Trabajo, a rendir cuentas a los vecinos. Eso lleva que muchísimos vecinos nos planteen los reclamos a nosotros antes que a nadie. 
 
—Tuviste distintos aprietes e intentos de coima…
—Ya en las elecciones, el intendente, que está hace 16 años, salió a rompernos los pasacalles, los afiches, a apretar la gente de nuestra lista. Tuvimos una reunión con él, con una delegación del PCR provincial, y le dijimos si estaba dispuesto a confrontar con el Partido. Si nos iban a respetar o no. No nos molestaron más. Tuvimos todos los medios de comunicación de la provincia en contra, a tal punto que dijeron que habíamos sacado el 2%, y sacamos el 35%. Los diarios dijeron que no habíamos tenido ningún concejal. Quisieron cambiar el lugar de asunción, que siempre fue en la plaza. Nuestro candidato a intendente y yo le dijimos que no respondíamos de lo que podía pasar si el acto lo hacían en un teatro y la gente no podía entrar. Se hizo en la plaza. Fue un acto histórico, en el que participaron dirigentes nacionales como Juan Carlos Alderete. Al poder eso le molestó, y el gobernador y el vice se retiraron del acto al ver que era real que había dos concejales opositores. 
Cuando empezamos a funcionar no dábamos quórum porque no había ni reglamento y nos querían patotear. Hubo ofrecimientos de coima descaradamente. Yo pensaba que iban a hacer insinuaciones, pero no. Decían “hay tanto para usted, y tanto para su gente”. Acá está lo bueno de tener un Partido como el nuestro, y que uno como militante rinde cuentas al Partido. Está lo bueno de la discusión colectiva, porque ninguno tenía experiencia sobre esto. Vamos aprendiendo, y si nos equivocamos tratamos de corregir. Los errores fueron pocos, y tuvimos triunfos grandes. Cada vez que había que votar una ordenanza importante, llenábamos de gente el Concejo, y los hacíamos confrontar a los vecinos.
Nos metimos con el tema de la minería, y ahí escarbamos cómo el Estado es saqueado. El municipio recauda por año 300 o 400 pesos por la minería, y aporta 8 o 9 millones anuales, en concepto de subsidios. El municipio le entregó 250 hectáreas a Barrick para hacer un parque industrial, y le tenía que poner asfalto, cloacas, agua potable, seguridad, iluminarias, cajeros automáticos; están exentos de tasas municipales. El municipio recauda más por tasa de cementerios, un millón de pesos, que por la minería. Vive del Estado provincial y nacional. Es escandalosa la entrega, que hemos denunciado, incluso con acciones legales. El ministro De Vido otorga un subsidio para construir un SUM, por $300.000, y lo hacen en el predio que le dan a Barrick, para sala de conferencias.
Ese parque industrial tiene 1.200 obreros, de los cuales sólo 80 son de Albardón, porque es parte del arreglo, ya que los trabajadores del parque industrial tienen sueldos mejores que los que se cobran en la obra pública, con los compañeros trabajando en cooperativas truchas vinculadas a la organización Kolina de la ministra Alicia Kirchner. Tienen salarios en negro, de $80 por día. Nosotros logramos, con una movilización que hizo la CCC, arrancarles 100 puestos de trabajo. La empresa hizo un curso de capacitación pago por dos meses, y luego tomó sólo a 10 jóvenes, diciendo que los jóvenes tenían Chagas o problemas con drogas. Ahí denunciamos al estado municipal y a la empresa, por violar los derechos de los jóvenes.
El nuestro es un departamento tradicionalmente vitivinícola. Había 18 bodegas, entre ellas Resero, una de las más importantes del país. Hoy quedan 2, y sólo una elaborando vino. Se produce un 5% de uva, y lo demás es mosto. Tenemos un sector de pequeños productores con 2 a 7 hectáreas, y grandes emprendimientos vitivinícolas de 70 a 100 hectáreas, llamados diferimientos, con apoyo del gobierno nacional y provincial. Estos diferimientos tienen menos de la mitad en producción, y la usan para dividir impuestos. Además tenemos minería calífera, donde ha crecido la producción, pero en manos de extranjeros, empresas belgas, con sueldos miserables y una explotación nunca vista.
 
—¿Cuál es tu balance de este año?
—Es más que positivo. Teníamos la doble carga de ejercer la función por primera vez, y ser un partido nuevo. Debíamos demostrar lo que habíamos prometido, en una campaña apoyada y financiada por los vecinos. Ha sido muy aceptado nuestro proyecto. Creo que la lucha parlamentaria es una lucha más que hay que dar. Si no cubrimos nosotros ese espacio lo siguen cubriendo los partidos del sistema. Es muy importante tener esos cargos, y más importante ejercerlos acorde a las directivas del partido. Mi sueldo como concejal es del Partido. Con eso financiamos el local, y una serie de gastos. Yo sigo trabajando como abogado. 
Tenemos un programa político que nos permite llegar a la gente, hay que hacerlo conocer. Mi experiencia personal es que los militantes del Partido tenemos que aprender a llegar a la gente que no milita, que no participa. Cuando tenés que ir casa por casa, tenés que ser claro en tu discurso, sin modificar tu programa. Pelear por resolver las necesidades inmediatas de la gente no es renunciar a la revolución. Nosotros estamos en esos espacios, como comunistas, y a la vez no tenemos que ser sectarios en cómo comunicar ese programa, a gente que no sabe ni lo que es el comunismo.