Algunos, cuando hablan del tema, ponen mirada socarrona y media sonrisa se les dibuja hacia un costado de la cara. Otros se justifican diciendo que “es el oficio más viejo del mundo”, como si el hecho de que una práctica tenga siglos de antigüedad alcance para que se transforme en “buena”, aunque sea cruenta y reprobable. Y la mayoría la nombra sin nombrarla. Está instalada a cada paso que uno da, está implícita en los programas del horario central y en todos los que repiten a la tarde. Tinelli la expone cada noche, la legitima, hace chistes sobre cuánto valen las mujeres, y busca transformar en cómplices a los hombres que miran desde sus casas cuando mira a cámara asomado a un culo.