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20 de junio de 2018

El peso argentino sigue desplomándose frente al dólar

Una corrida sin freno

La semana pasada asistimos a una nueva corrida contra el peso, semejante a la sufrida a comienzos de mayo (ver “El desplome del peso”, hoy número 1716), que hizo que el tipo de cambio del dólar pasara de $25 a más de $28 el viernes pasado. Es decir que el peso sufrió una nueva depreciación del 11,1% en la semana, pese a que las tasas de las Lebac (las Letras del Banco Central), que estaban fijas en 40% anual para el tramo más corto de 35 días, saltaron en el mercado secundario a 60% anual.
El aumento del precio del dólar (la devaluación del peso argentino) es un desfasaje profundo entre la demanda de dólares en la Argentina en relación a la oferta de dólares que hay, lo que estructuralmente se manifiesta en que el ingreso de dólares por las ventas al exterior de bienes y servicios y la radicación de inversiones es muy inferior a los egresos de dólares por las compras al exterior de bienes y servicios (importaciones, intereses, remesas de utilidades, turismo, etc.) y la fuga de capitales (incluidas las cuentas off-shore).
Este desfasaje en lo inmediato hace crisis porque los ingresos de dólares de exportadores e inversores son cada vez más escasos, agravado también por el decreto de enero de 2017 –como si no hubiera sido suficiente la liberación del mercado cambiario–, que autorizó a que la liquidación de exportaciones se puede hacer en un plazo de hasta 10 años desde el momento en que se produce la operación. El argumento era que eso favorecía a los sectores productivos, cuando en realidad los principales beneficiarios son los monopolios imperialistas que manejan la exportación de esos productos.

La “salida” de Sturzenegger
La eyección de Federico Sturzenegger del Banco Central, como “chivo expiatorio” de una crisis producto de toda la política del gobierno, y su reemplazo por el ahora ex ministro de Finanzas Luis Caputo no trajo buenos resultados el primer día: el viernes 15 el dólar volvió a subir cerrando a $28,84 y el índice de riesgo país que mide el JP Morgan subió un 2,2% a 551 puntos básicos (pb), su máximo desde mayo de 2016, sólo inferior a los que registran Ucrania y Venezuela.
Es que “el mercado” (eufemismo utilizado para referirse al capital financiero internacional) no considera que la devaluación del peso sea un simple producto de desaciertos del eyectado Sturzenegger. La “Carta de intención” con el FMI que se conoció el jueves pasado, firmada por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el todavía presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, compromete al gobierno a continuar la política devaluatoria, afirmando que las ventas de divisas serán “muy limitadas” para acomodar las presiones del mercado cambiario. Un dato no menor para los que piensan que los fondos prometidos por el FMI puedan ser utilizados para contener la devaluación del peso.
Como ya hemos dicho, el pacto con el FMI no es para “hacer más suave” el ajuste sobre los trabajadores y la producción nacional sino para profundizarlo, hundiendo aún más al país. El PTP y el PCR están en la primera fila de la lucha para acabar con esta política a favor de los usureros imperialistas, trabajando en el reagrupamiento de todas las fuerzas obreras y populares, patrióticas, democráticas y antiimperialistas en un paro nacional activo y multisectorial que ponga un freno a la política de hambre, entrega y represión y contribuya, con las organizaciones sociales y políticas amigas, a acumular fuerzas para conquistar otra política, una política que sea a favor de los trabajadores, el pueblo y la producción nacional. Y para esa otra política es necesario otro gobierno, un gobierno popular, nacional y democrático protagonizado por los trabajadores/as, los campesinos/as, los originarios/as, las mujeres, los/as jóvenes y los demás sectores populares.

 

Las raíces de la crisis

Esta nueva crisis cambiaria tiene las mismas raíces que la que se produjo hace apenas un mes, que llevó presuroso al gobierno de Macri a solicitar un préstamo al Fondo Monetario Internacional proponiendo un acuerdo sujeto a las condiciones que el mismo impone (ver “No al pacto entreguista”, hoy número 1717). Es el resultado de la política proterrateniente y proimperialista (de liberalización del mercado comercial y financiero) con lo que se terminó agravando “la herencia” del gobierno anterior que supuestamente iba a resolver. Se liberó el mercado cambiario sin ningún paracaídas (cambios múltiples, control de precios), por lo que la devaluación del 40% que dicha liberación produjo se trasladó rápidamente a todos los precios (mayor inflación).
Además, se pagó en efectivo la diferencia de la devaluación a todos los seguros de cambio comprometidos por el gobierno anterior, al igual que a los “fondos buitres”, se eliminaron las retenciones a las exportaciones de las mineras y cerealeras imperialistas, se liberaron y dolarizaron los precios de los combustibles, etc. Y para cubrir todos los déficits así provocados se recurrió a un alocado endeudamiento tanto externo como interno (sobre todo del gobierno nacional y del Banco Central) para financiar los desequilibrios en las cuentas fiscales y en las cuentas externas, que se agravaron de tal manera que, para fines del año pasado, se comenzó a hablar de una previsible cesación de pagos.
Esto llevó a que no sólo no se pudieran conseguir más dólares prestados, sino a que comiencen a llevarse del país abruptamente los dólares especulativos que eran lo principal del endeudamiento anterior, lo que provocó la devaluación de comienzos de mayo, renovada ahora, por lo que el dólar ya acumula un 50% de suba en lo que va del año.

 

Escribe Eugenio Gastiazoro

Hoy N° 1722 20/06/2018