En una declaración con fecha 18 de diciembre de 2007, la Coordinadora de Lucha Antimperialista de Medio Oriente denunció los bombardeos del Estado fascista turco contra supuestos refugios de la guerrilla nacionalista de Kurdistán del Sur.
Pese a su división en fracciones religiosas y políticas, la burguesía turca ha logrado unificarse en su política de negación y aniquilamiento contra el pueblo kurdo, y hacerla aprobar por el Parlamento. Esta aprobación —se señala— “fue una declaración de guerra no sólo contra la nación kurda sino también contra el movimiento progresista, revolucionario y comunista”.
La dictadura fascista turca extiende más y más su política terrorista. Promoviendo el ultranacionalismo turco, empuja a las masas a la calle para crear condiciones para ataques y matanzas. El ataque contra el Kurdistán del Sur no apunta sólo al PKK —el partido que dirige la guerrilla—: su principal objetivo es aplastar la legítima lucha de ese pueblo por su autodeterminación e impedir la histórica aspiración a constituir un estado kurdo.
“Ni los revolucionarios y comunistas ni los kurdos son terroristas. El terrorista es el Estado turco”, proclama la declaración. Y cuenta, para eso, con el guiño de la banda imperialista que dirige la Casa Blanca.
Pese a su supesta oposición a los ataques de Turquía para no deteriorar el colaboracionismo kurdo con los ocupantes yanquis en Irak, tras las negociaciones entre Bush y el primer ministro turco Erdogan, Washington ha dado luz verde a los bombardeos “limitados” de las fuerzas armadas turcas contra la población del Kurdistán.
“Los imperialistas y sus colaboradores locales —señala el comunicado— siguen tratando de que los pueblos de nuestra región se masacren unos a otros, para de este modo conservar su hegemonía, y en función de eso derraman la sangre de los trabajadores”.
02 de octubre de 2010