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05 de abril de 2017

Extractado del resumen ejecutivo del informe de coyuntura económica correspondiente al cuarto trimestre de 2016 (N°15, de marzo de 2017), del Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social (Geres).

Una economía que no arranca

Del informe trimestral de Geres

 

 
En los últimos seis años la economía argentina alternó períodos de caída con otros de ligero repunte. La fase recesiva que ha venido atravesando desde el cuarto trimestre de 2015 se inscribe en este preocupante marco de estancamiento prolongado. Como resultado, en el cuarto trimestre de 2016 la actividad económica se ubicaba en un nivel similar al que registraba hacia fines de 2010. Esto significa que hará falta mucho más que otro repunte parcial –característico, en el lapso descripto, de los años electorales– en 2017 para superar este extenso período de estancamiento y poder registrar un proceso de crecimiento genuino.
La pauta de crecimiento contemplada en el Presupuesto (3,5%) para 2017 va quedando cada vez más alejada de la realidad, en un marco en que los principales indicadores de la actividad aún no dan muestras claras de reaccionar positivamente. Si bien la economía habría tocado fondo en los últimos tres meses de 2016, los primeros indicadores disponibles de febrero –al cierre de este informe– distan de ser alentadores: la producción automotriz se desplomó un –29,7% I.A (Inter Anual)., la construcción continuó exhibiendo un magro desempeño (el Índice Construya disminuyó –6,7% y los despachos de cemento –0,4% I.A.) y las ventas minoristas se redujeron –4,1% I.A.; siendo que en febrero de 2016 dichos indicadores ya habían acusado fuertes caídas.
Por otro lado, aunque la cosecha 2016/17 sería récord –con más trigo y maíz, y menos soja–, la misma compara contra una campaña 2015/16 también voluminosa, con lo cual el incremento estimado (+8%) no implicará un aporte significativo al crecimiento del PIB.
Se trata de un contexto en el que cuesta vislumbrar factores que comanden una reactivación relevante de la economía este año, y menos aún, que posibiliten un crecimiento sostenido en el tiempo.
En el frente externo, nuestro principal socio comercial tampoco trae buenas noticias: la economía brasileña ha venido transitando una profunda recesión, con dos años consecutivos de drástica caída (–3,8% en 2015 y –3,6% en 2016), sin perspectivas de recuperación para este año (según el FMI “crecería” un insignificante 0,2%). Por consiguiente, si bien ya no contribuirá negativamente, tampoco generará una tracción relevante para la golpeada industria local.
Volviendo al ámbito local, más allá del aumento de la inversión pública –que pueda estimular a su vez la construcción– de lo que aporte la cosecha, y de alguna posible mejora de la inversión privada y las exportaciones, la chance de un repunte significativo de la economía argentina en el corto plazo dependerá sustancialmente de una recuperación del salario real que aliente el consumo privado, teniendo en cuenta que esta variable explica casi el 60% de la demanda agregada. De todos modos, desde Geres consideramos que cualquier recuperación que pueda materializarse este año será limitada y estará muy acotada en el tiempo, tratándose más bien de un repunte con relación a un 2016 fuertemente recesivo, marcado por un drástico ajuste.
(El contenido del informe puede descargarse de la página: www.economiageres.com).