El 20 de diciembre de 2022 millones se adueñaron de las calles en los festejos por el triunfo de la selección masculina de fútbol en Qatar. En Capital Federal y el Gran Buenos Aires, recibiendo a los jugadores e intentando verlos. Pero no hubo lugar de la Argentina donde no se saliera, con banderas argentinas, camisetas, cantitos (Muchachooos…., obvio), y el sentimiento nacional a flor de piel con banderas de Malvinas y “El que no salta es un inglés” repetido hasta el infinito.
Es verdad que el festejo fue transversal, y abarcó varios sectores sociales. Pero como las clases existen, y la lucha de clases también, conviene hacer el ejercicio de ver qué decían al día siguiente los grandes medios al servicio de las clases dominantes.
Y como no podía ser de otra manera, aterrados por semejante movilización, pusieron el centro en “los destrozos”, y en la “ideología del feriado”. Había que machacar contra semejante multitud que, expresando alegría y la sabiduría popular de tantas peleas en las calles, se supo cuidar sola, mostrando, horror de horrores, que la policía sólo sirve para reprimir.
Como otras veces, Macri se puso al frente de esta campaña antipopular. Oponiéndose al feriado del 20 dispuesto por el gobierno nacional para facilitar la movilización, dijo que era “poco feliz” y en otra muestra de su centralismo unitario afirmó “¿Y los jujeños? ¿Y los catamarqueños? ¿Por qué no dejan que la gente pueda decidir libremente si se pliega, dónde y cuánto tiempo?”. Claro, para Macri ni los jujeños ni los catamarqueños tenían derecho a festejar en las calles.
Ni Macri ni el resto de los reaccionarios son capaces de entender la felicidad y la alegría que se volcó a las calles ese 20 de diciembre, justito 21 años después de la pueblada que volteó a De la Rúa.
Tampoco entienden esta alegría “desordenada” y tumultuosa algunos “progres” que huyen de las masas como de la peste, menospreciando la cuestión nacional, ese hilo antiimperialista que unió a nuestro pueblo con otros tan lejanos como los de Bangladesh y la India, para no hablar de los latinoamericanos que festejaron como propio el triunfo de la selección argentina.
Alegría futbolera, desde ya. Felicidad por un inmenso triunfo de una selección, sufrido hasta el minuto final, y merecido como pocas veces. Un campeonato ganado por una selección que se identificó con el pueblo, como sólo había pasado antes con Maradona. Una selección que puso por delante lo colectivo, y con un poco de rebeldía (“andá pa’ allá, bobo”), que la hizo más querible.
Esa felicidad y esa alegría es la que los poderosos que nos oprimen y saquean no pueden permitir que florezca y se expanda. ¿Qué es ese atrevimiento de millones de tomar las calles y decidir qué hacer, adónde ir, y cómo cuidarse?
Porque como nos decía una compañera dirigente de la CCC y el PCR en la jornada de lucha del 28 de diciembre “La gente está para salir”.
Es verdad que semejante movilización popular deja mucha tela para cortar, que no se agota en estas breves líneas ni se pretende. Hay muchas cosas ciertas, como la necesidad de festejar algo entre tanta malaria; los abrazos emocionados entre desconocidos y desconocidas; la integración de los más pibes con las y los mayores (“abuela, la la la”); que millones no habían nacido o eran muy chicos en el 86; que hoy miles de mujeres más juegan al fútbol y millones lo siguen con pasión, y muchas cosas más.
Cosas que tienen que ver con ese rasgo nacional que, como supo decir Otto Vargas “es un problema esencial que debe resolver el proletariado de un país oprimido por el imperialismo en su lucha por acabar con la explotación del hombre por el hombre”.
Porque lo principal es que esa alegría se manifestó en las calles, confirmando ese rasgo tan nuestro de que todo lo importante lo conseguimos saliendo y unidos con un objetivo. Eso, para los que peleamos por la revolución con las palabras de Fucik como guía, y que salimos todos los días al combate con alegría, nos trae esperanza y ganas de seguir organizando la lucha cotidiana y haciendo crecer un Partido Comunista Revolucionario que sea vanguardia real y reconocida de esas masas.
Escribe Germán Vidal
Hoy N° 1945 11/01/2023