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13 de agosto de 2013

El kirchnerismo sufrió una gran derrota política. Grandes masas lo castigaron con sus luchas y sus votos. También castigaron a Macri, Scioli y otros gobernadores K y no K. Siempre que fue golpeado, el kirchnerismo redobló la apuesta.  Los frentes en los que participan el PTP y el PCR derrotaron la trampa de las PASO en 11 provincias, la Capital Federal y numerosas localidades: un gran esfuerzo militante. Sigue la batalla por el paro nacional, la personería del PTP, y las elecciones de octubre.

Una gran derrota del kirchnerismo

Hora Política

 
escribe Ricardo Fierro……………………..   
 

 
escribe Ricardo Fierro……………………..   
 
1. Una gran derrota K
“Somos la mayor fuerza nacional, y además somos gobierno”, afirmó Cristina Kirchner ante los resultados electorales, y levantó las manos de Filmus y Cabandié, terceros en la Capital Federal, e Insaurralde, derrotado en Buenos Aires. Agregó, además, que ella “no miente”.
Ocultar la verdad es una forma  de mentir. Y la presidenta ocultó el principal dato de las elecciones: el kirchnerismo perdió más de la mitad de los votos que sacó el 2011. Perdió casi 6 millones de votos (tuvo 11.865.055 votos en el 2011 y 5.912.141 ahora). Se podría decir que la del 2011 fue una elección presidencial, y ahora no. Pero fue Cristina K la que nacionalizó estas elecciones y se puso al frente de la campaña.
El kirchnerismo perdió en los 5 mayores distritos: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Mendoza. Perdió en provincias que gobierna: San Juan, Chubut, Santa Cruz y La Rioja. Ganó, pero con muchos votos menos que en las elecciones anteriores, en Jujuy, Tucumán, Salta (perdió en diputados), Formosa, Chaco, Entre Ríos. La lista de senadores del gobierno del MPN en Neuquén, aliado K, perdió contra la lista de Pereyra (secretario adjunto de la CGT de Moyano) que rechaza el acuerdo YPF-Chevron.
 
 
2. Más votos castigo
El kirchnerismo no fue el único castigado. El macrismo fue segunda fuerza en la Capital Federal. UNEN, una fuerza heterogénea que reunió a sectores progresistas, socialdemócratas, y otros incluso de derecha, fue el instrumento que usaron amplios sectores de la Capital Federal para castigar el pacto K-PRO que emerge atrás de los negocios inmobiliarios porteños. También frentes encabezados por la UCR fueron instrumento del voto castigo al kirchnerismo en Mendoza, Corrientes, La Rioja, y al kirchnerismo y a Peralta en Santa Cruz.
Otros gobernadores ganaron, pero sintieron el castigo en la pérdida de votos: Alperovich, Clos, etc.
Por otra parte, Compromiso Federal, mantuvo su base en San Luis, y derrotó, en San Juan, a Gioja, el “campeón”, junto a Cristina K, de la megaminería imperialista saqueadora y contaminante.
 
 
3. “Somos militantes”
Cristina K dijo en su balance de las elecciones: “Mi gran responsabilidad es la gobernabilidad de la Argentina”. “Gobernabilidad” quiere decir garantizar que el pueblo siga pagando el ajuste, la inflación y la crisis. El kirchnerismo garantiza la gobernabilidad, corrompiendo a dirigentes y trabajando para cooptar o dividir a las organizaciones sociales, criminalizando la protesta popular, transformando a la Gendarmería y la Prefectura en fuerzas de choque contra las luchas. Y ahora, con Milani y Berni al frente, crea fuerzas de choque,  de infiltración y espionaje con militares y militantes de La Cámpora.
El kirchnerismo nunca retrocedió frente a una derrota; siempre redobló la apuesta: “¡Vamos por todo!”. Sería un grave error subestimar a este gobiermo que ha mostrado su verdadera cara con Jaime, Milani y Chevron; y más ahora, cuando siente que la situación económica se presenta con más nubarrones.
El kirchnerismo tiene el gobierno, renueva los legisladores electos en el 2009 (su peor elección antes de ésta del 2013), ha desarrollado un poderoso grupo económico, financiero, multimedios, etc., tiene alianzas, y va a pelear. Ya lo dijo Cristina K: “Somos militantes”.
 
 
4. El triunfo de Massa
Amplios sectores críticos del kirchnerismo, y del peronismo opositor al kirchnerismo y a Scioli, los castigó votando al Frente Renovador encabezado por Massa. 
El triunfo amplio de Massa, en la provincia de Buenos Aires (que reúne al 37% del padrón electoral), sorprendió al gobierno K y hasta a los propios massistas. Los encuestadores pronosticaban un “empate técnico”, con una ligera ventaja de Massa. 
Ese triunfo descuartizó la estrategia electoral kirchnerista, que necesitaba una victoria amplia en Buenos Aires para compensar la previsible derrota en Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Mendoza. También, mostró la profundización de las grietas que se venían produciendo en la hegemonía kirchnerista sobre el peronismo político y sindical. 
El Frente Renovador se integró con alrededor de 20 intendentes bonaerenses, sobre todo del Conurbano (esa cifra de 20 la dio Massa), y de gran parte de la CGT Balcarce, la CGT Azul y Blanca y un sector de la CGT de Moyano. Fue un golpe muy duro a un pilar fundamental del aparato político kirchnerista. Por eso Cristina K se cargó al hombro la campaña de Insaurralde. 
El triunfo proyectó a Massa como rival del kirchnerismo, para las elecciones presidenciales del 2015. Hay que tener en cuenta que los “caudillos” peronistas tienen un gran olfato para ubicarse, más rápido que pronto, con el ganador.
Massa hizo un culto de sus no definiciones políticas. Al final de su campaña, “se arremangó”. Fue entonces cuando Lavagna le dio su apoyo y se integró a sus equipos. Lavagna fue ministro de Economía de Duhalde y de Kirchner, fue candidato presidencial en el 2007 con el apoyo del aparato de la UCR, y es un hombre de estrecha relación con grupos como Techint y Clarín. Al mismo tiempo, Massa conserva una no definición clave: no habla de la corrupción. Lo que en estas épocas de “destape” de los Lázaro Báez y los Jaime, suena como una oferta a Cristina K de una transición ordenada sin judicializar la fortuna de los Kirchner.
Ya están operando fuerzas poderosas para un entramado que reúna a Massa, De la Sota, De Narváez, Macri, etc. En relación a este armado, no hay que olvidar la presencia de Lavagna, el ministro de Economía que aplicó a fondo la brutal devaluación del peso que hizo Duhalde, que hachó los salarios, jubilaciones, planes sociales y demás asignaciones fijas.
 
 
5. Las luchas y las elecciones
Las luchas y las elecciones no son terrenos separados. Las luchas fueron el caldero del voto castigo. Con distintas formas, las protestas llegaron hasta las elecciones: el paro nacional del 20/12/2012, las huelgas de portuarios, camioneros, docentes, estatales, etc.; las movilizaciones y cortes de ruta de los desocupados, jubilados, estudiantes, las mujeres; la lucha por el castigo a los responsables de la masacres de Once y Castelar; el movimiento contra el saqueo y la contaminación de las megamineras imperialistas; las marchas y actos contra la criminalización de la protesta y los asesinatos de originarios; los pronunciamientos contra la entrega del petróleo y el colonialismo inglés en Malvinas; los cacerolazos que denunciaron la corrupción, la inseguridad, etc.
También, las elecciones influyen en las luchas. Así como el kirchnerismo usó el 54% de Cristina K en las elecciones del 2011 para tratar de frenar las luchas para hacer pasar su ajuste, ahora, la derrota electoral crea mejores condiciones para las luchas.  
Tanto el kirchnerismo y sus aliados, como sus rivales, todos los grupos de poder del bloque dominante trabajan para frenar las luchas. Es así porque parten de que se han agotado los “pilares del modelo K”, y hay que aplicar un ajuste que achique los subsidios (lo que intentó Cristina K con la “sintonía fina” después de las elecciones del 2011 y tuvo que frenar después de la masacre de Once), junto a una devaluación que licúe los salarios en beneficio de los exportadores. De ahí que haya mucho temor, entre los de arriba, a que se produzcan estallidos de lucha como los que sacudieron a Brasil. 
Frente a esto, tiene una enorme importancia el paro nacional, que unifique las luchas, y coloque a los trabajadores y el pueblo, con sus reclamos, en el centro de la escena política; y que eso tiña el tablero electoral de octubre.
 
 
6. Una gran batalla política
Las clases dominantes trabajaron para marcar la cancha en el terreno electoral. Los grandes multimedios, los K y los anti K, fueron ocupados casi totalmente por los publicitados del sistema. Estos, además, tuvieron fondos a discreción para sus campañas. El gobierno nacional y la mayoría de los de provincia usaron descaradamente recursos y medios del Estado para sus campañas. Ni el Papa Francisco se salvó de la foto de Cristina K con Insaurralde.
Fue en esas condiciones de un terreno dominado por los de arriba que se desarrolló la campaña política de las fuerzas populares, tanto de los frentes que integramos, como de otros sectores de la izquierda, progresistas, etc. Ha sido un enorme esfuerzo de cientos y cientos de compañeros y compañeras que tomaron la campaña en sus manos y la llevaron a las masas. Trabajadores, mujeres y jóvenes, que asumieron esa gran batalla política que ha sido fundamental, y en muchos casos fundacional, porque se llegó a la constitución de los frentes, en muchos casos, con apenas un par de meses para hacer conocer su existencia, sus candidatos y sus programas.
 
 
7. Los resultados
En esas condiciones, pudimos derrotar la trampa de las PASO en 11 provincias, la Capital Federal y numerosas localidades: la Alianza Frente Progresista en Río Negro con 56.247 votos (16,69%), Alternativa Popular en Tucumán con 31.803 (3,81%), el Frente Progresista Cívico y Social en Córdoba con 62.315 (3,31%), el Frente Unidad Sur en Chubut con 9.255 (3,27%), la lista Paso al Frente con 18.394 votos en la interna del Frente Amplio Progresista en Entre Ríos que tuvo el 8,37% –trabajamos junto con UP en la lista interna en el FAP con 17.082 (3,08%)–, el Frente Progresista Sur en Neuquén con 9.681 (2,86%), Camino Popular en la Capital Federal con 40.961 (2,17%), el Frente del Pueblo en Santa Cruz con 3.190 (2,12%), el Frente Popular en San Juan con 8.043 (2,07%), junto al MST en Salta con 9.524 (1,58%), el Frente del Pueblo en Santa Fe con 30.747 (1,73%).
En la provincia de Buenos Aires el Frente Popular, Democrático y Social, Podemos, que integramos junto con UP y el MST, sacó 101.243 votos (1,17%). Derrotó la trampa de las PASO en la 2° y 8° (La Plata) Sección, y en los partidos de Ensenada, Berisso, Magdalena, Quilmes, Avellaneda, Lanús, Mercedes, San Nicolás, Sarmiento, Pergamino, Mercedes, Salto, Gral. Viamonte, Junín, Lincoln, Trenque Lauquen, Chascomús, Pinamar, Coronel Rosales, Saladillo, y otras. En otras provincias también se derrotó la trampa de las PASO en municipios.
Para las dos derechas, la K y la anti K, el pueblo lo único que tiene que hacer, en política, es votar. Para las fuerzas populares, la política es impulsar las luchas, la unidad para la lucha, fortalecer las corrientes clasistas y antiimperialistas, la unidad en las multisectoriales, construir los frentes para antes, durante y después de las elecciones, difundir el programa, conquistar la personería del PTP y fortalecer el PCR. Y en relación a todo esto peleamos el voto. Sobre esa base valoramos el esfuerzo realizado, hasta dónde llegamos, y sacamos enseñanzas de lo que hicimos bien, lo que tenemos que mejorar y qué cosas corregir.
En resumen, valoramos los pasos que damos en la lucha y en las elecciones, para profundizar el camino del Argentinazo; preparándonos para las nuevas batallas que lleven a conquistar un gobierno popular, patriótico, democrático y antiimperialista, hegemonizado por la clase obrera. n
1. Una gran derrota K
“Somos la mayor fuerza nacional, y además somos gobierno”, afirmó Cristina Kirchner ante los resultados electorales, y levantó las manos de Filmus y Cabandié, terceros en la Capital Federal, e Insaurralde, derrotado en Buenos Aires. Agregó, además, que ella “no miente”.
Ocultar la verdad es una forma  de mentir. Y la presidenta ocultó el principal dato de las elecciones: el kirchnerismo perdió más de la mitad de los votos que sacó el 2011. Perdió casi 6 millones de votos (tuvo 11.865.055 votos en el 2011 y 5.912.141 ahora). Se podría decir que la del 2011 fue una elección presidencial, y ahora no. Pero fue Cristina K la que nacionalizó estas elecciones y se puso al frente de la campaña.
El kirchnerismo perdió en los 5 mayores distritos: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Mendoza. Perdió en provincias que gobierna: San Juan, Chubut, Santa Cruz y La Rioja. Ganó, pero con muchos votos menos que en las elecciones anteriores, en Jujuy, Tucumán, Salta (perdió en diputados), Formosa, Chaco, Entre Ríos. La lista de senadores del gobierno del MPN en Neuquén, aliado K, perdió contra la lista de Pereyra (secretario adjunto de la CGT de Moyano) que rechaza el acuerdo YPF-Chevron.
 
 
2. Más votos castigo
El kirchnerismo no fue el único castigado. El macrismo fue segunda fuerza en la Capital Federal. UNEN, una fuerza heterogénea que reunió a sectores progresistas, socialdemócratas, y otros incluso de derecha, fue el instrumento que usaron amplios sectores de la Capital Federal para castigar el pacto K-PRO que emerge atrás de los negocios inmobiliarios porteños. También frentes encabezados por la UCR fueron instrumento del voto castigo al kirchnerismo en Mendoza, Corrientes, La Rioja, y al kirchnerismo y a Peralta en Santa Cruz.
Otros gobernadores ganaron, pero sintieron el castigo en la pérdida de votos: Alperovich, Clos, etc.
Por otra parte, Compromiso Federal, mantuvo su base en San Luis, y derrotó, en San Juan, a Gioja, el “campeón”, junto a Cristina K, de la megaminería imperialista saqueadora y contaminante.
 
 
3. “Somos militantes”
Cristina K dijo en su balance de las elecciones: “Mi gran responsabilidad es la gobernabilidad de la Argentina”. “Gobernabilidad” quiere decir garantizar que el pueblo siga pagando el ajuste, la inflación y la crisis. El kirchnerismo garantiza la gobernabilidad, corrompiendo a dirigentes y trabajando para cooptar o dividir a las organizaciones sociales, criminalizando la protesta popular, transformando a la Gendarmería y la Prefectura en fuerzas de choque contra las luchas. Y ahora, con Milani y Berni al frente, crea fuerzas de choque,  de infiltración y espionaje con militares y militantes de La Cámpora.
El kirchnerismo nunca retrocedió frente a una derrota; siempre redobló la apuesta: “¡Vamos por todo!”. Sería un grave error subestimar a este gobiermo que ha mostrado su verdadera cara con Jaime, Milani y Chevron; y más ahora, cuando siente que la situación económica se presenta con más nubarrones.
El kirchnerismo tiene el gobierno, renueva los legisladores electos en el 2009 (su peor elección antes de ésta del 2013), ha desarrollado un poderoso grupo económico, financiero, multimedios, etc., tiene alianzas, y va a pelear. Ya lo dijo Cristina K: “Somos militantes”.
 
 
4. El triunfo de Massa
Amplios sectores críticos del kirchnerismo, y del peronismo opositor al kirchnerismo y a Scioli, los castigó votando al Frente Renovador encabezado por Massa. 
El triunfo amplio de Massa, en la provincia de Buenos Aires (que reúne al 37% del padrón electoral), sorprendió al gobierno K y hasta a los propios massistas. Los encuestadores pronosticaban un “empate técnico”, con una ligera ventaja de Massa. 
Ese triunfo descuartizó la estrategia electoral kirchnerista, que necesitaba una victoria amplia en Buenos Aires para compensar la previsible derrota en Córdoba, Santa Fe, Capital Federal y Mendoza. También, mostró la profundización de las grietas que se venían produciendo en la hegemonía kirchnerista sobre el peronismo político y sindical. 
El Frente Renovador se integró con alrededor de 20 intendentes bonaerenses, sobre todo del Conurbano (esa cifra de 20 la dio Massa), y de gran parte de la CGT Balcarce, la CGT Azul y Blanca y un sector de la CGT de Moyano. Fue un golpe muy duro a un pilar fundamental del aparato político kirchnerista. Por eso Cristina K se cargó al hombro la campaña de Insaurralde. 
El triunfo proyectó a Massa como rival del kirchnerismo, para las elecciones presidenciales del 2015. Hay que tener en cuenta que los “caudillos” peronistas tienen un gran olfato para ubicarse, más rápido que pronto, con el ganador.
Massa hizo un culto de sus no definiciones políticas. Al final de su campaña, “se arremangó”. Fue entonces cuando Lavagna le dio su apoyo y se integró a sus equipos. Lavagna fue ministro de Economía de Duhalde y de Kirchner, fue candidato presidencial en el 2007 con el apoyo del aparato de la UCR, y es un hombre de estrecha relación con grupos como Techint y Clarín. Al mismo tiempo, Massa conserva una no definición clave: no habla de la corrupción. Lo que en estas épocas de “destape” de los Lázaro Báez y los Jaime, suena como una oferta a Cristina K de una transición ordenada sin judicializar la fortuna de los Kirchner.
Ya están operando fuerzas poderosas para un entramado que reúna a Massa, De la Sota, De Narváez, Macri, etc. En relación a este armado, no hay que olvidar la presencia de Lavagna, el ministro de Economía que aplicó a fondo la brutal devaluación del peso que hizo Duhalde, que hachó los salarios, jubilaciones, planes sociales y demás asignaciones fijas.
 
 
5. Las luchas y las elecciones
Las luchas y las elecciones no son terrenos separados. Las luchas fueron el caldero del voto castigo. Con distintas formas, las protestas llegaron hasta las elecciones: el paro nacional del 20/12/2012, las huelgas de portuarios, camioneros, docentes, estatales, etc.; las movilizaciones y cortes de ruta de los desocupados, jubilados, estudiantes, las mujeres; la lucha por el castigo a los responsables de la masacres de Once y Castelar; el movimiento contra el saqueo y la contaminación de las megamineras imperialistas; las marchas y actos contra la criminalización de la protesta y los asesinatos de originarios; los pronunciamientos contra la entrega del petróleo y el colonialismo inglés en Malvinas; los cacerolazos que denunciaron la corrupción, la inseguridad, etc.
También, las elecciones influyen en las luchas. Así como el kirchnerismo usó el 54% de Cristina K en las elecciones del 2011 para tratar de frenar las luchas para hacer pasar su ajuste, ahora, la derrota electoral crea mejores condiciones para las luchas.  
Tanto el kirchnerismo y sus aliados, como sus rivales, todos los grupos de poder del bloque dominante trabajan para frenar las luchas. Es así porque parten de que se han agotado los “pilares del modelo K”, y hay que aplicar un ajuste que achique los subsidios (lo que intentó Cristina K con la “sintonía fina” después de las elecciones del 2011 y tuvo que frenar después de la masacre de Once), junto a una devaluación que licúe los salarios en beneficio de los exportadores. De ahí que haya mucho temor, entre los de arriba, a que se produzcan estallidos de lucha como los que sacudieron a Brasil. 
Frente a esto, tiene una enorme importancia el paro nacional, que unifique las luchas, y coloque a los trabajadores y el pueblo, con sus reclamos, en el centro de la escena política; y que eso tiña el tablero electoral de octubre.
 
 
6. Una gran batalla política
Las clases dominantes trabajaron para marcar la cancha en el terreno electoral. Los grandes multimedios, los K y los anti K, fueron ocupados casi totalmente por los publicitados del sistema. Estos, además, tuvieron fondos a discreción para sus campañas. El gobierno nacional y la mayoría de los de provincia usaron descaradamente recursos y medios del Estado para sus campañas. Ni el Papa Francisco se salvó de la foto de Cristina K con Insaurralde.
Fue en esas condiciones de un terreno dominado por los de arriba que se desarrolló la campaña política de las fuerzas populares, tanto de los frentes que integramos, como de otros sectores de la izquierda, progresistas, etc. Ha sido un enorme esfuerzo de cientos y cientos de compañeros y compañeras que tomaron la campaña en sus manos y la llevaron a las masas. Trabajadores, mujeres y jóvenes, que asumieron esa gran batalla política que ha sido fundamental, y en muchos casos fundacional, porque se llegó a la constitución de los frentes, en muchos casos, con apenas un par de meses para hacer conocer su existencia, sus candidatos y sus programas.
 
 
7. Los resultados
En esas condiciones, pudimos derrotar la trampa de las PASO en 11 provincias, la Capital Federal y numerosas localidades: la Alianza Frente Progresista en Río Negro con 56.247 votos (16,69%), Alternativa Popular en Tucumán con 31.803 (3,81%), el Frente Progresista Cívico y Social en Córdoba con 62.315 (3,31%), el Frente Unidad Sur en Chubut con 9.255 (3,27%), la lista Paso al Frente con 18.394 votos en la interna del Frente Amplio Progresista en Entre Ríos que tuvo el 8,37% –trabajamos junto con UP en la lista interna en el FAP con 17.082 (3,08%)–, el Frente Progresista Sur en Neuquén con 9.681 (2,86%), Camino Popular en la Capital Federal con 40.961 (2,17%), el Frente del Pueblo en Santa Cruz con 3.190 (2,12%), el Frente Popular en San Juan con 8.043 (2,07%), junto al MST en Salta con 9.524 (1,58%), el Frente del Pueblo en Santa Fe con 30.747 (1,73%).
En la provincia de Buenos Aires el Frente Popular, Democrático y Social, Podemos, que integramos junto con UP y el MST, sacó 101.243 votos (1,17%). Derrotó la trampa de las PASO en la 2° y 8° (La Plata) Sección, y en los partidos de Ensenada, Berisso, Magdalena, Quilmes, Avellaneda, Lanús, Mercedes, San Nicolás, Sarmiento, Pergamino, Mercedes, Salto, Gral. Viamonte, Junín, Lincoln, Trenque Lauquen, Chascomús, Pinamar, Coronel Rosales, Saladillo, y otras. En otras provincias también se derrotó la trampa de las PASO en municipios.
Para las dos derechas, la K y la anti K, el pueblo lo único que tiene que hacer, en política, es votar. Para las fuerzas populares, la política es impulsar las luchas, la unidad para la lucha, fortalecer las corrientes clasistas y antiimperialistas, la unidad en las multisectoriales, construir los frentes para antes, durante y después de las elecciones, difundir el programa, conquistar la personería del PTP y fortalecer el PCR. Y en relación a todo esto peleamos el voto. Sobre esa base valoramos el esfuerzo realizado, hasta dónde llegamos, y sacamos enseñanzas de lo que hicimos bien, lo que tenemos que mejorar y qué cosas corregir.
En resumen, valoramos los pasos que damos en la lucha y en las elecciones, para profundizar el camino del Argentinazo; preparándonos para las nuevas batallas que lleven a conquistar un gobierno popular, patriótico, democrático y antiimperialista, hegemonizado por la clase obrera.