Los datos del mes de febrero, a pesar de ser el mes más corto del año, mostraron una aceleración de la inflación: fue del 3,8%, después que había sido del 2,9% en enero y del 2,6% en diciembre de 2018. Así en los dos primeros meses de 2019, el índice de precios al consumidor (IPC) ya lleva acumulado un 6,8%, lo que ha significado en un año, por la devaluación y las tasas de interés siderales, una inflación del 53,8%, el valor más alto desde 1992.
Los mayores aumentos de precios en febrero fueron del 5,7% en Alimentos y Bebidas no alcohólicas, que en enero había sido del 3,4%, y del 6,4% en vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, que en enero había sido del 3,1%. Está claro que el golpe principal del ajuste inflacionario cae sobre los sectores de más bajos ingresos en la sociedad.
La aceleración de la inflación muestra claramente que los incesantes aumentos de precios no son por un aumento de los ingresos de los trabajadores o de la cantidad de dinero en circulación. Sino por una política que ha agravado todos los males de la dependencia del imperialismo y del latifundio en el campo, con el libre movimiento de capitales que ha llevado a una mayor dolarización de la economía, que infla los costos y hunde los salarios y la producción y el comercio nacionales. Así tenemos una cada vez más profunda recesión con una creciente inflación, que traslada ingresos de los sectores del trabajo y la producción hacia los sectores monopolistas de la tierra y el capital, particularmente los vinculados al capital financiero imperialista. Política que el gobierno de Macri profundiza tras su acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Como consecuencia de esta política de distribución regresiva de los ingresos que implica la creciente dolarización e indexación de los contratos, se viene dando el cierre de empresas y un pronunciado aumento de los despidos y las suspensiones, como se observó también en el mes de febrero. El Informe estadístico Tendencias del 8/3/19, registró que sólo en el sector de trabajadores formales los despidos alcanzaron en sólo un mes a 16.880 trabajadores, arrojando un incremento del 349,5% anual, que se distribuyeron principalmente en la construcción, la industria manufacturera, el comercio, el transporte, las comunicaciones y otros servicios. En cuanto a las suspensiones, éstas alcanzaron sólo en febrero a 4.890 trabajadores, lo que arroja una pronunciada suba del 168,4% anual, localizadas principalmente en la industria automotriz y autopartes, petróleo, papel, electrodomésticos y vidrio.
No obstante esta realidad que estamos viviendo, el viceministro Miguel Braun, de la misma familia que Marcos Peña, aseguró que la recesión “se terminó, el salario se recuperó, la inflación está mejor y el dólar sube poco” (Infobae.com, 14/3/19). Se ve que estos “técnicos” viven en otro mundo.
Hoy N° 1759 20/03/2019