En el Día Internacional de la Mujer, rendimos homenaje a María Remedios del Valle, una heroína de la guerra de la independencia, que integró el ejército patrio y terminó como mendiga en Buenos Aires, ante la indiferencia de quienes gobernaban en 1827.
En el Día Internacional de la Mujer, rendimos homenaje a María Remedios del Valle, una heroína de la guerra de la independencia, que integró el ejército patrio y terminó como mendiga en Buenos Aires, ante la indiferencia de quienes gobernaban en 1827.
Como “Las niñas de Ayohuma”, se conoce genéricamente a un grupo de mujeres que se integró al ejército del Norte, desarrollando tareas de logística y cuidado de los heridos. Eran soldados del ejército patrio al mando del general Manuel Belgrano, que venía de ser derrotado en Vilcapugio y ahora lo era en Ayohuma, el 14 de noviembre de 1813. La zona en que se desarrolló el combate de Ayohuma queda en Bolivia, cerca de la ciudad de Potosí. En la revista Crónica histórica Nº 18 del año 1968, leemos:
“Deambulando por la Plaza de la Victoria, en San Francisco, San Ignacio o Santo Domingo, podía verse en Buenos Aires, en 1827, a una anciana mendiga, de tez morena, que pedía limosna. Se alimentaba con los restos de comida y el pan que le daban en los conventos.”
María Remedios del Valle. Nunca se supo cómo terminó en el Río de La Plata, pero era una de las niñas de Ayouma, se comentaba en la ciudad. Habían pasado 14 años desde la batalla, por lo tanto algunos veteranos la conocían. El general Juan José Viamonte después de mirarla detenidamente, le preguntó su nombre. Al oírlo se volvió a sus acompañantes: “Esta es ‘La capitana’, dijo, ‘La Madre de la Patria’, la misma que nos acompañó al Alto Perú. Se trata de una verdadera heroína”.
Viamonte no la olvidó. Cuando fue elegido diputado a la Sala de Representantes presentó ante ésta, el 25 de setiembre de 1827, una solicitud de pensión por los servicios prestados en la guerra de la Independencia.
El 18 de febrero de 1828, Viamonte consiguió que se llevara el proyecto a la consideración de la Legislatura, y según consta en las actas dijo: “Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna… Esta mujer es realmente una benemérita. Ha seguido al ejército de la Patria desde el año 1810, y no hay acción en el Perú en la que no se haya encontrado. Es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de bala, y lleno también de las cicatrices por los azotes recibidos de los enemigos, y no se debe permitir que deba mendigar como lo hace”.
Según esas mismas actas, un diputado argumentó que la provincia de Buenos Aires no tenía porqué hacerse cargo de un servicio prestado a toda la nación; otro dijo que la nación todavía no estaba organizada, por lo tanto había que esperar.
La pensión fue votada por mayoría, y eso permitió que la historia se conociera. Sin embargo jamás se la pagaron, y su cadáver y su partida de defunción no fueron encontrados.