Para el gobierno de Macri, todos los reclamos y manifestaciones, no importa su legitimidad y quiénes sean los autores, confluyen o son parte de un supuesto “plan destituyente” del kirchnerismo. Y no importa si con ello denigra a todo un pueblo de trabajadores, defensores de los derechos humanos y la dignidad nacional. Como dijo incluso Elisa Carrió: “Esa política de Durán Barba de paz y amor se terminó” (Clarín, 22/04/2017).
Para el gobierno de Macri, todos los reclamos y manifestaciones, no importa su legitimidad y quiénes sean los autores, confluyen o son parte de un supuesto “plan destituyente” del kirchnerismo. Y no importa si con ello denigra a todo un pueblo de trabajadores, defensores de los derechos humanos y la dignidad nacional. Como dijo incluso Elisa Carrió: “Esa política de Durán Barba de paz y amor se terminó” (Clarín, 22/04/2017).
La polarización Macri-Cristina, república-choripanes, puede ser una estrategia electoral eficaz. Pero nos retrotrae a la política y los valores culturales de la república oligárquica, contra la que ya se alzó Leandro Alem en 1890. Antes eran los indolentes tehuelches, los invasores mapuches o la resaca de la inmigración europea, y sus hijos; después los “cabezas negras”… Y hoy se desata en particular contra los inmigrantes de los países hermanos y sus descendientes, y los descendientes de los originarios, del norte al sur de la República. Valores culturales oligárquicos que impregnan incluso a muchos nietos de la anteriormente denostada inmigración, particularmente del sur y del este europeo. Como se pudo ver en el exabrupto del edil macrista Ricardo Perisi quien, durante el desarrollo de una sesión del Concejo Deliberante de Esquel, Chubut, llamó “negros de mierda” a un grupo de manifestantes y además “agradeció a Dios no contar con sangre mapuche o tehuelche”. Y ante el escándalo nacional que produjeron sus dichos, sostuvo: “Yo no me arrepiento, me mantengo firme en lo que digo. Yo nací y me críe en este pueblo conviví con mucha gente de su raza y tengo grandes amigos de ellos“. Una justificación semejante a la de los racistas europeizantes, que siempre dicen tener algún “judío amigo”.
La polarización Macri-Cristina no se reduce a una estrategia que enturbia el proceso electoral, sino que va mucho más allá. Tiene un claro contenido de clase como ya se vio frente a los reclamos y manifestaciones de los trabajadores y demás sectores populares el año pasado.
Polarización que profundizan el gobierno y los medios afines para denostar el reclamo ya no sólo de los abiertamente marginados por el sistema (desocupados, originarios y campesinos pobres) sino también el creciente reclamo ante su política oligárquico-dependiente, por cada vez más vastos sectores obreros, campesinos, populares, democráticos y patrióticos, y justificar su represión. Así lo hemos podido ver con su propaganda para denostar las gigantescas manifestaciones de marzo con la que logró cierto éxito en sectores medios con su movilización del 1 de abril (1A) que utiliza para darse ínfulas en su polarización política de la peor estofa oligárquica. En esa línea hay sectores cristinistas que le hacen el juego, creyendo que de esa manera van a recuperar votos, aunque el macrismo termine siendo el principal beneficiario ya que es hoy quien hegemoniza en el Estado y cuenta con el favor de la mayoría de los medios al servicio de las clases dominantes.
Un caso paradigmático es el de los trabajadores de la educación. Para imponerles un salario de hambre no solo basureó a sus dirigentes gremiales con la farsa de negociaciones inamovibles, sino a todos los trabajadores y, en particular, a los de la escuela pública que son los que tienen que trabajar en las peores condiciones y haciéndose cargo de hasta las más elementales necesidades de los chicos. Si para la presidenta Cristina Fernández, los docentes eran “privilegiados” porque según ella trabajaban sólo cuatro horas por día y “gozaban” de tres meses de vacaciones, para el presidente Mauricio Macri no sólo son “vagos”, sino también kirchneristas que usan de “aguantadero” a la escuela pública, con lo que de paso también denigra a ésta para favorecer la enseñanza privada. Aquí también hay sectores cristinistas que, tratando de que se olvide su gestión anterior, le hacen el juego a esa polarización que beneficia principalmente al macrismo, ensuciando el justo reclamo de salarios dignos y de defensa de la educación pública.
El enlodamiento que hacen el macrismo y la mayoría de los “formadores de opinión” afines, de las luchas obreras, campesinas, populares, democráticas y patrióticas, puede permitirle ganar “opinión favorable” e incluso votos en sectores medios influenciados por la cultura oligárquica racista y proimperialista, aunque también sean afectados por esa política en sus intereses inmediatos como pequeños empresarios e incluso trabajadores de ingresos más elevados. Pero tiene patas cortas, como enseña la historia. En nuestro caso, la mayoría ya lo vivimos con las dictaduras militares e incluso con gobiernos “representativos” que se autocalificaron de liberales o populistas según el caso, para imponer dañinas polarizaciones y preservar el sistema oligárquico-imperialista. Sólo uniéndonos contra éste, podremos derrotar estas polarizaciones y avanzar en una salida verdaderamente democrática y popular en favor de la liberación del pueblo y de la Nación.