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12 de diciembre de 2019

Recuperar la moneda para el trabajo y la producción nacionales

Una reforma monetaria integral

El gobierno de Macri deja récords en materias como la inflación, el endeudamiento y las tasas de interés astronómicas, lo mismo que en la catastrófica caída del crédito y de la inversión. En cuanto a las reservas monetarias, si bien algo se han recuperado con el llamado “cepo duro”, el Banco Central informó que al 22 de noviembre las reservas brutas sumaban u$s43.589 millones, cuando al 10 de agosto de 2019 antes de las elecciones PASO dichas reservas eran de u$s66.309 millones y las netas (de libre disposición) no llegaban a los u$s20 mil millones.

En los últimos doce meses la caída de los depósitos en pesos y en dólares equivale a la friolera de u$s31.804 millones. Esto ha reducido aún más la capacidad prestable del sistema financiero, aunque existe una gran cantidad de dinero retenido en la especulación por la política monetaria del macrismo. En particular con las Leliq y los pases a corto plazo que endeudan al Banco Central. Si bien ha habido una reducción en el stock de Leliq –con la plata retenida en los encajes no remunerados que deben mantener los bancos–, el mismo todavía supera los $760.000 millones, con un costo en intereses que se duplica anualmente. A esto hay que sumar los pases pasivos, hoy en $234.682 millones, con renovaciones diarias de capital e intereses.

Hay emergencias que son prioritarias, pero para que sean sostenibles es fundamental el desarmado de esta bomba inflacionaria, y la derivación de esos fondos que están en la especulación al trabajo y la producción. Esto no se resuelve simplemente con un mayor “poder de policía” o postergando las deudas usurarias, sino que requiere una política que defienda el valor del peso argentino. Lo que plantea la necesidad de una reforma monetaria que saque esos fondos de la especulación financiera y oriente el uso del dinero y las divisas hacia la mejora de los salarios y las jubilaciones, precios sostén en origen a las producciones regionales, créditos para los pequeños y medianos emprendedores del campo y las ciudades, etc., así como fondos para la reactivación plena de los ferrocarriles y una YPF 100% estatales.
Dicha reforma monetaria consiste en lo siguiente:

Cambio de la moneda. Se emitirá un nuevo tipo de billetes, denominados peso argentino, con una equivalencia a los 50 pesos actuales, y se dará una semana para su depósito, lo mismo que para las monedas extranjeras, bonos, letras, etc. Pasados los 10 días, aquellos perderán todo su valor. Los depósitos que superen el equivalente de 500.000 pesos deberán comprobar su origen.

Por cada depósito se hará una restitución inmediata en la nueva moneda (a uno por 50) hasta un monto de 50.000 pesos o valores equivalentes por persona. En cuanto a las empresas se dará también inmediatamente dicho equivalente por cada persona que ocupen.

Los montos que superen esos máximos, serán devueltos en la nueva moneda (a uno por 50) totalmente o en cuotas, si se garantiza su uso para la producción sea en el suelo (agro y minería), la pesca, la industria, el comercio o la construcción. Lo mismo en todos los casos que se trate de emergencias de salud o situaciones semejantes. En cuanto a los títulos especulativos (bonos del Tesoro y del Banco Central) sus valores serán cambiados a uno por 100 y se condonarán todas las deudas a la mitad de su valor nominal. Así se evitará la quiebra de las empresas y se producirá una disminución real y duradera de los costos financieros.

Todo esto volcará una gran masa de dinero y de divisas a la producción –que hoy están en la especulación– y, por diferencia de cambio, el Estado podrá disponer de una cantidad de dinero para créditos promocionales y preferenciales para la pequeña y mediana producción, y de divisas para las necesidades de importación orientadas hacia un verdadero desarrollo de la producción nacional.

Al mismo tiempo, se congelarán todos los precios de la canasta básica alimentaria y de servicios, y el Estado se comprometerá a no emitir un solo peso argentino que no tenga su equivalencia en la producción, prohibiéndose el déficit fiscal y aplicándose un impuesto patrimonial de emergencia del 50% a todos los bienes inmuebles y un impuesto al capital revaluado de hasta el 50% sobre el anterior valor de los bienes.

El Estado tendrá el monopolio de la moneda extranjera y será severamente reprimida la tenencia o tráfico de éstas y el contrabando.
Esta reforma monetaria debe ser acompañada de la nacionalización del crédito y del manejo del comercio exterior, para tener los instrumentos que permitan el uso total del dinero y las divisas para la producción, terminando con la especulación de las grandes entidades financieras y de las exportadoras de retener los dólares para forzar su devaluación y con los negociados de la subfacturación o sobrefacturación que realizan también los monopolios exportadores o importadores.

Escribe Eugenio Gastiazoro

Hoy N° 1795 12/12/2019