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18 de febrero de 2015

Una respuesta a la Presidenta

De la JCR de Santa Fe Capital

Parte del discurso de la presidenta, del miércoles 11 de febrero. “Nosotros somos el amor por la patria. El amor por el otro. Dejemos que los otros tengan odio, nosotros jamás odiemos. El odio termina enfermando las cabezas, las almas y los corazones… el odio se lo dejamos a ellos. El amor es nuestro. El odio, el agravio, la infamia, la calumnia, se la dejamos a ellos. Nosotros nos quedamos con la Asignación Universal por Hijo, con las Jubilaciones, el Matrimonio Igualitario, con la ampliación de derechos, con los convenios colectivos de trabajo, con el mejor salario mínimo vital y móvil de toda la historia, con la industria nacional, con las inversiones en infraestructura, con la educación, con las universidades, con los científicos, con las escuelas, con los chicos… y ¿saben qué? Nos quedamos con el canto, nos quedamos con la alegría, con ese grito de Viva la patria y a ellos les dejamos el silencio. Siempre les gustó el silencio. ¿Saben por qué? Porque no tienen nada que decir o porque no pueden decir lo que piensan”.
La Patria somos nosotros, señora, el pueblo. 
Si usted llama Patria al “otro”, es que no ha de sentirse parte de ella.
Usted se queda con muchas cosas del pueblo.
Se queda con gran parte del sudor de nuestro trabajo, que aún insiste con llamarle ganancia. Se queda con el IVA de nuestros alimentos. 
Con las tierras, que aún insiste con llamarle desiertos. 
Con la salud de los jóvenes, que las drogas les quita.
Con la cultura, que se la apropia para desvirtuarla.
Usted se queda con muchas cosas que ganó el pueblo.
Pero no quiera engañarnos.
No quiera borrar la historia de un plumazo. 
Lo que ganó el pueblo, se lo ganó poniendo el lomo, luchando y hasta derramando sangre.
Sangre que usted nunca limpió. Entierros a los que no asistió. Mártires que nunca reconoció.
No es al pueblo al que usted le regaló cosas.
Nosotros sentimos amor y también sentimos odio, como cualquier ser humano. No hay por qué ocultarlo. 
Sentimos amor por los pueblos hermanos del mundo, oprimidos por esos a los que, usted, no les tiene odio. Por esos a quienes les llama aliados estratégicos. Amor por los pueblos sometidos a guerras injustas. Sometidos por esos a los que usted les saldó sus deudas ilegítimas. 
A esos y a los “abominables lacayos nacionales, que regalan por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos”, como les llamó Evita, les tenemos odio. 
Un odio que nos haría impotentes, si no sintiésemos amor e infinita confianza en las infinitas energías revolucionarias de las masas.
Odiamos la mentira, porque les es útil a los perversos para negar su responsabilidad. Porque es la esencia de los cínicos que calumnian sin descaro. Porque es el arma de los opresores para confundir y dividir a los oprimidos. 
Un arma que los revolucionarios no podemos usar. 
Por eso amamos la verdad, algo que, Usted, no puede decir.
Por último, déjenos decirle, y a riesgo de parecer ridículos, que los revolucionarios verdaderos estamos guiados por grandes sentimientos de amor.
¡Viva la Patria! ¡Vivan las luchas de los pueblos oprimidos del mundo!