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02 de octubre de 2013

Una subordinación creciente a China

El rumbo de la política económica kirchnerista

La semana pasada, cuando las reservas brutas del Banco Central cayeron del piso de los 35.000 millones de dólares, por debajo del nivel de 2007, desde el gobierno kirchnerista se volvió a reflotar la idea de amortiguar esa caída con la firma de un nuevo “swap” (trueque de monedas) con China, como el que se firmó en 2009, que quedó en el limbo.

La semana pasada, cuando las reservas brutas del Banco Central cayeron del piso de los 35.000 millones de dólares, por debajo del nivel de 2007, desde el gobierno kirchnerista se volvió a reflotar la idea de amortiguar esa caída con la firma de un nuevo “swap” (trueque de monedas) con China, como el que se firmó en 2009, que quedó en el limbo.
Por este convenio Argentina recibiría en yuanes el equivalente a 10.000 millones de dólares, a cambio de entregar el equivalente en pesos correspondientes al tipo de cambio oficial. Pero los chinos prefieren volver a hablar de esto recién después de las elecciones, esperando para entonces una mayor devaluación oficial (por ejemplo, a través de un desdoblamiento del mercado cambiario, con un “dólar financiero” más caro en pesos).
Por otro lado, como el yuan no es convertible al dólar, ese “swap” sólo serviría para evitar el uso de dólares para mayores compras en la propia China, con la cual el país tiene déficit creciente en el intercambio comercial. Dicho déficit pasó a ser de 2.322 millones de dólares en el primer semestre de 2013, en comparación con los 1.650 millones del primer semestre de 2012. En este período, si bien crecieron las compras chinas en productos primarios (el 59,1% de sus compras son productos sin manufacturar), un mayor aumento tuvieron sus ventas en bienes de consumo (el 24,4% del total de bienes de consumo que importó Argentina) y en productos electrónicos y sus partes que se emplean en el armado de los mismos aquí (particularmente en Tierra del Fuego), con todas las ventajas impositivas que les da la supuesta política de sustitución de importaciones.
El “salvavidas” chino
“Aunque no haya agua nos tiramos igual a la pileta…” (Palabras de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, el viernes 20 de septiembre, durante el acto en las “piletas de Ezeiza”, provincia de Buenos Aires).
La afirmación de Cristina de la semana anterior también es aplicable a la política del gobierno kirchnerista –como expresión de un sector de burguesía intermediaria del imperialismo–, de atar a la Argentina a una “relación estratégica” con el nuevo imperialismo de China. Tema que está presente desde el ascenso al gobierno de Néstor Kirchner (para comprender la “racionalidad” de muchas medidas del gobierno que aparecen como irracionales, es clave el libro de Arnoldo Gómez, El proyecto K. La nueva hegemonía y el ascenso chino, Editorial Agora, Buenos Aires, 2013).
Baste recordar que tan temprano como noviembre de 2004, Kirchner y sus colaboradores apostaban a que la breve visita del presidente chino Hu Jintao significaría la puesta en marcha de una “relación estratégica” con el gigante asiático, hablando que éste aportaría 20.000 millones de dólares, con los que supuestamente nos liberaríamos del FMI, el Club de París y demás acreedores imperialistas. Idea ésta que distintos representantes chinos pronto se encargarían de desinflar, señalando que “la relación con el Brasil va más rápido que con la Argentina” (Río Negro, 11/11/2004).
Desde entonces, y a pesar de todas “las pruebas de amor” que le ha dado el gobierno kirchnerista, al decir del continuador de la relación de Ricardo Jaime con China, el ministro Randazzo (ver “La ‘revolución ferroviaria’… china”, en hoy 1487), el imperialismo chino se sigue comportando como cualquier otro imperialismo capitalista. Exigiendo ventajas y subordinación a cambio de insinuaciones de “ayudas” que ni siquiera quedan escritas.
Al respecto, también se puede recordar cuando en 2007, la ministra Felisa Miceli (la que olvidó el bolso con dólares en su baño del Ministerio), a cambio de apoyar el ingreso de China al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), fue a la reunión en Guatemala esperando interesar al presidente del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, por los bonos de deuda de la Argentina. “La intención es diversificar las fuentes de financiamiento y en este caso interesar a la república China sobre los bonos argentinos. La Argentina podría ser el primer país de Latinoamérica donde China invierte sus reservas”, registró de una fuente de la comitiva argentina el diario El Cronista (19/03/2007).
 
Un entreguismo costoso
Sigue estando claro entonces que si el gobierno kirchnerista insiste con el “acuerdo estratégico” con China, o a un solo producto como la soja, está llevando al país a una creciente subordinación por un lado y, por el otro, a pagar un precio altísimo por “sus desplantes” a los imperialistas rivales de la alianza atlántica, al hacer esto sin tener una política verdaderamente nacional, para no hablar ya de popular.
En la relación “estratégica” con China, este imperialismo es el que también tiene el sartén por el mango. Por ejemplo, en el caso de la soja, lo que compran los chinos de la Argentina es apenas un 10% de sus compras totales, mientras compran el 44% en Estados Unidos y el 41% en Brasil, en “alianza” con los monopolios imperialistas, en particular estadounidenses y europeos, que manejan el comercio internacional de granos.
En tanto, el gobierno de Cristina Fernández sigue dando nuevas “pruebas de amor” a China, como permitirle –a través del Congreso Federal Pesquero– el ingreso de 20 buques para la captura de calamar, en desmedro de los pesqueros nacionales. La flota china pertenece a las empresas Chiarpesca y Fénix International.
Pese a lo cual, la empresa Tierra del Fuego Energía y Química (Tdfeyq), cuya principal accionista es la estatal china Shaanxy, ya decidió desactivar su proyecto para la producción de fertilizantes en esa provincia, a raíz de los problemas para contar con insumos y el abastecimiento de gas (Urgente24.com, 22/9/2013).