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19 de octubre de 2012

Dos enfermeras del Hospital Ramos Mejía, donde estuvo internada una víctima de las redes de trata, relataron a nuestro semanario detalles reveladores de cómo la actual política de salud lo único que hace es agravar los males de las víctimas.

“Una víctima de trata no es una paciente más”

Hoy 1441 / Intentaron frenar un aborto no punible en Capital Federal

El hecho tomó estado público a partir de que el jefe de gobierno Mauricio Macri dijo el 5 de octubre que el martes 9 se practicaría el primer aborto no punible en el Ramos Mejía. Una de nuestras entrevistadas, M, dice que “el gran responsable es Macri, que dio esa conferencia de prensa, con toda la intención que una ONG presente un recurso para frenar el aborto. Las apelaciones que hizo el gobierno, también fueron para dilatar, por suerte la Corte resolvió rápido, porque quieren que llegue a las 12 semanas, y ahí no se puede hacer la intervención, como pasó en otros casos”.
M cuenta que la paciente llegó al hospital la primera semana de octubre, diciendo que “era víctima de trata, y que no quería tener ese bebé; al principio no le creyeron. Esa semana estuvo en el limbo. El médico que estaba a cargo, estuvo toda esa semana viendo cómo iba a manejar la situación, partiendo que este caso entraba dentro del protocolo de abortos no punibles”. Como parte de ese protocolo implica informar al director del hospital y al Ministerio de Salud porteño, el caso tomó trascendencia, y se dilató la intervención. Aquí, como dicen las trabajadoras, está una de las trampas del protocolo porteño.
A dice indignada “¿A una chica víctima de las redes de trata, violada decenas de veces, le das el alta? ¿No le hacés el aborto aunque hay un protocolo, y un fallo de la Corte? Una piba víctima de las redes de trata no es una paciente más. Hay que tomar medidas, porque la inoperancia le pudo costar la vida a esta mujer”.
Luego M cuenta detalles del operativo armado el martes 9, para impedir la intervención médica. “La paciente se interna el lunes a la noche, y el martes a la mañana nos encontramos con dos personas diciendo que vienen de un juzgado a entregar una notificación a la paciente, sabiendo el nombre y apellido. Gran error dejarlos entrar sin pedirles credenciales, resultaron ser dos abogados de la organización Pro Vida, que estaba haciendo un escrache en la puerta del hospital. Mintieron para entrar y prepotear a la paciente. La chica se pone a llorar. Imaginate que es una habitación chiquita con una puerta corrediza, que entra una sola persona. ¡Y estos tipos llevaban el oficio del juzgado para frenar la intervención! Le dijimos a la chica que no firme, y no firmó. Le dicen a los médicos que se suspende el procedimiento, ahí se arma un tole tole. Los médicos llamando al director, yo que consigo por otra compañera el teléfono del legislador Bodart, que no tenía idea quién era pero aparecía el único recurso para salvaguardar a la paciente. Caían funcionarios chapeando, abogados, cualquiera intentando convencerla que no se haga la intervención. No sabés lo que era esa sala. Todos haciéndola pelota a la chica. Ahí se desbordaron los médicos, a los gritos. Todo delante de las otras 23 pacientes, muchas con sus bebés, dando la teta, con distintas problemáticas. Eso a nadie le importó, ni al director ni a los funcionarios. Ese es el trato que reciben las mujeres que vienen a parir a los hospitales. Después los trabajadores nos hicimos una autocrítica, y vimos que esto no puede ocurrir más”.
Nuestra otra entrevistada reflexiona: “Esto también es responsabilidad de la dirección del hospital, y de esta política de salud. Nosotros no tenemos el más mínimo instructivo de qué hacer con una víctima de trata, como si estos temas no existieran. A lo que M agrega “Acá llega una chica una noche y te dice ‘me escapé de un prostíbulo’, y no sabés a quién llamar. En todo esto que pasó el director fue un obstáculo todo el tiempo”.

 

El hospital se viene abajo
Para A “El problema es que se quiso hacer todo legal, no supieron interpretar el protocolo, y quisieron quedar bien con la Iglesia. Está mal si lo hicieron por no saber, y está peor si lo hicieron adrede. Esto lo que hace es demostrar lo mal que se trabaja en este hospital. Trabajamos en un ambiente de tensión, de corrupción. Desde cosas chiquitas como que hay un estacionamiento para los trabajadores y otro para los jefes, hasta que los jefes vienen a la hora que quieren. Es un sistema que te lleva a la corrupción de acomodarse para laburar poco, porque cobrás mal, negociar con los gremios, los médicos, meterse en los cargos a dedo.
“El hospital se viene cada vez más abajo. Se fundó hace 139 años, con 1.200 camas para internación, y ahora no se llegan a internar 300 pacientes. Hay un deterioro constante en la salud pública, y en los recursos humanos. En la Capital Federal faltan como 3.000 enfermeros. El promedio de edad de los que hay es de 50/55 años. Compañeros que están trabajando doble turno. Imaginate como está después de 12 horas para atender a los pacientes, a veces con un enfermero para dos salas. Mucha responsabilidad para un mal sueldo. Cobramos 13 pesos la hora. Así se trabaja. La verdad que uno sigue acá porque tiene ideales, y defiende la salud pública y el derecho de los que no tienen cómo atenderse si no es en el hospital público”.

 

“Las mujeres no van a querer venir al hospital”
Cuentan las trabajadoras que tuvieron que plantarse para que el abogado que acercó Bodart pudiese tomar contacto con la paciente, y que “cualquiera puede haberle dado la información de la historia clínica al cura”, ya que la misma está en un estante de la sala. Sobre esto, M nos dice que la paciente, ese martes que volvió al hospital, contó cómo el cura primero la llamó, y luego fue hasta la casa con dos mujeres, presionándola para que siga con el embarazo, amenazándola con “tocar la campana de la iglesia cada hora diciendo su nombre”, si avanzaba con el aborto. Para M, “Si uno contara en un libro lo que vivimos ese día, sería una obra de terror. Ahora resulta que tiene que ir a declarar todo el personal de Obstetricia. Nos preguntan a nosotros por qué no se hizo la intervención antes. Eso lo tiene que responder el director del hospital y los funcionarios.”
Finalmente, las compañeras dan cuenta de su enojo, porque como dice A “Es terrible la violencia que ejercieron con esa piba, que encima de ser víctima de trata y múltiples violaciones, venía cualquiera y la agredía a gritos, no le ofrecieron seguridad cuando le dieron el alta, le retrasaron el aborto. Qué les queda a las chicas para las que el hospital era el último recurso. No van a venir y se van a hacer abortos clandestinos, con lo que va a haber más muertes”.