Rosa Nassif
Compañeros y compañeras:
Rosa Nassif
Compañeros y compañeras:
En momentos en que la disputa entre las dos superpotencias lleva al mundo al abismo de una tercera guerra mundial; en momentos en que nuestro país, parte de ese Tercer Mundo oprimido y saqueado por las dos superpotencias, transita la crisis más terrible de su historia; en momentos en que el hambre sigue asolando los hogares populares, mientras los asesinos, los ladrones y los corruptos, los responsables de 30.000 desaparecidos y de la destrucción del país siguen sueltos e impunes, porque en el gobierno ha predominado una línea de compromisos con la dictadura, una línea proterrateniente que nos ata cada vez más al imperialismo ruso y nos humilla una y otra vez ante el imperialismo yanqui e inglés; en estos momentos difíciles para los pueblos del mundo y para nuestra patria, el PTP levanta esta tribuna para llamar a la clase obrera, al pueblo y a todos los patriotas realmente interesados en defender los intereses nacionales y populares, a movilizarse para garantizar un sí rotundo y masivo a la propuesta papal, que rubrique, con la fuerza que sólo puede dar la movilización popular, una paz definitiva con el hermano pueblo de Chile. Eso será sin duda un gran triunfo de la lucha antiimperialista y tercermundista de nuestro pueblo, y de todos los pueblos del mundo que enfrentan el expansionismo y el guerrerismo de las superpotencias.
Tenemos el orgullo de compartir la tribuna, con el partido que ha sido vanguardia de la lucha de nuestro pueblo que impidió los planes belicistas de la dictadura; del partido que se atrevió, con la decisión y la firmeza de quienes sólo tienen compromisos con la clase obrera y el pueblo, a plantear, desde los socavones de la clandestinidad impuesta por el terror fascista de la dictadura, allá en los años 77, que era necesario impedir la guerra con Chile. Y lo hizo no desde un pacifismo abstracto. Lo hizo planteando que se trataba de una guerra injusta, en la que nuestro país iba a ser usado como punta de lanza de una potencia imperialista, del socialimperialismo ruso.
El Partido Comunista Revolucionario planteó, desde una justa posición internacionalista proletaria, que si la clase obrera y el pueblo de Chile y Argentina no lograban impedir la guerra, debían dar vuelta los fusiles y transformar la guerra fratricida en la tumba de las dictaduras proimperialistas de Videla y Pinochet. Tenemos el honor de compartir la tribuna con ese partido, y con su máximo dirigente, el compañero Otto Vargas, perseguido por la dictadura y con orden de captura durante nueve meses de gobierno alfonsinista, por el solo delito de haber hablado en otro acto como éste, donde levantó las imperecederas banderas del marxismo-leninismo, las banderas de los verdaderos comunistas. Hoy, Otto Vargas está entre nosotros, como un triunfo importantísimo de la lucha democrática y antiimperialista de nuestro pueblo.
Una maniobra dilatoria y divisionista
La resolución definitiva del conflicto con Chile por el Beagle, trasciende totalmente los objetivos mezquinos que han guiado al gobierno de Alfonsín para convocar a la consulta. Objetivos que han despertado con razón la desconfianza y la oposición de vastos sectores de nuestro pueblo, descreídos de los fines democráticos y pacifistas que proclama el gobierno. Máxime si se recuerda que el doctor Alfonsín fue parte del coro que allá por los años 77-78 justificaba la política belicista de la dictadura.
Alfonsín ha convocado a una consulta después de casi seis años de mediación papal. Una consulta no obligatoria, que resulta, más allá de lo que quieren sinceramente importantes sectores de la UCR interesados realmente en la paz con Chile, objetivamente una maniobra dilatoria, divisionista y diversionista.
El doctor Alfonsín, en lugar de firmar lisa y llanamente el acuerdo –teniendo para ello el apoyo de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, que se había manifestado en históricas movilizaciones en el año 78, cuando logró impedir la guerra a la que nos llevaba la dictadura; y que contaba además, como es público, con el acuerdo de la Presidente del Partido Peronista, Isabel Perón–, convoca a esta consulta y maniobra tratando de dividir a la oposición y al pueblo. Junto con ello, trata, como es público y notorio, de usar lo del Beagle para tapar otros importantísimos problemas de nuestro pueblo y de nuestro país. Nos referimos a ese drama cotidiano de los hogares populares y de todo nuestro pueblo, que observa día a día agravarse su situación. Nos referimos al hambre, a la mortalidad infantil, a la desocupación; a los inundados del Chaco, de Corrientes y de todo el Litoral, que siguen inundados después de años y años; a la crisis pavorosa de las economías regionales del Noroeste, del Noreste, del sur, de todo el país; nos referimos, en definitiva, a todo ese gran drama cotidiano en el que se resume el drama de nuestro país, que vende barato los cereales a los rusos para pagar la usura del Fondo Monetario Internacional.
No se nos oculta que el gobierno de Alfonsín intenta usar lo del Beagle para tapar todos estos importantísimos problemas, como no se nos oculta que intenta obtener también con la consulta un mezquino rédito electoralista. Y el pueblo, que advierte esta maniobra, que teme aparecer avalando una política económica y social que mayoritariamente repudia, como lo ha demostrado en el paro del 3 de setiembre de la CGT, puede responder absteniéndose. Se habla ya de un abultado porcentaje de abstenciones. Tróccoli ha hablado de un 30 ó 40 por ciento, y algunos funcionarios del gobierno hablan de hasta un 50 por ciento de abstenciones, que sumados a los votos por el No darían como resultado un SÍ débil que signaría la fragilidad del acuerdo, y que podría ser usado en el futuro para negarle validez.
Tenemos que decir que el doctor Alfonsín se ha movido como si buscara este resultado, que parece buscar un SÍ débil. Y sería un gravísimo error que por manifestar una oposición al gobierno y a la maniobra, facilitáramos este resultado.
El Beagle y la disputa de las dos superpotencias
Por eso nuestro Partido llama a las fuerzas populares a movilizarse planteando que es posible dar vuelta el guante, a través de una manifestación masiva por el Sí a la propuesta papal; hay que dar vuelta el guante, además, denunciando las cuestiones de fondo que se ocultan detrás del conflicto del Beagle. Porque detrás del conflicto del Beagle se esconde la disputa entre las dos superpotencias por el control de una zona clave para controlar el Atlántico Sur y las rutas marítimas. Es imposible entender la historia del desarrollo del conflicto del Beagle, la posición de la dictadura de Videla-Viola y, finalmente, la posición del gobierno de Alfonsín, si no se tiene en cuenta este trasfondo de la disputa de las superpotencias alrededor de una zona estratégica clave, en función, sobre todo, de una tercera guerra mundial.
Al borde de la guerra
¿Cómo era esta disputa en el año 1976, cuando se instala la dictadura, surgida del golpe al que Orestes Ghioldi y otros dirigentes del falso Partido Comunista habían caracterizado como “inédito”, para señalar que esta vez no lo dirigían los yanquis sino los rusos? ¿Cómo era la situación internacional y la disputa entre las dos superpotencias en ese momento?
En el año 76 los yanquis se encontraban en retirada, golpeados por la gran oleada revolucionaria de fines de la década del 60 y principios del 70. Los rusos, que habían hecho de la patria de Lenin una gran potencia imperialista, aprovecharon esa oleada, y a través de Vietnam lograron hacer realidad el viejo sueño de los zares de un puerto en el Pacífico Meridional. Empujaron a Vietnam a ocupar Laos y Camboya. Lograron hacer pie firmemente en Afganistán y extenderse hacia el Océano Indico. Mezclaron sus agentes entre los revolucionarios nacionalistas etíopes y lograron extenderse hacia el Mar Rojo. Y montados en una fracción del movimiento liberador angoleño, utilizando el aparato colonial portugués, y utilizando mercenarios cubanos, esos verdaderos gurkas de los rusos a los que habría condenado indignado el revolucionario Che Guevara, logran tomar el poder en Angola, y a través del puerto de Luanda logran hacer pie en la ribera oriental del Atlántico Sur. Les faltaba, para completar su dispositivo expansivo, hacer pie en la ribera occidental: es decir, en nuestro Atlántico Sur.
Es en ese momento que los sectores prosoviéticos del Ejército argentino rechazan el laudo de 1977 en forma intempestiva, colocan la situación al borde de la guerra e inician simultáneamente una asquerosa campaña chovinista, racista, que distorsiona nuestra historia y la historia de los pueblos latinoamericanos. Todo, con el único objetivo de empujarnos a ser punta de lanza de la política y de las demás necesidades expansionistas de la URSS. En consonancia con esto, los sectores prosoviéticos de Perú y de Bolivia empujan a una guerra con Chile en el Norte, y en esta situación parecía no quedar otra alternativa que la intervención armada del imperialismo yanqui, en defensa de la dictadura proyanqui de Pinochet. Y en esa circunstancia, no hubieran quedado tampoco más posibilidades que la intervención armada del imperialismo ruso en apoyo de la dictadura prorrusa de Videla-Viola, ¡que era en realidad lo que estaban buscando!
Pero la lucha popular hizo que la dictadura y los rusos fracasaran. Gigantescas movilizaciones por la paz, y en los hechos contra la dictadura, ganaron las calles en todo el país. El movimiento obrero, los intelectuales, las mujeres, los jóvenes, tuvieron un papel destacado. Y la Iglesia Católica jugó un rol decisivo. La dictadura siguió maniobrando y dilatando. Pero la intervención de los países latinoamericanos, el poder contar y aprovechar todas las contradicciones, hicieron que se pudiera parar el brazo fratricida de la dictadura. Y se logró imponer la mediación papal. Centenares de miles de jóvenes y de mujeres, enlazando las banderas argentinas y chilenas, lograron parar el brazo fratricida de la dictadura. Fue un duro golpe para el violovidelismo. Fue la primera vez que el pueblo hacia retroceder a la dictadura. Fue un golpe del que no se repondría nunca más.
Cuando en el año 82 se produce un desplazamiento interno en la dictadura, los sectores representados por Galtieri corren el foco del problema fronterizo con Chile y apuntan al problema colonial con los ingleses. Y entonces sucede lo que es conocido. Ni las superpotencias ni los imperialismos podían tolerar que un país del Tercer Mundo, como el nuestro, controlara esa zona clave para el control del Atlántico Sur y para el paso entre los dos océanos.
El imperialismo británico provocó la agresión armada. Fuimos derrotados en la justa guerra de Malvinas. Y a partir de entonces se levantó en esas islas una poderosísima base militar, que condiciona toda la situación en el Atlántico Sur. Esta es la situación actual, compañeros.
Vigencia de la propaganda de la dictadura
Consideramos necesario volver a los argumentos chovinistas y racistas que metió la dictadura cuando intentaba llevarnos a la guerra con Chile. Consideramos necesario volver a ellos, no sólo porque a esos argumentos recurren ahora los belicistas, chovinistas y los gorilas empedernidos como Rojas y Menéndez, que no tienen vergüenza en hablar de soberanía cuando toda la vida no han hecho otra cosa que pisotear la base de toda soberanía, la soberanía popular. También a esos argumentos inventados por la dictadura, como el del principio bioceánico, vuelven los dirigentes del falso Partido Comunista y el coro de fuerzas prosoviéticas de otras fuerzas políticas. Pero consideramos que la razón más importante por la cual tenemos que volver a esos argumentos, es porque los mismos han penetrado profundamente, y han confundido a vastos sectores de nuestro pueblo y de patriotas que quieren realmente defender la soberanía nacional.
La dictadura, con el objeto de llevarnos a una guerra fratricida, tuvo que distorsionar la historia nacional y latinoamericana, y también la historia de la disputa de límites con Chile y el contenido de los acuerdos firmados entre los dos países.
Las lecciones de nuestra historia
Tenía que distorsionar la historia, para llevarnos a repetir la trágica historia de vernos envueltos en una guerra no al servicio de los intereses nacionales, sino al servicio de los imperialismos, de los terratenientes y de la gran burguesía.
Así sucedió muchas veces en nuestra historia. Así fue en el siglo pasado en la Guerra del Pacífico, cuando Chile y Bolivia se enfrentaron. Miles de muertos de nuestros pueblos, ¿y todo para qué? Para que el imperialismo inglés se quedara con el salitre y el guano del desierto de Atacama. Así fue también en la década del 30, ya en este siglo, en la Guerra del Chaco. Paraguay y Bolivia se despedazaron. ¿Y todo para qué? Para que los imperialistas ingleses, yanquis y alemanes se repartieran las riquezas forestales y petrolíferas de la zona. Así fue, también, hace más de cien años, cuando los ingleses empujaron a Argentina, a Brasil y a Uruguay, a la guerra de la Triple Alianza; en realidad guerra de la triple infamia contra la nación paraguaya. Guerra en la que en desigual batalla, hombres, mujeres y hasta niños dieron su vida en defensa de la patria. En la mujer paraguaya, casi única sobreviviente de esa guerra infame, quedó simbolizado para siempre el coraje indómito de la mujer americana, que ha sabido y sabe defender con su vida, sus hijos, sus hombres, su tierra y su patria.
Así quería llevarnos también la dictadura a despedazarnos, esta vez entre chilenos y argentinos. Querían apartarnos del camino de unidad latinoamericana que los patriotas de la Independencia, como San Martín, O’Higgins, Bolívar, supieron seguir. Estos patriotas que hicieron de los Andes el imponente escenario de la gran batalla por la libertad de América.
Para obligarnos a enfrentarnos entre hermanos tenían que llevarnos a traicionar el mandato sanmartiniano y hacernos creer que nuestros hermanos eran nuestros enemigos, para hacernos creer que nuestros enemigos eran nuestros amigos. Tenían que llevarnos a que olvidáramos lo que había dicho San Martín: ¡que nunca jamás ningún país ganado para la libertad de América, debía mancharse con sangre de hermanos!
La Patagonia y sus verdaderos dueños
Para conseguir esos fines, la dictadura debía también trastocar la historia de nuestros límites con Chile. Tenía que ocultar –y ocultó celosamente– que el principal territorio en disputa después de la Independencia, entre Chile y la Argentina, había sido la Patagonia. Ese inmenso territorio, defendido con bravura durante más de tres siglos frente al conquistador español por araucanos, tehuelches, pampas, los verdaderos dueños de esa tierra. Esos pueblos de valor legendario, de los que con orgullo nos sentimos herederos, no se sometieron jamás, ni reconocieron soberanía argentina, chilena ni española. En el momento de la Independencia, esos territorios llegaban casi hasta el río Salado. La nación mapuche, unificada bajo la dirección de Calfucurá, era muy superior en extensión a la entonces República Argentina. Y cuando los revolucionarios de Mayo se enfrentaron con los españoles, estos pueblos indígenas se unieron con los patriotas, afirmando, como lo dijeron al pactar con Chiclana, que ellos eran también americanos, como el gobierno de Buenos Aires, y que tenían que unirse, porque “si los maturrangos volvían a mandar en el país, iban a poner a los indios en término de comer pastos”.
Cuando en 1879 la oligarquía argentina ocupa esos territorios a sangre y fuego, ¡habrán de demostrar ya los terratenientes argentinos que no iban a tratar mejor a los hijos de nuestra tierra que los maturrangos!
El Tratado de 1881
Los terratenientes argentinos ocupan la Patagonia, disputada con Chile, en un momento en que los terratenientes chilenos estaban ocupados en la Guerra del Pacífico en el Norte. A los pocos años, se firma el Tratado de 1881, que es la base en la que se establecen los límites entre los dos países, y por el cual Chile reconoce a la Argentina la posesión de la Patagonia y la Argentina reconoce a Chile, en cambio, la posesión del Estrecho de Magallanes, de la mitad de la isla de Tierra del Fuego y de las islas al sur del canal de Beagle. A la oligarquía argentina, con mucha vocación vacuna y ninguna vocación marítima –ni nacional, desde ya– no le preocupaban los territorios al Sur, como tampoco le preocupaba el mar. Tenía lo que quería: tierra y pasto para sus ovejas. Esto quedaría palmariamente demostrado cuando el Protocolo aclaratorio de 1893; cuando a cambio de los fértiles valles cordilleranos disputados por Chile, la oligarquía argentina entregó Puerto Natale, por el cual nuestro país tenía salida al Pacífico. Es en relación a esta transacción concreta, que el Protocolo de 1893 dice que Chile no puede pretender punto alguno hacia el Atlántico, y Argentina no puede pretender punto alguno hacia el Pacífico. Se refiere concretamente, y en forma exclusiva, a la parte continental que estaba en disputa. Y no se trata, de ninguna manera, de un principio general, que se pueda hacer extensivo a las islas al Sur, o manejarse en forma general como lo ha querido hacer la dictadura, como se ha seguido repitiendo hasta el cansancio, y como, me atrevo a decir, la mayoría de nuestro pueblo ha llegado a creer: que tal principio bioceánico, invento de la dictadura, existe. Es absolutamente falso este principio. En primer lugar porque Chile tiene ya puntos en el Atlántico, como por ejemplo la mitad de la isla Navarino y otras islas del sur, que siempre nuestro país ha reconocido como chilenas. Pero además debemos señalar que ese principio, que no tiene sustento histórico ni jurídico en relación a la zona en litigio, es un principio contrario al interés nacional. El interés nacional pide, exige, que nuestro país se integre con los países hermanos del Pacífico, que pueda tener salida por los puertos pacíficos de Concepción o de Valparaíso o de Antofagasta, puertos chilenos; y que a cambio, demos a Chile salida por puertos atlánticos como Puerto White y otros.
Atlántico y Pacífico
La oligarquía terrateniente y la gran burguesía de la Pampa Húmeda, han modelado un país de cara al Atlántico. Por él se drenan las riquezas que produce nuestro pueblo. Ligados primero al imperialismo británico; apéndices hoy del imperialismo ruso, al que le vende la mayor parte de nuestra producción de cereales, de lana y de cueros, los terratenientes argentinos han sacado siempre la riqueza por el Atlántico. Se da así esa terrible paradoja de que millones de toneladas de alimento salen por el Río de la Plata y nuestros chicos se mueren de hambre. ¡En eso está resumida la famosa vocación atlántica de los terratenientes argentinos!
Queremos –y decimos que esto hace al interés nacional– que la producción del Noroeste, de Cuyo, del Sur, salga por el Pacífico, hacia ese extraordinario centro tecnológico, comercial y productivo que va a ser el centro del siglo XXI. Pero entiéndase bien: no queremos que nuestras riquezas, en lugar de drenarse por el Atlántico, se drenen por el Pacífico. No queremos que en lugar de que hagan negocios dos o tres terratenientes de la Pampa Húmeda, lo hagan dos tres terratenientes del Noroeste, o de Cuyo o del Sur. No: queremos terminar con los terratenientes y el imperialismo. Queremos la integración de un país donde los campesinos y los obreros rurales tengan su tierra, donde haya salarios dignos y haya vivienda, con una industria pujante y un fuerte mercado interno. Queremos todo eso, en fin, ligado al cumplimiento de todo el Programa de nuestro Partido. Queremos un Chile y una Argentina en el Atlántico y en el Pacífico, liberados de opresores internos y externos, hermanados en su voluntad tercermundista y enfrentando el expansionismo de las superpotencias.
Las razones del Sí
Hemos sostenido, desde diciembre de 1980, cuando trascendió la propuesta papal, que estábamos de acuerdo. Hoy no se conoce todavía exactamente qué es lo que se ha firmado, pero entendemos que, en rasgos generales, por lo que se conoce, no se ha modificado sustancialmente la propuesta que había trascendido en 1980. Nosotros planteamos en ese momento, sin vacilar, que apoyábamos la propuesta papal: en primer lugar porque entendíamos que el principal interés nacional era la paz con Chile. Entendemos también que la paz con Chile será beneficiosa para la lucha de nuestros hermanos chilenos. Porque firmada la paz, el tirano Pinochet no podrá utilizar, como en su momento lo trató de hacer Videla, la defensa de la patria para parar la heroica lucha democrática y antidictatorial del pueblo chileno.
Por eso es totalmente interesada la posición de los dirigentes del Partido “Comunista” y de todo ese coro de fuerzas prosoviéticas, que sostienen ahora que el Sí o el No no tienen nada que ver con la guerra, ni con la paz. Como si estuviéramos en la estratosfera, como si no fuera una zona donde todos saben que estuvimos a punto de matarnos entre hermanos. Pero lo que ellos quieren con todo eso, no es otra cosa que debilitar la aprobación y el apoyo a la propuesta papal. Nosotros sostenemos que hay que apoyar la propuesta papal, además, porque como lo dijimos en su momento, resuelve en forma beneficiosa para el país la principal cuestión que quedaba planteada en 1977, que era la jurisdicción marítima. Adjudicadas las islas a Chile, Chile tenía derecho a 200 millas marítimas. Por lo que se conoce, la propuesta papal ha limitado extremadamente las millas de soberanía chilena, y ha otorgado a nuestro país la mayor parte de las millas marítimas restantes, con lo que la Argentina tiene garantizado el acceso por aguas propias a Ushuaia y a la Antártida Argentina.
Nuestros verdaderos enemigos
Y finalmente, hemos sostenido y sostenemos, que hay que apoyar la propuesta papal, porque resuelto el conflicto con Chile, podremos poner a foco quiénes son nuestros verdaderos enemigos. Nuestros verdaderos enemigos no son nuestros hermanos chilenos. Nuestros verdaderos enemigos son los rusos que se llevan nuestras riquezas y que rapiñan en las aguas del Atlántico Sur, con franquicias especiales en los propios puertos argentinos; son esos pesqueros rusos tras los cuales se encubre la Marina de Guerra rusa. Son los pesqueros ingleses, y todos esos piratas modernos que rapiñan en nuestras aguas territoriales. Nuestros enemigos son los yanquis, que nos sojuzgan y nos saquean a través de la deuda externa y de las regalías. Nuestros enemigos son los ingleses que ocupan nuestras Islas Malvinas y poseen centenares de miles de hectáreas en nuestra Patagonia. Nuestros enemigos son los imperialismos y las superpotencias, que no reconocen soberanía argentina ni chilena en la Antártida.
Tendremos que unirnos con Chile y con nuestros pueblos hermanos de Latinoamérica y del Tercer Mundo, para defender verdaderamente nuestros derechos pisoteados. Porque tenemos que estar claros que somos un país sólo formalmente independiente, pero somos un país verdaderamente dependiente en lo económico, en lo político y en lo cultural. Sobre eso deben reflexionar nuestros compañeros patriotas del peronismo y de otras fuerzas populares, que por ver la maniobra y por ver los objetivos mezquinos y estrechos del gobierno de Alfonsín puedan correr el problema de fondo. Y en el problema de fondo puedan correr quiénes son nuestros verdaderos enemigos. Ese ha sido precisamente, como demuestran las lecciones de nuestra historia, el arte de todos nuestros enemigos: dividir al pueblo y enfrentarnos con los países hermanos para poder seguir oprimiéndonos y sojuzgándonos.
Por eso queremos terminar, insistiendo en el llamado a movilizarse a todas las fuerzas populares para lograr un Sí rotundo a la propuesta papal, un Sí rotundo a la lucha por la unidad latinoamericana y del Tercer Mundo contra el expansionismo de las superpotencias. Un Sí rotundo en la lucha por liberarnos de nuestros enemigos internos y externos. Un Sí rotundo que ayude a avanzar en el camino de la lucha por la liberación nacional y social de nuestro pueblo.
¡Que las banderas que San Martín y O'Higgins levantaron en los Andes, se enarbolen sostenidas por pueblos que a ambos lados de la Cordillera se hayan liberado, no sólo de los tiranos, sino de los terratenientes y de los imperialistas que sostienen a esos tiranos!
Otto Vargas
Camaradas, amigos:
En torno a esta cuestión del Beagle, que hoy nos convoca, hemos asistido durante los últimos años a una campaña desenfrenada de mentiras. Un ejército de sirvientes de los intereses antinacionales –desde Neustadt, Grondona, Gambini, voceros ayer del Proceso y hoy de la “democracia”, hasta ese almirante, el almirante Rojas, cuyo solo nombre trae el recuerdo de una época de oprobio y de entrega nacional–, se han disfrazado de patriotas y defensores de la soberanía. Han destilado durante años el veneno de una campaña chovinista, asquerosamente racista, que hacía el eco a aquel ministro del Interior que había descubierto que la Argentina era uno de los tres países de raza blanca del mundo, el general Harguindeguy. Era la época en la que los que hacen la moda habían popularizado la canción de un cantautor, como se dice ahora, que nos explicaba que nosotros no teníamos nada que ver con América Latina; nosotros los argentinos veníamos a ser como el clavel del aire, no teníamos raíces, porque habíamos venido de los barcos. Y mientras esto sucedía, por las noches en todo el sur, en Cuyo y otros lugares del país, los camiones del Ejército cargaban a los trabajadores chilenos, los separaban de sus mujeres y sus hijos y los tiraban como bestias a la frontera.
Toda esta campaña ha tenido como finalidad confundir al pueblo. Es un viejo ardid de las clases dominantes, que siempre quieren demostrar que los problemas de la política internacional son problemas complicados, problemas complejos que no pueden ser entendidos por un obrero de fila, por un mensual de estancia y por un ama de casa. Y esto no es verdad, como aquí ha dicho la compañera Rosa Nassif. Atrás del problema del Beagle no están, en esencia, las cuestiones de dónde se encuentra esta isla o tal canal, sino que se mueven los intereses imperialistas que han querido lucrar con una diferencia entre dos países hermanos.
Siempre ha sido así. Desde que se creó el Virreinato del Río de la Plata, la Argentina ha interesado, por sobre todo, porque está ubicada en la divisoria de los dos grandes océanos de la tierra. Ayer disputaban ingleses, franceses, alemanes; después ingleses y yanquis, por el carbón, el cobre y el salitre chileno, por las praderas argentinas. Pero siempre, siempre, ha interesado el problema de las rutas marinas, Y ahora ese problema interesa más que nunca, porque en caso de una tercera guerra mundial ese problema va a ser decisivo para definir quién va a vencer a quién.
Hoy atrás de este problema se manejan sobre todo las dos superpotencias que disputan por el dominio del mundo, los Estados Unidos y la Unión Soviética,
El Beagle y la realidad del mundo actual
Por eso tiene importancia que fijemos nuestra atención en qué es lo que ha cambiado en el mundo con relación a los años 77 y 78, a los que se refirió la compañera Rosa. Y a 1982, cuando fue recuperada la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, las Georgias y las Sandwich del Sur. El cambio principal que se ha producido es que ha sido derrotada la línea conciliadora, apaciguadora, llamada “munichista”, en los Estados Unidos. Era una línea que a fines de la década del setenta hizo concesión tras concesión al socialimperialismo soviético. Y esa línea ha sido derrotada por una línea conservadora, belicista, que encabeza Reagan. Es una línea que defiende con saña cada una de las posiciones del imperialismo norteamericano, y las va a seguir defendiendo, como lo ha demostrado en el Líbano y como lo ha demostrado en Grenada. Es una línea que enfrenta la estrategia global del socialimperialismo soviético con otra estrategia global. Que enfrenta al armamentismo frenético de los soviéticos, con otra campaña frenética de armamentos. Al mismo tiempo, gobiernos conservadores han triunfado en Japón, en Canadá, en Alemania Federal, en Gran Bretaña, y la fuerza de este giro a la derecha de los países del mundo capitalista liberal es de tal magnitud, que está haciendo girar a la derecha a los gobiernos socialdemócratas de España, de Francia y de Italia.
Por otro lado esto crea graves problemas a su rival imperialista, la Unión Soviética. En estos días estamos viendo la lucha feroz de camarillas en el seno del Politburó ruso. Ellos tienen que decidir qué van a hacer, cómo van a enfrentar esta campaña armamentista general de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, el socialimperialismo ruso, que parecía imparable a fines de la década del setenta, está sufriendo golpes muy duros. Ha fracasado la quinta campaña de cerco y aniquilamiento de los gloriosos guerrilleros camboyanos; acaba de fracasar otra nueva campaña de aniquilamiento de la gloriosa guerrilla afgana; el Ejército ruso ha debido introducir en estos días miles de soldados en Afganistán, porque los que tiene no le alcanzan; sigue la lucha heroica del pueblo eritreo en Etiopía, y sigue la lucha heroica de los guerrilleros angoleños contra sus nuevos amos ocupantes. Y no han podido apagar, compañeros, la rebeldía del glorioso proletariado polaco, que levantó las banderas de Solidaridad. Esto genera graves problemas a la Unión Soviética y a su vasto imperio. Tienen que decidir cómo van a enfrentar esta campaña armamentista del imperialismo yanqui. Y hay una aguda lucha en el Politburó.
Se agrava el peligro de guerra
En febrero de 1976, poco antes de morir, dijo el camarada Mao Tsetung: “Los Estados Unidos tienen intereses que proteger en el mundo, y la Unión Soviética quiere la expansión. Esto es inalterable”. Los hechos han comprobado la profunda verdad de estas palabras del camarada Mao Tsetung. Hace pocos días visitó el país la esposa de Miterrand. Tuvo una entrevista con la Sra. Alicia Moreau de Justo, y dijo la señora de Miterrand que se alejaba el peligro de una guerra nuclear ante lo cual la señora de Justo respondió: “Las cosas se fabrican para usarlas. Si cada potencia se preocupa por tener un arma más mortífera que la otra, nunca se podrá decir que la guerra está demasiado lejos”. Esta es la realidad del mundo actual. Nubes de guerra se ciernen sobre el mundo. Y es en esta realidad que debemos enmarcar la situación en el Atlántico Sur y el conflicto del Beagle, para no equivocamos.
¿Qué es lo nuevo que hay en el Atlántico Sur, que ha cambiado las cosas en relación al 78? Lo nuevo es, –como gusta decir y él sabe bien por qué, el Dr. Frondizi– la base de la OTAN en las Islas Malvinas. A partir del establecimiento de esta base, con armas atómicas, el imperialismo yanqui tiene garantizado en caso de una nueva guerra mundial, con el apoyo de un gobierno proyanqui en Chile, el control de las rutas marítimas por las que se disputa. Eso sí: ahora, también aquí, los yanquis juegan desde posiciones de fuerza. Ahora los yanquis amenazan con “libanizarnos” si la lucha independentista del pueblo argentino avanza, o si sus rivales soviéticos pasan la línea, aquí en la Argentina. Libanizar, ¿qué quiere decir, compañeros? Quiere decir incitar la ocupación de varios países extranjeros y encender una guerra civil, tras cuyas facciones se ocultan esos países y las potencias que están atrás de esos países.
La guerra y el Atlántico Sur
Esto ha introducido un cambio muy grande. La situación es verdaderamente dramática. Llama la atención al respecto el silencio de la prensa. Se está instalando una base inglesa en las Malvinas. Los yanquis nos someten a todo tipo de presiones. El otro día el pueblo de Madryn, dando un ejemplo, ha impedido que sus barcos sean reabastecidos en el Operativo Unitas. Los yanquis presionan sobre todo por una cuestión: impedir que la Argentina tenga el arma atómica. Porque si la Argentina tiene el arma atómica, de poco les va a valer esa base en las Malvinas. Al mismo tiempo, los rusos tienen, como dijo la compañera Rosa, facilidades portuarias en Ushuaia y Puerto Madryn. Aprovechando la guerra de las Malvinas, la dictadura militar hizo un convenio con el gobierno polaco. Es sabido que las flotas pesqueras de los países del Pacto de Varsovia son meros departamentos de su Marina de Guerra. Se les han hecho concesiones leoninas a los polacos. Fíjense. En el año 1983 en todo el Atlántico Sur, incluida la zona de las Malvinas, se pescaron 270.000 toneladas de peces. Pero de estas 270.000 toneladas, 185.000 pescaron los pesqueros polacos. Cuando se les hizo esta concesión –Dios sabe a cambio de qué (es muy probable que por las armas rusas que llegaron en ese entonces al país)– ellos dijeron que la precisaban para alimentar a su pueblo. Que nos imaginamos que buena falta les hace, por lo que hemos conocido de la lucha de la clase obrera polaca. Pero esta pesca la han vendido a precio de dumping en España, en Japón y en Corea. Pero esto no es lo grave. Lo grave es que esa flota cuenta con facilidades extraordinarias. Cambia su tripulación con vuelos charter que no utilizan las aerolíneas argentinas, tienen barcos petroleros y flotillas de remolcadores propios, y se dan el “tupé” de tener un barco escuela operando con esa flota pesquera.
Esta es la realidad, compañeros. Ingleses, yanquis, soviéticos. Es una realidad dramática. ¿Por qué? Es dramática porque estos hechos demuestran que en caso de una tercera guerra mundial, el territorio argentino no podrá escapar a las represalias de ésta o aquella superpotencia. Este es el problema de lo que se está discutiendo en el Atlántico Sur.
El Beagle y la línea del Dr. Alfonsín
Hay que decir sobre esto, que la línea del Dr. Alfonsín es una línea que no atiende a los intereses nacionales.
Acaba, la semana pasada, de levantar las restricciones económicas a las empresas privadas inglesas. No han tocado una sola hectárea de los latifundios ingleses en la Patagonia, algunos de propiedad de la Corona británica. Se paga la deuda externa a los ingleses religiosamente –se les debe más de 10.000 millones de dólares–. Y se ha firmado un contrato vergonzoso, con la participación directa del Dr. Alfonsín, que es el contrato de la Shell para explotar el petróleo en la boca del Estrecho de Magallanes. Con el cuento de que ese monopolio, que es el monopolio más grande de Inglaterra, ahora es holandés; ¡porque un burócrata de la embajada holandesa ha testificado que la Shell es holandesa!
Al mismo tiempo se les hacen concesiones a los yanquis. La más importante de esas concesiones es que el presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Atómica está prácticamente sin fondos, y se han paralizado las obras que se estaban realizando.
Y al mismo tiempo, compañeros, en estos días, asistimos al idilio desvergonzado del gobierno alfonsinista con el socialimperialismo ruso. Van y vienen delegaciones; senadores, ministros. Premian a algunos militares, oficiales de las Fuerzas Armadas, con viajes turísticos a Moscú, Mientras tanto, una bandada de negociantes rusos y de los países del Pacto de Varsovia ha descendido sobre el país. Como en la época de Colón, nos quieren vender espejitos y collares de cuentas de colores. Vienen a ofrecernos todo tipo de chatarra: tractores, trolebuses, máquinas viales. Esta es la realidad.
Por eso, precisamente, ha habido cambios en las posiciones respecto del Beagle. El principal cambio es que, si bien los ingleses siguen siendo tan belicistas como siempre, y sus representantes son los más histéricos partidarios del No –como algún almirante que anda por ahí y un general que se nombró hace un rato–, los norteamericanos siguen siendo partidarios del Sí, pero son partidarios del acuerdo con Chile desde ciertas posiciones de fuerza, como dije antes. El hecho nuevo, compañeros, es que los rusos también ahora son partidarios del Sí. Son partidarios del Sí por dos necesidades. En primer lugar, porque este detonante de guerra que ellos montaron con tanto cuidado puede ser ahora utilizado por Pinochet. Ellos vienen tratando de ensillar la lucha revolucionaria del pueblo chileno, y temen que Pinochet utilice ahora este detonante para desviar las luchas del pueblo chileno.
Esto en primer lugar. Pero en segundo y principalísimo lugar, por lo que dijo el Dr. Frondizi. Por la cuestión de la base de la OTAN. Ellos quieren focalizar los problemas en el Atlántico Sur en esta base de la OTAN. Fíjense que hace pocos días estuvo por aquí el secretario de la Cancillería soviética (porque ahora la Argentina todos los años discute con la Unión Soviética las posiciones que vamos a llevar a la Asamblea de las Naciones Unidas…) Y este señor Folkin dijo lo siguiente: “Para nosotros el conflicto de Argentina y Gran Bretaña es secundario. Lo que nos preocupa son las armas inglesas en las Malvinas, porque afectan la seguridad nacional de la Unión Soviética”. Fíjense, ¡una base inglesa en la punta sur del extremo sur afecta la seguridad soviética, en el extremo norte del hemisferio norte! Ellos quieren también aquí montarse en esta cuestión para ensillar a las corrientes nacionalistas del Ejército argentino, a las que pretenden desviar y subordinar. Por esa razón los soviéticos ahora son partidarios del Sí. Desde ya, un Sí frágil. Un acuerdo frágil, que pueda permitir mañana que esta cuestión pueda ser vuelta a poner en el orden del día en Chile o en la Argentina, de acuerdo a cómo convenga a sus intereses.
Por eso, compañeros, se entiende perfectamente bien por qué nosotros consideramos que la modalidad que ha adoptado el gobierno del Dr. Alfonsín para resolver esta cuestión del Beagle, no es precisamente una modalidad que ayuda a la lucha tercermundista de los pueblos. Sino que es una modalidad que está mucho más cerca de los intereses que acabo de mencionar. Porque si llega a haber un 40 o a lo mejor más de abstenciones –los diarios de hoy han hablado de la posibilidad de la libertad de acción en el voto en el Partido Peronista– si llega a haber más de un 40 % de abstenciones y un 15-20 % de No, este acuerdo ha nacido prácticamente muerto. O en condiciones de extrema fragilidad.
El Beagle y la posición del PCR en 1977 y 1978
Por eso nuestra posición es clara y ha sido explicada por nuestra compañera Rosa Nassif. Nosotros llamamos a aprobar la propuesta papal, para crear las condiciones de la unidad y de la integración latinoamericana. Creemos que esto respeta los intereses del pueblo chileno, y creemos que respeta los intereses del pueblo y de la Nación Argentina, Al hacerlo levantamos las banderas de San Martín y de O’Higgins.
Levantamos también las banderas de aquellos gobernantes progresistas como Yrigoyen y Perón, que intentaron recrear la unidad latinoamericana y la integración latinoamericana. Pero, por sobre todas las cosas, seguimos el rumbo de las masas populares de nuestros países, las masas ignoradas y olvidadas. “¡Pobres negros!”, dijo el general San Martín, mirando el campo de batalla de Maipú después del triunfo, porque estaba lleno de cadáveres de los ex esclavos que habían sido la infantería del Ejército argentino y chileno. Y levantamos, sobre todo, las banderas del internacionalismo proletario. Como explicó la compañera Rosa, no vacilamos en hacerlo desde los socavones de la clandestinidad en 1977 y en 1978, llamando a la clase obrera y al pueblo argentino a dar vuelta las bayonetas, si íbamos a la guerra, contra la dictadura de Videla. Entendiendo que era deber de los revolucionarios chilenos hacer lo mismo respecto de la dictadura de Pinochet. No olvidamos, ni olvidaremos, que fue un obrero chileno, Luis Emilio Recabarren, el que cuando las banderas del marxismo habían sido arrojadas al lodo por los revisionistas de la II Internacional, encabezó al grupo de revolucionarios que las recogió, fundó el Partido Comunista y creó las condiciones para integrar el marxismo revolucionario con la práctica de la revolución argentina.
Los intereses que expresa el gobierno de Alfonsín
Esto nos lleva directamente a un tema crucial. ¿Qué expresa el gobierno del Dr. Alfonsín? ¿Qué intereses representa el gobierno del Dr. Alfonsín? ¿Estamos ante una especie de heraldo de la democracia, que va a conducirnos desde las tinieblas de la dictadura, hasta los edenes de una democracia liberal estable? ¿O estamos, como dice el P“C”, ante un representante de la burguesía democrática (con lo que el P“C” quiere decir un gobierno sujeto a las presiones de las masas, algo así como un corcho flotando en un mar tempestuoso)? ¿O estamos ante un gobierno de la pequeña burguesía democrática, como dicen otros?
Nosotros, en nuestro Cuarto Congreso, realizado en el mes de abril, fijamos nuestra atención, en primer lugar, en la diversidad, en la heterogeneidad existente en el gobierno actual en la Argentina. Es una diversidad que está determinada, en primer lugar, porque hay doce provincias con gobiernos peronistas, y hay tres provincias con gobiernos de partidos provinciales. Por lo tanto el radicalismo no tiene mayoría propia en el Senado. Pero aparte es una heterogenidad que está determinada por la propia diversidad existente en el Partido Radical, donde se codean fraternalmente terratenientes, burgueses, pequeñoburgueses, chacareros, trabajadores, etc. ¿Cómo vamos a negar esta diversidad, si acabamos de ver, por ejemplo al Secretario de Energía, Conrado Storani, este viejo amigo de los intereses prosoviéticos en la Argentina, que se ha metido entre ceja y ceja que al terminar su labor él va a dejar iniciada la construcción de esa obra faraónica, el Paraná Medio, que aspiran a construir los socialimperialistas soviéticos para terminar de meternos su yugo? Y ha salido el gobernador, también radical, de la provincia de Entre Ríos, Dr. Montiel, que ha retirado a Entre Ríos del Consejo de Inversiones, porque ha dicho que está cansado de exigir que se modifiquen los planes de construcción del Paraná Medio, que va a traer serias consecuencias ecológicas para la provincia de Entre Ríos. Y que él, por esa razón, porque no le llevan el apunte, retira a la provincia de Entre Ríos del Consejo de Inversiones. Este es un ejemplo claro de diversidad.
¿Quieren tomar otro ejemplo de diversidad, de heterogeneidad? Fíjense lo que ha pasado con este contrato de la Shell. Resulta que Conrado Storani le ha dado “el abrazo de la muerte” al Dr. Alfonsín. Y ha declarado, muy suelto de cuerpo, que “ese contrato (entreguista) lo hemos discutido –dijo– punto por punto con el Dr. Alfonsín”. Le faltó decir: también, con el Dr. Fiorioli y con el contador Callejas. Precisamente este contador Callejas fue el que lo llamó por teléfono al vicepresidente de YPF –otro hombre de la administración radical, Danilo Biondo– para decirle que “este contrato se firma sí o sí y al que no le gusta se va”. Y el Sr. Danilo Biondo se fue, dando un ejemplo de una actitud patriótica. También es radical el ingeniero Juan Sábato, que ha declarado que firmar ese contrato es “arriar las banderas de Yrigoyen, de Mosconi y de Illia”.
El verdadero proyecto de Alfonsín
Pero el problema no está solamente en observar esta diversidad. El problema está en saber qué es lo que predomina en el gobierno alfonsinista. Qué es lo que hegemoniza este gobierno alfonsinista. ¿O es que acaso este gobierno es verdaderamente una veleta al viento, como dice el P“C”, que va de acuerdo al viento que sopla más fuerte? Este gobierno alfonsinista, compañeros, tiene un plan coherente, tiene una línea coherente, con o sin acuerdo con el FMI, desde el día 10 de diciembre cuando Alfonsín enunció ese plan.
Es un plan muy sencillo. Es apretarle el cinturón al pueblo. Que los alimentos estén caros en el interior, para venderlos baratos en el exterior. Y para venderlos a un solo cliente, fundamentalmente: a la Unión Soviética. El objetivo del gobierno de Alfonsín es que la Argentina llegue a producir 60 millones de toneladas de cereales en vez de 40 que produce ahora. Sacrifica todo a ese objetivo. Sacrifica todo. Lo volvió a repetir el otro día en la Sociedad Rural.
Cabe preguntarse: ¿este programa, a lo mejor, se hace en beneficio de los chacareros y de los obreros rurales? Pero fíjense que esta revolución en la agricultura de la que tanto hablan, significa que hoy día en la zona cerealera argentina se están pagando arrendamientos del 50 al 55 % de la cosecha. Arrendamientos por un año y libres de polvo y paja para el terrateniente. En condiciones peores que las que, a principios de siglo, generaron el gran movimiento campesino del Grito de Alcorta.
¿En beneficio de los obreros rurales? ¿A los que Alfonsín dijo que cuidan vaquitas ajenas en la Rural? ¿A los obreros rurales que trabajan en la corta y trilla en condiciones inhumanas, en condiciones de vivienda inhumana y de alimentación inhumana, y muchas veces sin tener siquiera la asistencia social del ISSARA?
Nada de eso. Este plan se hace en beneficio de los terratenientes. Alfonsín quiere convencer a los terratenientes que tienen que dejar la ganadería, que tienen que dedicarse a la agricultura, como ya han hecho, forzados por la circunstancia, los chacareros pequeños y medianos de la Pampa Húmeda, para aplicar esto que se llama la agricultura continua. La gran revolución: trigo-soja-trigo-soja. Agricultura continua que va a erosionar las tierras de la Pampa Húmeda, y va a tener consecuencias desastrosas para el futuro argentino. El dijo esto en la Sociedad Rural. Aparte les garantizó a los terratenientes que: “ni en mi programa, ni en mi intención está el expropiarlos”.
Alfonsín, los terratenientes y la URSS
Los vecinos de la zona de Chascomús recuerdan que en 1958 se realizó en esa zona una gran campaña. Resulta que el gobierno del general Perón había expropiado unos latifundios de los Bemberg, de los Cobo y de los Pericena. Un latifundio de los Bemberg, solamente, de 10.000 ha, entre otros. Y los había entregado a los tamberos que lo ocupaban, y a campesinos pobres y medios. Cuando cayó el gobierno del general Perón resultó que las escrituras no estaban hechas. Resultó que los terratenientes no habían recibido la indemnización. Y éstos montaron un gran movimiento. Y encontraron en el Consejo Deliberante de Chascomús a un joven abogado que ejercía por primera vez un cargo electivo, el Dr. Alfonsín, que fue su apasionado defensor. Por lo tanto para Alfonsín nunca fue tiempo de expropiar. No solo ahora. ¡Antes y ahora!
Esta política, compañeros, se hace también en beneficio de los monopolios intermediarios. De Bunge, de Nidera, de Continental, de Dreyfus. Monopolios estrechamente asociados a los capitales soviéticos en el negocio cerealero mundial que ganan sumas fabulosas con la sub y la sobrefacturación. Inclusive los cereales que se dice que exportan las cooperativas, en su mayoría, son exportados por estos monopolios. Se hace también en beneficio de la Unión Soviética. Porque, ¿quién tiene acá la punta del embudo? El que compra. El que compra, nos compra a precios muy menores a los del Golfo de México y nos presiona insistentemente para que compremos su chatarra. Fíjense lo que ha sucedido en Mendoza. Como los vinos argentinos no tienen salida, ellos nos compran los vinos, y fijan precios ínfimos, porque es como si nos hicieran un favor. Y después nos venden esos trolebuses, arruinando a la industria nacional, como han dicho los compañeros de la Lista Naranja de Ford. Nos meten esos trolebuses y ellos también les fijan el precio a esa chatarra.
La situación, compañeros, es una situación semejante a la de la Década Infame. Le vendemos a un imperialismo; con lo que ellos pagan compramos los insumos y pagamos los créditos a otro imperialismo. Es una situación de dependencia cada día peor. Hay que aclarar en eso que el imperialismo soviético no sólo nos compra determinadas producciones agropecuarias sino que sus capitales, como se ha demostrado palmariamente en el caso de la Italo, aquellos capitales que antes manejaban los Graiver y los Gelbard, constituyen un grupo muy poderoso interno en la Argentina. Nada más ni nada menos que Aluar, Acindar, Bridas, la mayoría en Papel Prensa y Celulosa. Un gran grupo financiero. Esta es una cuestión gravísima. Este es un tema de discusión en la izquierda. La izquierda debe investigar este problema. Debe investigar seriamente. Debe investigar si lo que dicen los “delirantes” del PCR es cierto o es un delirio. Debe investigar si verdaderamente existe en el país un poderoso grupo de capitales soviéticos, para ver y entonces poder deducir con claridad dónde está el enemigo principal. Que es una cuestión vital en la lucha liberadora de un pueblo.
La coyuntura: frene y siga
Y en la coyuntura, compañeros, el programa del Dr. Alfonsín es extraordinariamente sencillo. Es frene y siga. Freno a la inflación. Cuando la inflación se contrae, y se logra parar la producción, estímulo a la inflación. Cada mes un plan nuevo. Que es exactamente igual que el del mes pasado, que es exactamente igual que el de Bignone y Whebe. ¿En qué consisten estos planes coyunturales del gobierno de Alfonsín? El salario siempre por debajo de la tasa de inflación. Las tasas de interés altas para la industria nacional y para los pequeños y medianos productores agropecuarios. Falta de créditos y falta de presupuesto para las provincias porque les hacen llegar a cuentagotas los fondos de la coparticipación provincial.
Alimentos caros, para exportarlos barato. Y cada mes un tarifazo. Esta es la política del gobierno de Alfonsín. ¿A ustedes les parece que éste es un gobierno que representa a la burguesía democrática? ¿O éste es un gobierno que representa los intereses de un sector de terratenientes y de un sector de burguesía intermediaria, sobre todo la ligada con el comercio cerealero y con el comercio de lanas, entre otros? Este es un gobierno cuya política sigue estos intereses compañeros. Con o sin acuerdo con el FMI.
Y sobre esto del FMI, la política del Dr. Alfonsín ha sido una política de amagar y ceder. Para volver a amagar y volver a ceder. Una política de ni si, ni no. Ni. Pero no que hay que creer que la política es Ni. El se ha visto obligado a hacer esto, porque fracasó en su objetivo de crear un frente de países deudores para negociar algunas migajas de la deuda externa con el FMI y se ha visto obligado a doblar la cerviz ante el FMI y ante los acreedores de Argentina. Esta política la definió muy bien ese jesuita de Mariano Grondona –con perdón de los jesuitas– cuando dijo: “Grenada y Malvinas demostraron que si se enfrenta se pierde. Por eso, hay que estar dentro de Occidente tratando de sacar lo más que se pueda; por ahora”. Esta es la política del gobierno de Alfonsín respecto al FMI.
La hegemonía prosoviética
Bueno, compañeros, qué decir si vamos a observar los cargos claves de este gobierno. El Ministerio de Economía lo tiene Grinspun, un testaferro del grupo de Graiver y de Gelbard, que hasta el 10 de diciembre era vicepresidente del Banco Latinoamericano que fue siempre de ese grupo. En Energía está Conrado Storani. En Comercio, un pichoncito que hizo sus primeros negocios con Gelbard en la época del 73 al 76, Ricardo Campero. En Industria, en Agricultura. En las empresas nacionalizadas. En el área de Educación y de Justicia. Porque hay muchos jóvenes de izquierda que le gritan, acalorados, al Dr. Alconada Aramburú, y yo me imagino que debe sentirse ofendido Alconada Aramburú. Porque él siempre fue un fiel compañero de ruta del P“C”. Le tapó cuántos negociados, compañeros? Y ahora dicen que es un “derechista”. Y aparte tiene de Subsecretario de Justicia a ese señor Odriozola, socio de Klein, pero que aparte es el abogado de Greco y de Piñeyro Pacheco. ¿Qué decir de la “patota cultural” de Gorostiza? ¿Qué decir de la “patota informativa”, ésa para la cual nosotros no existimos ni vamos a existir nunca? Fíjense, el que fue vocero de Gelbard en la CGE, es el vocero de Alfonsín, José Ignacio López. Y Merellano, Timerman, Gambini, para qué seguir hablando.
Si a algún entusiasta de la Federación Juvenil Comunista se le da por investigar a ver si encuentra a estos representantes de la burguesía democrática en el gobierno de Alfonsín, y entra a abrir las puertas de la Rosada, y las puertas de los Ministerios, no negamos que va a encontrar algunos representantes de esta burguesía democrática. Pero va a encontrar, en su mayoría, a representantes de los sectores burgueses prosoviéticos, y muchos –a lo mejor para su asombro– afiliados a su propio partido. Porque la mayoría de ellos no son ni siquiera radicales. Esta es la situación de este gobierno. Por eso compañeros, también desde el punto de vista de la composición de este gobierno de los cargos claves, éste es un gobierno que sirve a esos intereses. No a los intereses de la burguesía democrática.
Hace poco, en una localidad de Córdoba, el presidente de la Federación Agraria Argentina, Volando dijo: “Yo estoy seguro que cuando Alfonsín arregle el apero, va a acabar con el privilegio”. Pero el privilegio en la Argentina es el latifundio y es la dependencia. Y nosotros respondemos no al interrogante de Volando. Estamos absolutamente convencidos de que el Dr. Alfonsín no va a acabar nunca con el privilegio, porque no quiere acabar con el privilegio. Porque no quiere acabar con los terratenientes. Querrá en todo caso acabar con la dependencia de un imperialismo. No se lo negamos. Pero, por el camino que sigue va a ser para remachar nuestra dependencia de otro imperialismo, y cambiar al amo viejo por el amo nuevo.
Militares, jueces del Proceso y corrupción
Todo lo demás es consecuencia, compañeros. La línea de Alfonsín de no formar la Comisión Bicameral y negarse a implantar el juicio por jurados que ordena establecer la Constitución Nacional, ¿a ustedes les parece –yo antes no me referí lo que es el Estado, porque los jueces siguen siendo los jueces del Proceso, los mandos de las Fuerzas Armadas (Fernández Torres, Ríos Ereñú, Sánchez, Minicucci) siguen siendo los generales del Proceso– que Alfonsín va a hacer justicia y castigar a los culpables?
Si tiene de Jefe del Estado Mayor a1 general Fernández Torres, al que era Segundo Jefe del I Cuerpo, es decir responsable del área de represión, cuando secuestraron y mataron a Cambiasso y a Pereyra Rossi. Si se acaba de ascender a muchos coroneles a generales, algunos de los cuales, como ese ex coronel Dasso, que le hizo el discurso de despedida a Videla, llegó a secuestrar y a torturar a familiares directos de algún senador radical que votó esos ascensos. Esto es una consecuencia lógica de la política de Alfonsín en todos los terrenos.
¿Cómo va a haber libertad sindical? La democracia argentina es una democracia original. Es una democracia oratoria, retórica. Pero los obreros no pueden elegir un delegado por sección porque se lo prohíbe la Ley 22.105 que sigue vigente.
¿Puede el gobierno de Alfonsín acabar con la corrupción? Con esta corrupción que está desbordando todas las fronteras? Aparte, el otro día, el gobernador de la provincia de Mendoza, Llaver, un íntimo amigo del Dr. Alfonsín, sacó de la Penitenciaría y recibió con bombos y platillos en la Casa de Gobierno al señor Greco. Al más grande estafador de la historia argentina. Aquel hombre al que Videla le dio una noche en la Rosada, por un decreto, 1.300 millones de dólares para salvar sus empresas de la quiebra. ¡1.300 millones de dólares! Más de los que dio el gobierno norteamericano, después de meses de discusión, para salvar a la Chrysler de la quiebra. Y el señor Llaver lo recibió con bombos y platillos. Y le van a devolver gran parte de su fortuna. Este atorrante va a pasar a ser la más grande fortuna de Argentina. La Corte Suprema acaba de anular por cuatro votos a uno –con el voto en contra del doctor Fayt– la quiebra de Oddone. Ese que sobornó a personal judicial y policial. Y se escapó, cuando le dieron libertad condicional, con aproximadamente 50 millones de dólares, después de todos los millones de dólares que habían estafado.
Nosotros hemos dicho que atrás del caso Klein estaba el show Klein. No porque Klein sea un angelito. Porque Klein ha cometido gruesas defraudaciones contra el patrimonio nacional. Pero cuando algunos avivados vieron cómo venía la comisión investigadora de la Italo. Que había sido propuesta y era motorizada por diputados y senadores peronistas, y que esas investigaciones iban a demostrar que atrás de la Italo estaba el grupo de Graiver y de Gelbard, asociado a un grupo de banqueros suizos que habían sido los grandes beneficiarios. Y que lleva a descubrir que aquel gobierno peronista, tan denostado como justificativo para el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, había nacionalizado con la exigua suma de 35 millones de dólares a la Italo, (a la que luego se le regalaron cerca de 480 millones dólares), se alarmaron por esto.
Pero, aparte, para tapar con la historia del bunker de Klein, que maneja la prensa, la radio y la televisión más monopolizada que nunca, el gran escándalo de la Argentina, que es este escándalo de la nafta adulterada. Porque en este escándalo de la nafta adulterada han dejado sus huellas digitales personajes claves de este gobierno. Como el contador Gustavo Callejas, que extendía las facturas con las que se encubría la falsificación de la nafta. Y que realizó, con Storani y con Alfonsín, –aquí sí que habría que decir “punto por punto”– el programa energético y petroquímico del radicalismo. El otro día un gobernador radical le decía a una delegación del PTP: “Antes, cuando a un radical se lo encontraba con las manos en la lata –y perdóneseme la expresión, pero así dijo el gobernador– se pegaba un tiro. Pero ahora no van a alcanzar los cementerios del país si hacen eso”.
¿Dónde está la causa de la inestabilidad y el caos?
Es por todo esto, compañeros, que nosotros somos opositores al gobierno del Dr. Alfonsín. Valoramos altamente las libertades democráticas que tantos esfuerzos y sacrificios le costaron al pueblo. No negamos que el Dr. Alfonsín y muchos dirigentes radicales hicieron algo, o hicieron bastante, para reconquistar estas libertades democráticas. Pero el gasto fundamental lo hizo el pueblo, con sus mártires, con sus detenidos-desaparecidos, con sus represaliados. El pueblo que luchó desde el 24 de marzo de 1976, y que si no sigue luchando y no profundiza sus luchas va a perder estas pocas libertades que tenemos ahora. Porque compañeros, ¿dónde está la causa de la inestabilidad y del caos? ¿O es que acaso la causa de la inestabilidad está en los obreros que luchan, para que se les restituyan los derechos que les arrancó la dictadura, o los obreros que luchan por aumento de salarios, o alguna de esas pocas familias de las millones de familias sin techo, que por ahí ocupan alguna vivienda desocupada, o las amas de casa que luchan contra la carestía, o los intelectuales y los estudiantes que luchan por la democracia y por una cultura democrática? No compañeros.
Las raíces de la inestabilidad están en el latifundio y en la dependencia. Y mientras no se acabe con el latifundio y con la dependencia, seguirá la inestabilidad, habrá nuevos golpes y contragolpes de Estado. Y la política del Dr. Alfonsín es una política que fortalece al latifundio, fortalece la dependencia y por lo tanto crea las condiciones para la inestabilidad y para el caos.
Por eso no participamos en la manifestación del Movimiento de Juventudes Políticas, manifestación oficíalista que fue a la Rosada a gritarle a Alfonsín: “Raúl, coraje, a los yanquis dale el raje”, veinticuatro horas antes que Alfonsín ordenara nuevos pagos de intereses a los acreedores y reiniciara las negociaciones con el FMI.
Por eso tampoco participamos en la manifestación de la Conadep. Y estuvimos este 20 de septiembre con las Madres de Plaza de Mayo. Respetamos a las personalidades que participan en la Conadep. Sabemos que han trabajado mucho durante ocho meses para investigar lo que sucedió en la Argentina durante la dictadura. Pero, como dijo Hebe de Bonafini en la Plaza de Mayo, las Madres trabajaron durante ocho años y sus testimonios están desparramados por todos los juzgados del país, sin que pase nada hasta ahora.
Destruir el andamiaje fascista de la dictadura
Dijimos antes de las elecciones de octubre del 83 que el camino electoral no iba a garantizar una democracia estable. Dijimos que las elecciones eran condicionadas y que había compromisos. Así como hubo compromisos en 1958 con Frondizi y los militares, en el 63 con Illia y los militares, y en el 73 con Cámpora y Perón y los militares. Esos compromisos existen y esos compromisos se respetan. Dijimos que la única manera de acabar con el fascismo y construir una democracia estable en la Argentina, era destruir piedra sobre piedra el andamiaje fascista de la dictadura, no dejar una sola de sus leyes, aplicar un programa de emergencia a favor del pueblo y llamar a una Asamblea Constituyente soberana que discutiese el problema de fondo de las transformaciones que se requieren para construir una democracia estable. Pero ese camino no se sigue. Por eso el país va al caos, compañeros.
Un país con una inflación del 800 % anual es un país sin moneda. Ya las transacciones se hacen en moneda extranjera. Un país con 43 mil millones de dólares de deuda externa, que pronto van a llegar a ser 50 mil millones de deuda, es un país que no se arregla con una o dos cosechas, como decían antes los radicales. Hace falta mucho más que eso.
Esta es la situación. Claro, el pueblo se pregunta. ¿Qué es el futuro? ¿Cómo va a ser el futuro? ¿De nuevo golpe y contragolpe de Estado? ¿De nuevo caos? Esto es objetivo y es independiente de nuestra voluntad.
Pero si verdaderamente el pueblo y los sectores democráticos quieren luchar contra otro nuevo golpe de Estado, hace falta, en primer lugar, realizar determinadas transformaciones. Porque no puede haber democracia con hambre, compañeros. Es mentira eso de que pueda haber democracia con hambre. No hay democracia con hambre. Porque el pueblo tiene que sentir, tiene que palpar que la lucha para defender esa democracia es la lucha para defender sus derechos; y hablando en concreto: no pasar hambre. En segundo lugar hace falta la unidad del pueblo. Pero hace falta algo más que la unidad del pueblo. Hace falta la unidad y la organización del pueblo y hace falta la unidad, la organización y la movilización del pueblo.
“Todo ciudadano está obligado a armarse en defensa de la Patria y de esta Constitución”
Pero, compañeros, supongamos que todo esto último se dé. Que el pueblo se una, se organice y se movilice, como dicen algunos sectores democráticos. Pero ¿y si los golpistas vienen por las malas? ¿O es que alguna vez en este país los golpistas vinieron por las buenas? Por eso hemos recordado el art. 21 de la Constitución Nacional. Ahora todo el mundo habla de constitución y de leyes. Nosotros también. Ese artículo 21, que dice que “todo ciudadano está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución”. No va a faltar algún abogado radical que nos diga: “pero de acuerdo a las leyes que dicte el Congreso y a los decretos que ordene el Poder Ejecutivo”. De acuerdo. Nosotros lo único que queremos decir, señores, es que si ustedes verdaderamente quieren impedir un nuevo golpe de Estado deben pensar en ese artículo 21. Deben limpiar el Ejército y las Fuerzas Armadas de esa escoria fascista, de esos grupos fascistas asesinos. Y deben crear las condiciones para que el pueblo no enfrente inerme otro golpe de Estado, como en julio del 66 o el 24 de marzo de 1976.
Somos partidarios de la revolución
Claro, se nos va a preguntar: entonces, ¿ustedes son partidarios de la revolución? Exacto. Nosotros somos partidarios de la revolución. El camino fácil, el camino del mal menor, ese camino de ahorrar sangre usando el tiempo, ha resultado un camino donde se ha perdido mucho tiempo y se ha derramado mucha sangre. Solamente el camino que pasa por una revolución democrática, nacional, agraria y antiimperialista es el camino que va a permitir resolver los problemas del pueblo y conquistar una auténtica república democrática.
Esta revolución es necesaria.