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02 de octubre de 2010

Con salarios de pobreza, usando fondos de los jubilados y las provincias, y con tarifazos e impuestazos, el gobierno paga la deuda pública que nos aplasta como una lápida.

Unidad de las mujeres contra la política K

Hoy 1229

1. La semana negra de CK
La conferencia de prensa en la que Cristina Kirchner (CK) ratificó la política económica y los funcionarios que la aplican fue el disparo de largada de una semana negra de la economía nacional, la peor desde el 2001: se desplomó la Bolsa un 5,7%, los bonos del Estado hasta un 13%, y cayó la cotización de los productos que son la base de la exportación argentina, la soja el 13%, el maíz el 12% (en un mes, la soja acumuló una baja del 27% y el trigo del 40%).
El gobierno colocó un bono de deuda pública al único prestamista, Venezuela, por 1.000 millones de dólares al 15%. Un interés altísimo, igual al que pagaron Cavallo y De la Rúa en el “megacange” que precedió al default del 2001. Es el triple del que pagan Brasil, Perú, Colombia y Chile. Es “de locos”: el Banco Central argentino coloca sus reservas al 5%, y el gobierno toma deuda en dólares al 15%. Apenas tuvo los bonos, Venezuela los vendió, teme que la Argentina vaya a una nueva cesación de pagos (default).
Los vencimientos de capital suman 6.243 millones de dólares hasta fin de año, 12.578 millones el 2009, y 8.444 el 2010. En total son 20.834 millones de dólares, con los intereses rondan los 30.000 millones de dólares (La Nación, 11/8). Para los capitales financieros, la Argentina se encamina hacia un nuevo default.

El fraKaso
El IndeK anunció una inflación del 0,4% en julio, la canasta alimentaria básica que da la línea de indigencia habría bajado un 2,5%, y la canasta familiar básica que da el nivel de pobreza habría bajado el 1,3%. ¡Cómo se puede mentir tanto!
El comercio entre Argentina y China pasó a ser deficitario para nuestro país: el balance fue favorable a Pekín, en el primer semestre de 2008, por 482 millones de dólares (según el Indek). Además, las exportaciones chinas a Brasil reemplazan a las argentinas. Son muestras del fracaso de la política kirchnerista de “alianza estratégica” con China como “salvavidas” de la economía argentina. Como potencia imperialista, China es un salvavidas de plomo para la economía nacional: cada tonelada que nos compra vale 15 veces menos que la tonelada que nos vende.
La economía nacional se desacelera. La recaudación del Estado baja (teniendo en cuenta la inflación real). El gobierno nacional dispone a su antojo de los fondos públicos: 3.500 millones destinados a las provincias fueron desviados, con los superpoderes, al ministerio de De Vido y a la Oncca de Echegaray. El ANSES “prestó” su superávit al gobierno nacional para comprar bonos de la deuda pública cuyo valor se desplomó, en lugar de aumentar las jubilaciones.

Se aceleran los tiempos
La rebelión agraria mostró que se acelera el final del “reinado K”, y la semana negra de CK marcó que se acelera el final del “modelo K”.
Ese “modelo” se basó en la profundización de la dependencia del país al imperialismo y la concentración y extranjerización latifundista de la tierra. Por eso su suerte estaba echada. Al estallar la crisis de las “hipotecas basura” en Estados Unidos, todos los centros imperialistas toman medidas para descargar la crisis sobre los países dependientes. Las “alianzas estratégicas” con China y Europa, la “buena letra” con los usureros yanquis y de otras potencias (como el pago por adelantado al FMI), son lápidas para la economía nacional: el intercambio desigual imperialista, el vaciamiento de empresas como Aerolíneas Argentinas, la crisis energética, la deuda pública ilegítima y usuraria, etc.
Todo va para peor. “La crisis [yanqui] seguirá todo 2008”, dijo el secretario del Tesoro yanqui, Henry Paulson (Ambito Financiero, 11/8). Estados Unidos, Europa y China ven desacelerar sus economías y crecer la inflación, lo que prefigura una crisis económica mundial sin precedentes. Las consecuencias se van viendo: medidas fascistas de gobiernos de Europa y de Estados Unidos contra los inmigrantes; y tendencia a la guerra, como la desatada en el Cáucaso entre Rusia y Georgia, más sanciones a Irán, amenaza a América Latina de la 4° Flota yanqui, posibilidad de secesión de Bolivia, conflicto de Colombia, con Venezuela y Ecuador, expansión inglesa en el Atlántico Sur y la Antártida, etc.
Y también, como es propio de las crisis, el auge de la lucha de masas en el Medio Oriente y el centro asiático, en América Latina, y grandes luchas obreras en Europa, Estados Unidos y China, y en ésta última, también rebeliones campesinas.

2. Los juegos por arriba
Por arriba se agudizan las fracturas y las presiones. Embistió Julio Werthein contra la falta de medidas para frenar la inflación y atacó al IndeK y a Moreno; lo hizo luego de la renuncia de Alberto Fernández, el funcionario menemista que garantizó “el regalo” de la principal aseguradora del país, La Caja de Ahorros, a los Werthein (y el sistema de reaseguro a los ingleses). También embistieron contra el IndeK dirigentes de la Unión Industrial, que además reclamaron devaluar el peso. Se endurecen las posiciones de los terratenientes ganaderos.
El gobierno solo parece haber arreglado las cuentas con sus “amigos” más cercanos, los monopolios petroleros (con el aumento del gas y el petróleo), y los mineros (el gobierno K de La Rioja derogó la prohibición de explotación con cianuro). Las presiones patronales para una política antiinflacionaria y reducir el gasto público, apuntan a que el gobierno pague el costo de frenar los reclamos salariales y subir las tarifas de los servicios públicos.
Debilitado, el gobierno suma “amenazas” del destape de su corrupción: “la valija” de Antonini Wilson en Estados Unidos, y los sobornos de la Siemens alemana que golpean a Menem y a Kirchner. Además, el gobierno tuvo que descabezar la cúpula de la DGI que investigaba la facturación “trucha” de Gotti, empresa de Lázaro Báez, un testaferro de Kirchner, involucrada en el caso Skanska.
Duhalde marcha a realizar en Entre Ríos un acto con Busti y De la Sota, con la presencia de De Angeli; y otro en Santa Fe con la dirección del PJ provincial. Los Rodríguez Saá confluyen con el duhaldismo. Cobos arma su fuerza. Carrió da pasos en la formación de su “pata peronista”. La oposición dentro del sistema acelera los tiempos, ante un gobierno desgastado y encerrado.

3. Confluencia en las luchas
El kirchnerismo busca descargar el fracaso de su política económica sobre las espaldas de los trabajadores, la pequeña y mediana producción nacional del campo y la ciudad, y las economías regionales.
El crecimiento del hambre y la pobreza no se aguantan. Se va creando una situación explosiva en los cordones populares de los conurbanos. A la salida de esta edición, los desocupados de la CCC, y los mayores del MIJP-CCC, junto a otras organizaciones, con una amplia solidaridad, se movilizan por sus reclamos.
Se extiende la oleada de luchas de los docentes, estatales y trabajadores de la salud de numerosas provincias y la Capital Federal. Esto agudiza la contradicción entre el centralismo kirchnerista y las necesidades de financiación provinciales. Gobernadores K y no K reclaman una nueva ley de coparticipación federal, que la Constitución de 1994 estableció que debía estar sancionada para 1996. Plantean que todos los impuestos se deben coparticipar. El kirchnerismo y las direcciones sindicales afines buscan que esas luchas golpeen solo a algunos gobernadores. Desde ya que hay negociados y mucha “docilidad” de muchos de ellos frente a las clases dominantes locales. Pero la lucha por reabrir las paritarias para conquistar salarios de acuerdo a la canasta familiar, y por un aumento real del presupuesto, de salud, educación y ambiental, exige romper el centralismo impositivo kirchnerista.
Todo indica que la rebelión agraria marcha a una segunda vuelta. A la situación que venía, se le suma el aumento de los insumos (200%) y el bajón del precio de los granos. El gobierno gasta el tiempo en “gambetas”, sin resolver segmentar y coparticipar las retenciones, ni la situación de la ganadería, el tambo y las producciones regionales. Crece la bronca. Siguen los piquetes y las asambleas. Comienzan las volanteadas en las rutas y se realizan actos grandes y combativos. Hay hartazgo contra un gobierno encerrado en sus discursos –¡CK hizo 4 en un día!– y sus negocios.

4. La crisis política se acelera
El gobierno actúa como si le sobrara el tiempo, que no tiene. Se crean condiciones para que confluyan la lucha contra el hambre, por salarios y jubilaciones de acuerdo a la canasta familiar, por el presupuesto social, educativo, de salud y ambiental, y la rebelión agraria.
Hay condiciones para aplastar el negociado kirchnerista de la reprivatización de Aerolíneas Argentinas, conquistando la caducidad de la concesión y su reestatización; y enjuiciando y haciendo pagar la quiebra a sus vaciadores privados y públicos. Resolviendo la crisis energética con la reestatización del petróleo, el gas y la energía eléctrica. Denunciando la amenaza yanqui de la 4° Flota y enfrentando el colonialismo imperialista inglés en el Atlántico Sur y la Antártida.
Hay condiciones, además, para llevar a fondo la lucha contra la impunidad de los genocidas de ayer, y de hoy; y acabar con la judicialización kirchnerista de la protesta popular.
Miles de mujeres viajan hacia Neuquén a realizar su nuevo Encuentro Nacional. Una vez más, el kirchnerismo tratará, con la ayuda de grupos funcionales, de impedir que suene fuerte la voz de quienes sufren la doble opresión, y son una avanzada en todos los terrenos de la lucha obrera y popular. Y una vez más, seguramente, se impondrá la fuerza de las mujeres.
Frente a un gobierno decadente y a los recambios que preparan los de arriba, las fuerzas obreras y populares, patrióticas y democráticas, con las brasas del Argentinazo y con las que le sumó la protesta agraria, tienen buenas condiciones para terciar, desde las asambleas populares y las multisectoriales, creando las condiciones para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático.