Paola: Yo soy un poquito más habladora que mi hermano. La verdad que me siento muy cómoda, como dije ayer [28/12]. Nosotros en Córdoba nunca hablamos. Participamos en homenajes pero siempre atrás, nunca estamos al frente, no subimos a ningún palco, no hemos agarrado nunca un micrófono. Luchamos siempre desde lo último digamos, no nos sentimos parte, porque no sé, creo que es algo también que nos inculcó mi mamá. Ella pasó tantas cosas y sufrió tanto, tenía tanto miedo, que ni siquiera quería que nosotros dijéramos que éramos hijos de él.
Yo iba al secundario y recuerdo que estudiaba historia argentina y mi papá ya estaba en los libros de historia, y yo no podía decir que era la hija. Esto es un dolor que te va matando porque no podes decir quien sos. Y aparte la identidad de uno, entonces yo creo que todo eso nos fue marcando.
Yo lo empecé a conocer a mi papá a los 30 años, porque para mí antes era un cuadro colgado en la pared, al que yo iba y le daba un beso del día del padre y nada más; no sabíamos cómo había sido, en mi casa no se hablaba de mi papá. Nuestra familia, por lo menos, delante mío (que era más chica) no hablaba, muchas veces se lo planteé de grande ¿por qué no se habló? ¿Por qué no me contaban quién había sido? ¿Por qué le pasó lo que le pasó?
Yo de chica me crié con mucho rencor hacia mi papá, y hoy se los puedo confesar. Sentía mucho rencor hacia él, porque pensaba que él nos había abandonado, que él había querido tanto a su gente que se había olvidado de su familia, que se olvidó de sus hijos, que no tuvo en cuenta el sufrimiento nuestro, porque si él hubiese querido nos hubiésemos ido al exterior (porque se lo ofrecieron, sabemos que se lo ofrecieron un montón de veces); sabíamos que venían y le ofrecían portafolios llenos de dinero y que él siempre los rechazó y no se quiso ir. Entonces para mí era mucho rencor, no lograba entender porqué no había preferido a sus hijos, a su familia por defender a todos los demás.
Es algo que fui conociendo después de mis 30 años, que empecé a acercarme de a poco a una gente del partido, para mí fue muy importante conocerlos a ustedes, muy importante. A mí me llenó mucho el alma, y se los dije la primera vez que vine, cuando se inauguró el barrio [se refiere al barrio René Salamanca, construido por los desocupados de la CCC de La Matanza], fue lograr entender lo que él dejó y porqué lo hizo. Para mí fue increíble, ahí es como que empecé a amar a mi papá, fue recién ahí cuando empecé a darle significado a ese cuadro que tengo colgado en la pared de mi casa. En la pared de mi casa yo tengo un santuario chiquitito, donde tengo todo lo que me regalan, todo colgado, pero porque recién ahí empecé a amarlo como padre, antes no, era mucho rencor el que yo tenía y sé que ustedes, cada uno de ustedes, me ayudó a quererlo un poquito más y a entender porqué hizo lo que hizo. Porqué en ese momento no pudo pensar en nosotros, sino que pensó en todo, inclusive en dejarnos un país mejor a nosotros. Pero como hijos, como familia, el dolor no te deja ver todo eso, es muy difícil, pero en ustedes creo que los dos encontramos un poco ese alivio que buscábamos.
Me gusta estar más en contacto directo, no tan en un palco porque yo no soy política, ni creo que lo vaya a ser nunca. Desde donde estoy, desde donde trabajo día a día en Córdoba trato de luchar, de poner un granito de arena con los alumnos que tengo año a año, inculcarles todo esto, siempre y cuando mis directivos me lo permitan, porque no todos son tan abiertos, como les dije a veces, ponen muchas trabas. Pero desde el lugar que uno tiene, poner un granito de arena significa mucho, sobre todo en los jóvenes que van creciendo, así que yo estoy muy agradecida de todo.
Para mí este camping es un sueño, y el hecho de que lleve el nombre de mi mamá es increíble [Paola habla del camping que construye la CCC de Matanza], se lo vamos a agradecer toda la vida porque el sufrimiento que tuvo ella es inexplicable, también por eso nosotros nunca estaremos en política. Por recordar solamente el sufrimiento de ella que tanto nos pidió y tanto nos rogó que nunca estuviésemos, por el miedo que ella tuvo, entonces, en memoria de ella es que no hacemos muchas cosas, porque cuando se lo llevaron a él, mi mamá se murió en vida.
Y lo esperó hasta el último día, o por lo menos saber que fue de él, o poderle dar un entierro. Con mi hermano decimos “no tenemos ni una tumba a donde llevar una flor” y eso es lo que nos falta, así que bueno, gracias a ustedes.