Solo 5 países del mundo fabrican más del 90% de todas las vacunas contra el Covid 19.
Si excluimos la India, que presta sus trabajadores y sus instalaciones para que los monopolios fabriquen vacunas que no van a ser usadas por el pueblo indio, sino por las superpotencias, quedan 4 países que producen y utilizan la inmensa mayoría de las vacunas.
Esas vacunas son producidas por un pequeñísimo número de monopolios privados o estatales.
El suministro de vacunas al resto de los países es una inmensa demanda de dinero, ya que el precio lo fija el monopolio y la desesperación de pueblos y gobiernos. Pero además una inmensa extorsión con la exigencia de concesiones políticas, económicas y hasta estratégicas (bases militares, por ejemplo, en el caso argentino).
Argentina produce la vacuna contra el Covid
En los laboratorios que posee en Garín (y que fueron construidos con un gran aporte del Estado argentino), el científico y “financista” argentino y multinacional Sigman, lleva producidas con la licencia AstraZeneca, más del doble de las vacunas que se han comprado en el exterior y se están aplicando en nuestro país.
Puede abastecer todas las necesidades de vacuna de la Argentina.
Y las produce pagando la mano de obra de los trabajadores y sobre todo de los científicos a un tercio de lo que se paga en los países centrales.
Pero el principio activo que fabricamos se envía al exterior con el pretexto del “envasado”, para sacarlas del control argentino e incorporarla al paquete de extorsión de las multinacionales. FESPROSA ha dado los datos de dos laboratorios nacionales en condiciones de envasar ese material biológico.
De un supuesto acuerdo para que una parte de esas vacunas vuelvan al país, no ha llegado una sola. Se promete 1 millón para abril, cuando ya han salido de la Argentina más de 9 millones de dosis.
Y estamos sin vacunar a los mayores de riesgo frente a la inminencia de la segunda ola de la pandemia.
Se puede fabricar una vacuna nacional y estatal
Existe en la Argentina el personal científico capacitado, una gran parte de ellos en las universidades, el CONICET y otros centros estatales. Rosario es uno de los 10 primeros centros científicos y tecnológicos de América Latina. Hay que volcar todo eso para que se deje de estudiar lo que los monopolios necesitan y orientarlos a las necesidades nacionales.
Existe el conocimiento de las técnicas de PCR y otras necesarias para manipular virus y confeccionar vacunas.
Existen los recursos necesarios. Basta con dejar de pagar 1200 millones de la deuda externa, o sea la cuarta parte. Que es exactamente lo que pide China para todas las vacunas que necesitaría la Argentina.
Ya hay países con menos recursos que el nuestro que comienzan a producir vacunas.
Se trata de una decisión política, que de tomarse sería acompañada por la inmensa mayoría del pueblo argentino.
Frente a la amenaza de tener que afrontar miles de muertos más y un nuevo e inmenso costo económico para las mayorías, no se puede argumentar “el respeto a las patentes”.
En tiempos de guerra, y la pandemia es una siniestra guerra silenciosa, dejan de valer incluso para los países imperialistas,las normas del “derecho” que pretenden asegurar inmensas ganancias a un puñado de monopolios sobre semejante tragedia.
Si se tomara esa decisión soberana, seríamos acompañados por los pueblos de una gran mayoría de los países hermanos del mundo y por un considerable número de países.
Hay que obligar a que las vacunas producidas en la Argentina se apliquen en la Argentina ya.
Y hay que emprender una batalla general por la vacuna nacional y estatal.
Escribe Luis Molinas