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06 de enero de 2021

“Necesitamos una vacunación que sea una epopeya”

Vacunas: evidencias y falsedades

Extractamos parte de la exposición del compañero Dr. Horacio Micucci titulada “Pandemia, vacunas, balance, evidencias y falsedades”, para ayudar al debate de la lucha contra la pandemia.

Argentina ha tenido grandes aciertos en su lucha contra la pandemia evitando la saturación  hospitalaria: el aislamiento temprano, descongestionar el transporte público, cerrar la actividad presencial en las escuelas evitando el contagio. El otro acierto fue activar el sistema de Ciencia y Técnica para reemplazar aquello que no teníamos, donde un barbijo y un respirador pasaron a ser elementos estratégicos como un material de guerra. Con los movimientos sociales, colectivos sociales, los voluntarios de comedores, trabajadores de salud han hecho la diferencia.

Las ayudas que se dieron fueron necesarias pero insuficientes. No haber extraído fondos de quienes se han enriquecido con la política económica de entrega y de sumisión nacional, fue un gran error.

 

No se puede elegir las vacunas

Suele creerse que las vacunas son sólo un negocio de empresas farmacéuticas. En primer lugar hay que aclarar: son de importancia estratégica para las potencias. Son un elemento para subordinar a países. Ahí entra a jugar la rapiña imperialista y la disputa entre las potencias por nuestro domino. Los imperialismos tratan de mantener su hegemonía a partir de que ser los dueños de la producción de las vacunas.

Las vacunas tienen variaciones, y éstas deben ser analizadas, obviamente tras su aprobación por los institutos correspondientes, en función de las condiciones de la lucha y la disputa interimperialista entre esas potencias.

Recién en tercer lugar son un gran negocio para las empresas farmacéuticas. Porque nunca en la historia de la humanidad, las empresas y los monopolios farmacéuticos internacionales se encontraron con un medicamento que tenga como cliente potencial a los 7.700 millones de habitantes de nuestro planeta.

Las vacunas son un bien escaso en este mundo. Las potencias se aseguran su provisión y dejan para después a nuestro mundo oprimido. Se calcula que África recién tendrá vacunas para el año 2022. Canadá, sin embargo, se aseguró una provisión de varias veces su población. Porque todavía no sabemos ya que no ha transcurrido el tiempo necesario, cuánta inmunidad nos da esta vacuna. Puede ser que haya revacunación, y en eso están pensando los países que se guardan grandes cantidades de vacunas para su propio uso.

Pfizer sólo podrá cumplir con la mitad de lo prometido al gobierno de Estados Unidos, que invirtió miles de millones de dólares para esta producción, y dice que va reducir esa producción a 50 millones para el año 2021. Entonces resulta ridículo que haya comentaristas que hablen de elegir las vacunas.

Hasta ahora no sabemos que una vacuna sea mejor que la otra. Israel, un país sumamente cuidadoso con su seguridad interior, acaba de comprar la vacuna rusa.

Otro de los temas de discusión es la diferencia de autorización argentina de las vacunas de Pfizer y Sputnik V. La primera tiene laboratorio en el país, es titular del registro e importador. El que autoriza es el Anmat. En el caso de la vacuna rusa, es un acuerdo de Estado a Estado, y es equivalente a medicamentos que llegan como parte de acuerdos internacionales para planes de salud. En estos casos autoriza el Ministerio de Salud de la Nación, previo consejo del Anmat.

Se lanzan diferentes versiones que confunden a la población, y se lo hace intencionalmente, por razones políticas y por razones de predominio del grupo conservador de una Argentina dependiente, rapiñada por distintas potencias que entrega su patrimonio nacional, y que es víctima de un ajuste social y un ajuste económico para el pueblo. Esos conservadores de ese sistema son los que boicotean permanentemente esta batalla contra la pandemia.

No es cierto que Argentina sea la peor en América Latina porque no tiene vacunas. Al 24 de diciembre las dosis recibidas en Latinoamérica eran las siguientes: México tenía 3 mil dosis para 120 millones de habitantes. Chile, que fue contrapuesto a la Argentina, tenía 10 mil dosis para 19 millones de habitantes. Costa Rica tenía 9.700 dosis para 5 millones de habitantes. Argentina tenía 300 mil dosis para 45 millones de habitantes (6.666 dosis por millón). Brasil tiene 5 millones de dosis para 211 millones de habitantes (esto no por la política de Bolsonaro sino por la del gobernador opositor de San Pablo).

No sólo necesitamos seguridad de suministro sino que necesitamos soberanía: así como hemos tratado de fabricar respiradores y otros productos, tenemos que pelear porque el Estado nacional fabrique la vacuna para tener asegurada su producción.

Para los que critican que nos vemos forzados a aceptar estas condiciones, recordemos qué decía Lenin, en El Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo: “debe aprenderse a distinguir al hombre que ha entregado a los bandidos su bolsa y sus armas para disminuir el mal causado por ellos y facilitar su captura y ejecución, del que da a los bandidos su bolsa y sus armas para participar en el reparto del botín”. Estos últimos hacen acordar mucho a ese macribolsonarismo permanente opositor a las medidas contra la cuarentena. Nosotros estamos presionados hoy a aceptar esas condiciones de vacunas, pero lo que debemos hacer es crear condiciones para tener nuestra propia vacuna.

El laboratorio de Sigman fue promocionado por el gobierno argentino hace unos años, en la época de la Gripe A, para crear esta fábrica de vacunas. Nosotros dijimos en ese momento, y lo sostenemos, que ese apoyo económico debiera haberse dado a institutos como el Instituto de Enfermedades Virales Humanas Maiztegui de Pergamino, que fabrica la vacuna contra la fiebre hemorrágica y con eso resolvió un gran problema.

 

Una vacunación que sea una epopeya

Para luchar contra la pandemia necesitamos una vacunación que sea una epopeya. Con la participación del pueblo organizado, de las organizaciones sociales, del personal de salud, con disciplina consciente. Hace falta fondos que deben poner los que esquilmaron a la nación durante estos años, y los que se beneficiaron con las dictaduras, con los ajustes al pueblo y con la entrega nacional. La lucha deberá ser popular y prolongada. Hace falta otra economía para vencer la pandemia, como el primer Plan Quinquenal de 1946, más tierra para trabajo y vivienda, con alimento y salud para todos.

No es cierto que entremos en una “era de pandemias” como algo inevitable de la naturaleza contra lo que nada se puede hacer. Estas pandemias, que han sido anunciadas antes, son el resultado de un modo de producción que sacrifica a los humanos y al ambiente del que forman, para enriquecer  a una minoría, a un puñado de países imperialistas.

 

Hoy N° 1846 06/01/2021