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03 de octubre de 2010

Otra vez la corrupción le estalló al gobierno con la valija en el avión de Enarsa. Mientras, se mezquinan los fondos para frenar el hambre y la pobreza que crecen de nuevo.

Valijas llenas, panzas vacías

1 – Otro temblor financiero mundial
Un nuevo temblor financiero sacudió los centros del mundo capitalista. Para frenar la quiebra de bancos y fondos especulativos, los bancos centrales de Europa, Estados Unidos, Japón y otros países debieron auxiliarlos con 323.300 millones de dólares. El sacudón volvió a golpear a los llamados “países emergentes”, donde los países imperialistas descargan sus crisis. En la Argentina volvieron a caer los bonos de la deuda estatal, subió el dólar y el “riesgo país”.
Como ocurrió hace poco con la Bolsa de Shangai, y luego la de Wall Street, este nuevo terremoto confirma que el “mundo globalizado” no puede lograr un “aterrizaje suave” de la desenfrenada especulación financiera. Y los centros financieros del capitalismo descargan su crisis sobre los países dependientes, de los que el capital especulativo huye aceleradamente.
Así, el “viento a favor” de la economía mundial en el que se basó el “modelo K”, ya no es lo que fue en los tres primeros años de gobierno. Las tormentas llegan sin anunciarse y tienen consecuencias imprevisibles. Consecuencias duras para un país basado en una política que ha reforzado la dependencia, con lo que los temblores de Shangai, Nueva York, París y Berlín, provocan pulmonías en Buenos Aires.


2 – Indices truchos
El falseamiento de los “índices K” de aumento del costo de la vida es una pieza central la política. Al arrasar con el Indec, los índices truchos le han permitido “achicar” los pagos de deuda a razón de 400 millones por cada 1% que trucha (según confesión de Cristina Kirchner). No es una cuestión menor para un gobierno cuya única fuente de financiación externa es Venezuela. Además, esos índices K fueron la base para imponer los topes salariales con la complicidad de los alcahuetes de las patronales tipo Daer.
Pero también, esos índices truchos son pieza central de la campaña electoral oficialista. Esos índices son la base para establecer lo que las llamadas línea “de pobreza” y “de indigencia”. Así la mentira K sobre la inflación se convierte en la mentira K de la pobreza y el hambre.
Con las elecciones, los rivales del gobierno dentro del sistema están sacándole algunos trapos al sol. “Habría unos 500.000 pobres más que los que mide el Indec”, tituló el diario oligárquico La Nación (13/8). Y se queda corto.
Desde hace tiempo hemos venido señalando lo que el pueblo percibe en los barrios: hay más pobreza y más hambre. Los casos de desnutrición extrema, sobre todo en niños y ancianos, que han salido a la luz pública en el Chaco, no son más que una muestra de una realidad que se extiende por gran parte del país, sobre todo en el norte y en los conurbanos de las grandes ciudades.
El gobierno es directamente responsable de este empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo. Falsea los índices de desocupación para dar de baja planes sociales, mantener en $ 150 los que quedan, y para recortar a la mitad las indemnizaciones. Promueve el empleo en negro con lo que la mitad de los trabajadores no tienen beneficios sociales y perciben salarios por debajo de la línea de pobreza. Impuso los topes salariales que frenaron los aumentos en donde no hubo lucha. Mantiene los salarios de los estatales, en parte en la línea de pobreza, y otra muy por debajo, sobre todo en las provincias y municipios, en los que en muchos casos son simples planes sociales. Acható la escala de jubilaciones llevando de 700.000 a 2.500.000 los jubilados que perciben la mínima que es menos de la cuarta parte de la canasta familiar.
El llamado “modelo K”, que se mostraba exitoso cuando lo empujaba el “viento de cola” de la economía mundial, ahora hace agua, provocando un grave empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo. El que siembra el hambre y la pobreza, cosecha tempestades.

Una valija explosiva
Antonini Wilson, el empresario con doble nacionalidad, venezolana y yanqui que intentó pasar de contrabando 800.000 dólares, llegó en un avión contratado por Enarsa, la empresa que el kirchnerismo usa como pantalla para los negocios energéticos. Viajaban también dirigentes de Enarsa, funcionarios de Pdvsa (la petrolera venezolana), y Claudio Uberti, el hombre de Kirchner para los negocios con Venezuela.
Uberti tenía a su cargo el Organismo de Control de Concesiones Viales, con un presupuesto de $ 907 millones en fondos fiduciarios sin control. El año pasado esa repartición destinó el 63% de sus fondos a 4 empresas que operan en Santa Cruz en las que Kirchner tiene inversiones. Uberti fue uno de los recaudadores de la campaña electoral de Kirchner en el 2003, cuando fue denunciado por vender permisos de pesca a cambio de 60.000 dólares para esa campaña.
Antonini Wilson vino 12 veces a Buenos Aires. ¿Por qué viajó en el avión alquilado por Enarsa? ¿Por qué se lo dejó salir del país? ¿Por qué Enarsa alquiló un avión privado gastando 90.000 dólares por un viaje que podría hacer en líneas aéreas regulares por 3.000? ¿Por qué el gobierno tapó el hecho durante tres días? ¿Por qué Kirchner lo echó a Uberti y no a los funcionarios de Enarsa? Demasiadas preguntas sin respuestas.
Los escándalos de la corrupción cercan al gobierno: los fondos de Santa Cruz, las valijas con cocaína de SW, el “caso Skanska”, “la bolsa” en el baño de la ex ministra Miceli, y ahora la valija de Antonini Wilson. El gobierno perdió la imagen de “manos limpias”, lo que no es poca cosa a poco más dos meses de las elecciones.


3 – Dos centro derechas
Son muchas las causas que debilitaron al kirchnerismo. La principal es que, con la inflación desbocada y las consecuencias de la crisis energética, crece la oleada de luchas obreras y populares, patrióticas y democráticas, que han golpeado en los ejes del “modelo K”, calando su doble discurso: la mentira K.
Otra causa de peso es la división de los de arriba. El acuerdo de grupos de poder bordado por el kirchnerismo encierra muchas contradicciones. En este terreno, Kirchner confesó su estilo: “golpear primero para ganar terreno y negociar después”. Así ocurrió con el grupo Techint, que después de los manotazos por el “caso Skanska” pasó a ser elogiado por el presidente en la reciente recepción de Chávez (quién también lo elogió). Habrá que ver qué ocurre con el Holding Clarín, después de la entrevista que su mandamás, Magneto, mantuvo con Kirchner en la Casa Rosada.
Pero no todos negocian. Hay grupos de poder muy críticos de lo que consideran “una tajada desproporcionada” que el kirchnerismo vuelca sobre testaferros y amigos del gobierno. Además, la proclama del presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, “marcó la cancha” con los reclamos de vastos sectores de la oligarquía terrateniente. La Rural opera sobre el amplio descontento del campo con Kirchner. Más amplio aún es el descontento en la iglesia católica y en las Fuerzas Armadas.
El kirchnerismo confía en que las elecciones de octubre son demasiado pronto como para que sus rivales dentro del sistema tengan chances. Después de varios “porrazos” electorales, su candidato ganó en San Juan (ver pág. 3). Los porrazos muestran que puede ser derrotado electoralmente, y sus triunfos y los de sus rivales dentro del sistema demuestran que es una pelea dura.
Kirchner confía… y negocia, como se ve con Techint y Clarín. Así, muchos de “los candidatos K” son de “otros palos”, aliados o socios en la sociedad que ejerce el poder. Esto vale para Scioli, para caudillos peronistas o radicales K, etc. Muchos “borocotizados” se consideran alquilados no comprados, y no vacilarán, mientras más se desgaste Kirchner, en arrimarse al que surja con posibilidades de llegar al poder.
Por ahora, frente al centroderecha kirchnerista aparece una oposición dividida. La derecha fascista, con la que coquetean Menem y Sobisch, a la que no hay que subestimar. Varios autodenominados “centro” o “centro derecha”, como Macri-Michetti, López Murphy, Lavagna, el rejuntado peronista de San Luis, etc. Duhalde hace de la debilidad virtud, y plantea “dejar pasar” las elecciones y jugar “al día siguiente”.
Así las cosas, en octubre, son variantes de “centro derecha”. La del kirchnerismo que busca recuperar fuerzas y la iniciativa para hacer los “ajustes” que reclama el “modelo K” que hace agua. Y la de sus rivales dentro del sistema, que buscan desgastarlo, para barrerlo en el 2009 cuando tenga que pagar el costo del “ajuste”.


4 – Una campaña de masas
Frente a la trampa electoral de octubre, el desafío planteado para las fuerzas populares, es llevar a las amplias masas el debate que las ayude a desenmascarar esa trampa, y mostrar que hay una táctica para reagrupar una gran corriente obrera y popular, patriótica y democrática, impulsando las luchas por las necesidades del pueblo junto al voto en blanco, nulo o la abstención en las elecciones.
No hay por delante un resultado “cantado”. Está la experiencia de las elecciones previas al Argentinazo que dejaron a De la Rúa al borde del nocáut, o la abstención democrática del radicalismo de Alem y el voto en blanco del peronismo de la resistencia. En gran medida, el resultado va a depender de la voluntad y el entusiasmo para llevar el debate a las masas con una gran campaña. No hacerlo es peligroso, por lo que viene, después de las elecciones, por razones internacionales y nacionales. Garantizar esa campaña de masas, terciando con el voto en blanco, nulo y la abstención, permitirá acumular fuerzas para avanzar por el camino que trazó el Argentinazo, para conquistar un gobierno popular, patriótico y democrático, que resuelva las necesidades del pueblo y de la patria.