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07 de octubre de 2015

Conversamos con María Rosario, dirigente obrera de Kraft, quien nos cuenta la situación de supereexplotación que sufren en la multinacional de la alimentación, y por qué un año más van a Mar del Plata, al Encuentro Nacional de Mujeres.

“Vamos a contar lo que llevamos a cuestas”

Trabajadoras de Kraft rumbo al 30 Encuentro

 
—Primero, felicitaciones por el triunfo en las elecciones en Kraft, pero contanos cómo es hoy la situación en la fábrica.

 
—Primero, felicitaciones por el triunfo en las elecciones en Kraft, pero contanos cómo es hoy la situación en la fábrica.
—Estamos muy contentos con el triunfo de la lista de unidad, en la que hay muchos compañeros independientes, con ganas de recuperar la Comisión Interna. En la fábrica veníamos mal, perdiendo muchas conquistas, había un vaciamiento general, con despidos encubiertos que los llaman “arreglos voluntarios”: te llaman a tu casa, te aprietan; tu familia está ahí, te preguntan por qué te llaman, te cuestionan si estás haciendo las cosas mal.
Primero hay que decir que es una lista de unidad, con compañeros muy combativos, muy clasistas, la mayoría viene con una trayectoria de 10, 15 años de fábrica. A muchos de ellos les tocó de cerca el 2009 porque fueron suspendidos o despedidos. Entiendo que es una lista que representa a todos los sectores que están dentro de la fábrica: hay compañeros que están en la Corriente, hay religiosos, peronistas. Me parece que es una gran lista, ahora estamos con mucha expectativa de cambiar todo esto. 
Hay una situación de crisis generalizada que se expresa en los despidos y suspensiones. Muchos están suspendidos o sin empleo, una gran tanda de compañeras y compañeros que no consiguen trabajo y que vienen buscando desde hace mucho tiempo; el que consigue es por unas horas, con turnos de 10, 16 horas: trabajo esclavizante con muy poca paga, a través de agencias, te toman por dos meses y después te despiden.
En la fábrica han levantado líneas, por ejemplo lo que fue Terrabusi con Pastas, Bauli, la línea 10 de Mayco, la línea 6, la línea 9. Pastas las está produciendo Molinos, el resto no sabemos. 
 
—¿Cómo es la situación de las mujeres? ¿Cómo es un día de una trabajadora en Kraft?
—Son mujeres jóvenes, algunas único sostén de familia, con chicos, algunas los llevan a guardería, muchas son mamás. Son muy guerreras las compañeras. Varias del turno noche se han tenido que pasar al turno mañana porque guardería a esa hora no hay, aunque sí hay un pago, pero no alcanza para pagarle a alguien. 
 Yo te puedo contar lo que vivo en mi turno. Dependiendo de la distancia, la jornada de una mujer del turno mañana arranca a las 4, otras a las 3, 3.30 de la madrugada para fichar a las 6. La empresa te da una tarjeta magnética que te sirve para todos los accesos, desde la entrada para poder pasar por los molinetes hasta para ir a comer. Es la forma de controlarte todos los pasos que estás dando. 
A las seis, cuando marcás, hay una lista en el vestuario, donde dice en qué línea vas a estar, porque son pocas las que funcionan. Esas listas las arman con un día de anticipación. Hay un plantel que sí es propio de esa línea pero cuando no funciona ese plantel va a otra. Entonces vas rotando permanentemente. 
Tenés las envasadoras que tienen que rotar con las colocadoras (son las que abastecen las máquinas con galletitas). Se han automatizado los ritmos entonces lo que hace una colocadora es controlar que las guías no se levanten (tubos que vienen uno al lado del otro, donde se desplaza la mercadería apilada) y para que la mercadería no se levante. La mercadería se levanta cuando presionan con las máquinas. Ahí, éstas no dan abasto y se produce como un volcán en erupción, se arma un despelote enorme de mercadería. Entonces para que no presione tanto tenés que cortar y meter la mercadería en cajones: levantarlos es pesado. Por ahí en un ratito lo resolvés pero a veces es media hora que disponés para sacar esa mercadería.
Depende del tiempo, las colocadoras y las envasadoras se intercambian. Entonces las que ya están envasando los paquetitos que vienen acomodaditos en las cajas, tienen que pasar a la función de la colocadora. Y viceversa. Esta rotación se consiguió después de denunciar que nos hace pelota estar fijo en una sola tarea. Es el problema que tenemos en general todos los trabajadores que estamos en fábricas, que son las enfermedades laborales. El estar haciendo una tarea en forma repetitiva, constante, genera inflamación en los tendones, te duelen los brazos. Hay compañeras que te cuentan que cuando llegan a la casa no pueden estrujar un trapo de piso, sin fuerzas en las manos, se les cae la olla o no pueden sostener al hijo. Todo esto es producto de la automatización y robotización que han metido para que vos estés a la par de una máquina: el esfuerzo que uno hace para que la mercadería salga bien, para que en la línea esté todo relativamente en orden. No es que la automatización está al servicio del trabajador sino al revés.
Con estos ritmos, hay muchos compañeros y compañeras con tratamiento psicológico y psiquiátrico. Son ocho horas con luz artificial, y cuando se cumplió tu tiempo, tenés que esperar el relevo para que te turnen para ir al baño o al comedor. A veces, en un cambio de turno, faltó un compañero, y estás esperando que te releven.
Cumplís tus ocho horas, a partir de las 2 de la tarde volvés a marcar tu tarjeta para la salida y con esa misma salida, marcas el molinete para poder salir. Lo mismo los que entran a las 2.
Los maquinistas o los que tienen que empujar bateas que tienen 2.000 kilos de masa, tienen muchos problemas de hernia de disco, lumbalgia. La mayoría, tiene 40 años y están hechos bolsa, parecen personas mucho más grandes. Yo tengo tendinitis en los dos brazos, tres hernias de disco, las rodillas operadas con meniscos rotos, por eso estoy desarmando paquetitos, es un trabajo repetitivo, pero yo quiero estar al lado de mis compañeras. 
 
No al impuesto al salario
“Hoy el sueldo básico está en 8 mil pesos para un obrero que recién se inicia. Los que tienen un poco más de categoría y antigüedad… un obrero de 20 años en la empresa, con una categoría medio oficial, debe estar en los 12 mil pesos más o menos. Te pagan entre 600 y 800 pesos por presentismo, pero no podés enfermarte porque perdés el premio, lo mismo si tenés tus hijos enfermos y no podés ir. Te accidentás, y pasado unos diez días, perdés el premio. 
“Hoy para cualquier trabajador, lo fundamental es mantener la fuente de trabajo. Porque uno sin trabajo mucho no puede hacer, está sujeto a changas, que en definitiva te sirven para paliar un momento pero no podés hacer nada a futuro. 
“La pelea hoy es que no se siga este proceso de vaciamiento que empezó hace años. Los compañeros de la nueva conducción han salido por las líneas a debatir porque la anterior gestión termina el mandato el 12 de noviembre, pero tras la derrota han rajado a las líneas y anunciaron que ellos ya se iban. Entonces, quedamos acéfalos porque no hay conducción. Y a la nueva lista, la empresa no la reconoce hasta esa fecha. Entonces te crea una situación de confusión que puede aprovechar la empresa para hacer cualquier cosa.”
 
—¿Cómo se organizan para viajar al Encuentro de Mujeres?
—Hay un grupo de encuentreras que hace mucho se vienen organizando, juntando plata. Nosotros a la empresa le pedimos los días: que nos dejen compensar porque nosotras participamos oficialmente de los Encuentros Nacionales de Mujeres. Después de tantos años, hemos logrado que la empresa tome conocimiento y que se institucionalice el viaje al Encuentro.
Nosotras siempre nos autofinanciamos, juntando los pesitos. Por lo general, en las quincenas, las compañeras van juntando un puchito de dinero que se destina para el micro o los gastos. En determinados momentos también, se han organizado rifas, en las que nos han ayudado mucho también los compañeros varones. El Encuentro está instalado en toda la fábrica. Y los compañeros te dicen: vayan compañeras y cuenten.
En ocasiones hemos ido a hotel. Este año, como tuvimos poco tiempo para organizar por el tema del armado de la lista, vamos a piso. 
Las compañeras, generalmente, la primera vez que van, llevan sus hijos. Pero después dicen: nunca más lo traigo porque no pude ir al taller… Otras compañeras, en cambio dicen: yo no lo puedo dejar a mi bebé, yo lo tengo que llevar… cada una va haciendo su experiencia… pero nosotras estamos abiertas para que cada una vaya como pueda. Hasta el momento vamos un micro de la fábrica, pero seguimos anotando para que vayan más compañeras.
En los talleres, lo que impulsamos es que vayan a Trabajo pero a las compañeras les gusta participar en los de Aborto, en Violencia, Maltrato Infantil. El 3 de junio con el #niunamenos, se organizaron grupos desde la fábrica y fueron al Congreso. Las chicas de la fábrica hace años que vienen participando de los talleres de Violencia o talleres que les permite conocer y en el caso de otras, compartir lo que les pasa. Muchas veces no plantean su situación en la línea pero lo abren en los talleres. 
Muchas compañeras por primera vez se involucran en lo sindical y gremial y hay que ir haciendo un proceso. Otras estuvieron en la primera fila del 2009, una lucha que estremeció toda la Argentina, nosotras fuimos protagonistas con los 2.600 compañeros. Por eso me emociona, el hecho de no habernos ido tuvo mucho que ver con esta lista de unidad: nosotros no arreglamos ni nos fuimos, nos quedamos al lado de los compañeros. Por eso seguimos y a este Encuentro vamos a hablar de todo eso: de lo que llevamos a cuestas, que la guita no alcanza, de los bajos salarios, contra el impuesto al salario, porque el salario no es ganancia. Después, veremos a qué conclusiones llegamos para dar vuelta esta situación, porque queremos otra Argentina. Por eso vamos.