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02 de octubre de 2010

En medio de una extraordinaria polarización política, triunfó el No. La Reforma Constitucional proponía mejoras populares que los medios ocultaron y distorsionaron. Traspié para la profundización del proceso revolucionario.

Venezuela: el triunfo del No y lo que vendrá

La propaganda oligarquica puso una valla a la reforma constitucional

El domingo 2 de diciembre, por muy poco, triunfó el No a la reforma constitucional en el referéndum venezolano. Con una abstención menor que la histórica pero igualmente muy elevada (45%), el No superó al Sí por apenas 120 mil votos (4.500.000 a 4.380.000; 50,7% a 49,4%).
La descomunal campaña interna e internacional de desinformación y ocultamiento orquestada por la prensa oligárquica e imperialista con el respaldo y complicidad de la Casa Blanca y la Unión Europea, fogoneó la exacerbación anti-chavista y logró arrastrar a sectores importantes de estudiantes y capas medias y parte de otros sectores populares.
Los imperialistas —no sólo los yanquis— trabajaron sistemáticamente para impedir el referéndum y al mismo tiempo para deslegitimarlo preanunciando un supuesto fraude. Una comunicación de la embajada norteamericana en Caracas al Departamento de Estado, denunciada por el propio Chávez, desnudó la infame operación “Tenaza”: el régimen fascista de Bush “untó” con 8 millones de dólares al grupete oligárquico que encabeza la oposición para promover “guarimbas” (disturbios) como los organizados por sectores de la Iglesia en los estados de Carabobo y Aragua, empujar al gobierno a la represión y crear clima golpista.
Alentaron y usaron a fondo las contradicciones internas del chavismo, desde el alejamiento del general Baduel hasta el de la propia ex esposa de Chávez.

Oposición:
“Miente, que algo queda”
La inmensa “marea roja” popular que el viernes 30 cubrió las avenidas centrales de Caracas no fue suficiente. “No estamos confrontando con esos peones del imperialismo… Nuestro verdadero enemigo es el imperio estadounidense”, dijo Chávez ante el medio millón de venezolanos volcado a las calles. Pero ese eje quedó, para muchos, relegado por la abrumadora propaganda sobre la “perpetuación” de Chávez: propaganda que motorizó la misma oposición, responsable del sangriento golpe de abril de 2002 y del sabotaje petrolero en diciembre de ese año. “Ya comenzaron a circular y a llegar mensajes a los cuarteles (…) —denunció Chávez—. Y detrás de eso está la mano de la CIA”.
La propuesta de Reforma preveía modificar casi 70 de los 350 artículos de la Constitución de 1999 (Ver recuadro), pero los medios machacaron sobre el único punto de la reelección presidencial indefinida, “olvidando” que en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y otras naciones europeas el número de mandatos presidenciales no está limitado constitucionalmente: Mitterrand presidió Francia por 14 años, y el reaccionario Sarkozy podría ser reelegido durante 30 años sin problema. ¿Cuándo esos escribas de mentalidad colonialista que consideran eso inadmisible en un país del tercer mundo, cuestionaron ese derecho a las burguesías imperialistas a las que se subordinan?

Los une el espanto
A los imperialistas yanquis y sus socios internos en Venezuela no los inquietaría la reelección indefinida de Chávez si pudieran decir de él “es nuestro hijo de puta”, como dijo cínicamente el presidente yanqui Roosevelt del tirano nicaragüense Anastasio Somoza.
Lo que los desvela es la dirección de las reformas ya introducidas y las ahora propuestas por Chávez y por su mayoría parlamentaria. Los alarmó que pudieran ser el punto de partida de aún mayores embates antiimperialistas y democráticos del pueblo venezolano, y punto de apoyo de una oleada revolucionaria en toda América Latina.
Al cierre de esta edición de hoy son aún imprevisibles los efectos del No. Es la primera derrota electoral de Chávez en casi una década. Aunque muy apretada en términos numéricos, alentará la ofensiva antipopular, imperialista y oligárquica contra procesos reformistas y populares hoy en curso en América Latina como los de Bolivia y Ecuador, y desde ya, el de la propia Venezuela.
El poder del viejo Estado proimperialista y oligárquico venezolano fue recortado, pero no destruido. Las viejas clases dominantes siguen dominando palancas económicas, sociales, militares e ideológicas poderosas.
Como dijo Chávez recordando su propia frase tras la derrota del levantamiento militar nacionalista de 1992: “Por ahora no pudimos. Por ahora”. Las tareas revolucionarias de la clase obrera y del pueblo venezolanos siguen en pie.