El presidente venezolano Hugo Chávez renacionalizó Side-rúrgica del Orinoco (Sidor), gigantesco combinado que durante la ola neoliberal de los ’90 fue entregado al grupo italiano Techint (que algunos caracterizan como “ítalo-argentino”).
Sidor es la mayor acería de la región andina. Produce planchones, laminados, barras para construcción, perfiles, alambres, y tubos sin costura para la industria petrolera. El 63% de su producción se destina al mercado venezolano y 37% a exportación.
Fue de propiedad estatal desde sus inicios en 1962 hasta 1997 (dos años antes de la llegada de Chávez al gobierno), cuando se privatizó y el consorcio Amazonia –con Techint como socio mayoritario, más la mexicana Hylsamex, la brasileña Uniminas y la venezolana Sivensa– compró el 60% de sus acciones; el Estado retuvo un 20%, y el 20% restante fue a manos de los trabajadores activos, jubilados y pensionados. Las tres primeras constituyen hoy el consorcio Ternium.
La renacionalización es una nueva aproximación a la soberanía nacional efectiva de Venezuela.
La lucha obrera por la nacionalización
En todo el proceso tuvieron un papel protagónico los trabajadores sidoristas y su sindicato (Sutiss), con meses de huelgas y debiendo afrontar agresiones y represión por parte de la Guardia Nacional el 14 de marzo. Los trabajadores venían denunciando ante el ministro de Trabajo las múltiples irregularidades contractuales de la empresa.
La lucha de los trabajadores de Sidor venía siendo el centro de una serie de conflictos obreros en Venezuela, en empresas privadas como Bridgestone Firestone, Mitsubishi, Toyota y Coca-Cola Femsa, y en empresas estatales como Cadafe (electricidad) y la Corporación Venezolana de Guayana (aluminio).
Pero a la vez, la nacionalización de Ternium Sidor es un antiguo objetivo de Chávez, parte de su plan de nacionalización de las industrias estratégicas de Venezuela.
Ya el año pasado había amenazado con reestatizar la empresa, señalando que Venezuela perdía 250 millones de dólares por año porque Sidor exportaba tubos para oleoductos a menos del 50% del precio de mercado. A la vez, Sidor paga a la firma estatal Ferrominera del Orinoco 18 dólares por tonelada de mineral de hierro que utiliza como materia prima, 66% por debajo de su valor de mercado.
La semana pasada Chávez advirtió que Sidor no abastecía al mercado nacional con suficientes tubos y otros productos:“tenemos que importarlos hasta de China”, denunció, al anunciar un decreto-ley que obligaría a Sidor a priorizar el abastecimiento interno antes de poder exportar.
Ahora Sidor pasa a formar parte del importante grupo de empresas que Chávez nacionalizó en los últimos meses en sectores como cemento, tierras, petróleo, electricidad y telefonía, pagando indemnizaciones o a través de acuerdos de asociación. El retome del control de esas empresas –que en su mayoría habían sido privatizadas en los `90–, supuso en algunos casos el pago de indemnizaciones millonarias (incluso al valor de su cotización en la bolsa) como en el caso de CANTV.
En otros casos se establecieron empresas mixtas con los monopolios extranjeros, como en la industria petrolera de la Faja del Orinoco o como se plantea ahora en la industria cementera, proponiendo asociación a consorcios como la mexicana Cemex o la francesa Lafarge.
Aún no se ha establecido el mecanismo de la estatización para Sidor, aunque lo más probable es que se constituya una sociedad mixta con Techint, con mayoría accionaria del Estado, y pagándole al grupo de Paolo Rocca las acciones a precio de mercado.
Por la estatización, Techint exige al Estado venezolano el pago de una indemnización de 2.400 millones de dólares, pero hasta el momento Chávez se niega a pagar esa cifra, lo que ya derrumbó el valor de las acciones de la empresa en bolsa.
Tercerización y superexplotación
Desde que Sidor-Techint controla la empresa, los trabajadores han llevado a cabo numerosas luchas contra las condiciones salariales y de trabajo impuestas por el monopolio.
En el período reciente, la empresa “tercerizó” el trabajo de varias secciones y sólo aceptaba pasar a la nómina de Ternium a 600 de los 9.000 trabajadores que vienen laborando en condiciones completamente inseguras, arriesgando la vida por un salario miserable, sin salud y sin seguridad laboral.
Cuando fue privatizada en 1997 tenía 11.600 trabajadores y en la actualidad sólo 5.200; varios centenares eran empleados mediante formas de “tercerización”, y sin los beneficios del convenio colectivo de trabajo.
Nada menos que 18 trabajadores han muerto en accidentes.
Los obreros también habían rechazado una burla de “mejoras” salariales que proponía la empresa.
Una parte del proletariado siderúrgico se plantea ir aún más allá: exigir la reestatización sin indemnización del 100% de Ternium Sidor, y lograr que la empresa quede bajo gestión obrera.