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02 de octubre de 2010

El domingo 15 de junio, en el diario Página/12, Horacio Verbitsky escribió un artículo sugestivamente titulado “El mito de los pools de siembra”.

Verbitsky le corrige el libreto al gobierno

Hoy 1222 / Colocándose “de izquierda” defiende a los pools y los llamados agronegocios

Desde una posición aparentemente ecuánime, Verbitsky critica tanto las referencias del gobierno como de la Federación Agraria a los pools de siembra, diciendo que ese señalamiento a los pools “oculta la persistencia de la tradicional oligarquía, aliada ahora con los grandes exportadores (¿antes no lo estaba?) y con las empresas titulares de las semillas transgénicas y los agrotóxicos”.
Así, colocándose “de izquierda”, Verbistky vuelve a acordarse de que sigue existiendo la oligarquía tradicional en la Argentina, para correr del blanco a los terratenientes “modernos” y pools que, con el nombre de “Agronegocios” o “Fondos de Inversión Agrícola”, manejan la producción de inmensas extensiones propias y alquiladas, como el mentado Grobocopatel, Elztain (Cresud-IRSA), Soros (Adecoagro), Cazenave, etc.
Obviando el avance de los pools desde 2002, fecha del último censo agropecuario, y los cambios de mano entre propietarios desde antes (con la simultánea desaparición de 100.000 explotaciones pequeñas y medianas entre ambos censos: el de 1988 y 2002), señala que “los propietarios” (sin diferenciar entre las explotaciones latifundistas y las de pequeños y medianos productores) explotan “de manera directa o indirecta” la mayor parte de la tierra cultivada.
Por lo que para él “la sojización y la irrupción de los agronegocios no alteró la estructura de tenencia de la tierra”. Pero no se queda ahí: como lo que más crece entre ambos censos es “la superficie trabajada por propietarios (de nuevo sin diferenciar entre grandes y chicos) que, además de explotar sus tierras, cultivan otras alquiladas”, va a concluir diciendo que “más del 81,5 por ciento de la producción agrícola sigue en las mismas manos que hace un siglo”.
Entonces da lo mismo si es un pequeño o mediano productor el que además de explotar tierras propias cultive otras alquiladas, que si es un terrateniente que directa o indirectamente (integrando un pool) concentre el manejo de la producción en tierras propias y alquiladas, recurriendo a las denostadas “pymes de contratistas”. Todos son los malos de la ruta porque pertenecen a la “clase propietaria”, cuyos integrantes serían los mismos “que hace un siglo”. Una conclusión supuestamente “bien de izquierda”, con la que Verbitsky trata de salvar a los pools que “solo trabajan tierras arrendadas”  (equiparándolos a los pequeños arrendatarios puros, de los que quedan pocos porque la competencia de los pools ha llevado a convertir a la mayoría en sus contratistas o en contratistas de los estancieros agronegociantes), y de encubrir a los oligarcas no tradicionales que se presentan como “agronegocios” –los Grobocopatel, Elztein, Soros y compañía–, sin diferenciarlos en ese bosque de propietarios (donde da lo mismo que sean grandes latifundistas o pequeños minifundistas) que, entre la tierra propia y alquilada, tiene en sus manos “más del 81,5% de la producción agrícola”.
Verbisky minimiza su coincidencia en la defensa de los pools con el diario La Nación, diciendo que eso es debatir sobre “un actor secundario” y que a él, cubriéndose con su disfraz “de izquierda”, menos se le ocurriría exaltar como contracara de los pools –como hacen los oligarcas y monopolios con sus oprimidos–, a “las pymes de arrendatarios, muchos de ellos contratistas”. Lo que refuerza señalando que el diario Crítica de la Argentina también se ocupa de algo secundario por hablar de la competencia por la tierra cultivable de los pools “–en ventaja– con los aparceros y arrendatarios”, uno de los cuales es De Angeli.
El gobierno kirchnerista parece haber receptado el mensaje de Verbistky sobre quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos. Ya no hablan más de los pools de siembra, ahora es “el estanciero de Gualeguaychú” (por el aparcero De Angeli) y esas “cuatro personas a las que nadie votó”, como dijo la Fernández en su discurso de Plaza de Mayo.
Y las “fuerzas de choque” de su marido, al que pretenden equiparar con Chávez, se dedican a escracharlos en sus domicilios, con el mismo método que el gobierno kirchnerista califica de nazi cuando se trata de sus alcahuetes o de la Quinta de Olivos.