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26 de mayo de 2015

Le redujeron la pena a un abusador de menores porque consideraron que el niño “era gay” y ya había sido abusado en otra oportunidad. La cosificación extrema del abuso sexual en una sentencia.

Vergonzoso fallo de los jueces Piombo y Sal Llargués

El abuso sexual es la conducta en la que un sujeto se apropia de otra, al punto de someterla a los fines de su placer sexual. Sometimiento que implica que el otro no es sujeto, sino objeto.

Es una de las conductas más atroces, porque ultraja a otro (la víctima) en lo más íntimo. Ser víctima de un abuso sexual implica un daño psicológico que a veces llega a extremos suicidas.

El abuso sexual es la conducta en la que un sujeto se apropia de otra, al punto de someterla a los fines de su placer sexual. Sometimiento que implica que el otro no es sujeto, sino objeto.

Es una de las conductas más atroces, porque ultraja a otro (la víctima) en lo más íntimo. Ser víctima de un abuso sexual implica un daño psicológico que a veces llega a extremos suicidas.

Y siendo una conducta de profunda opresión, es legitimada socialmente de diversas maneras. Socialmente tenemos la culpabilización de la víctima. La acusación de que la víctima provocó el hecho suele ser habitual. Y la víctima suele sentirse culpable, porque también esa víctima -es un sujeto social- de esta sociedad.   

Esa misma legitimación se da a través de las instituciones del Estado. Y es que este Estado, opresor, tiene que legitimar que se someta a una persona, mujer, niño, a esa calidad de objeto. Eso pasó con la Cámara de Casación bonaerense. Los jueces de ese tribunal, Horacio Piombo y Ramón Sal Llargués, tomaron la decisión de rebajarle la pena a Mario Tolosa de 6 años a 3 años y dos meses. Los jueces  adujeron que el niño tenía "una orientación sexual homosexual y estaba habituado a que lo abusen”.

La cosificación del niño, al punto de someterlo sexualmente, fue llevada a la práctica por Tolosa, y luego relativizada y avalada en definitiva, por estos jueces retrógrados.

Mario Tolosa era vicepresidente del Club Florida, donde abusó sexualmente de un niño de seis años el 6 de marzo de 2010 en Florida, (Vicente López, provincia de Buenos Aires). 

Tolosa llevó al niño para entrenar, y una vez en el campo de juego se dirigió con el menor a un baño para someterlo sexualmente. Al regresar a su casa, el niño le contó lo sucedido a su abuela, quien al comprobar las lesiones, realizó la denuncia. 

Luego, la Justicia condenó a Tolosa a 6 años por "abuso sexual con acceso carnal", pero la Cámara de Casación de San Isidro le redujo la pena a 3 años y dos meses. "Estaba acostumbrado a tener sexo. Es gay, ya tiene su sexualidad definida. El abuso pasó pero no fue tan ultrajante", aseguró el Tribunal. 

Lo cierto es que este caso escandalizó a muchos, pero también es cierto, que no es un caso aislado. Es la realidad cotidiana que enfrentan la mayoría de las víctimas de abuso sexual, cuando enfrentan al primer operador que les toma la denuncia, cuando se archiva la causa, o se libera al violador; cuando se les pregunta por qué no hicieron tal o cual cosa (gritar, defenderse, etc. etc.). Esta realidad atroz que enfrenta toda víctima de abuso sexual, hoy la ha padecido este adolescente que fue abusado cuando tenía 6 años. Y es una lección a los violadores: pueden, sin dudas.  Porque en este país, algunos son sujetos, otros son objetos.

Y la lección que debe dar ahora el campo popular a estos operadores estatales, es lograr la destitución de estos jueces. Una batalla más.