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30 de abril de 2020

Villa 21.24. Confirmación de casos y solidaridad comunitaria

Ayer, 29 de abril, se confirmó un caso de coronavirus en la Villa 21.24 de Barracas. Según las autoridades sanitarias se aisló rápidamente tanto el caso registrado como al grupo conviviente.

Aunque no existen por el momento otros casos confirmados, consideramos que no podemos hablar de “primer” caso ya que, como dijo el Padre Toto (párroco de la Capilla Caacupé) podría dar lugar a la estigmatización del mismo y la curiosidad barrial por saber “quien es el caso”.

Lo cierto es que, a partir de esa confirmación, se produjeron muchísimos intercambios entre los mismos vecinos y organizaciones barriales recomendando extremar las precauciones en los desplazamientos y relaciones dentro del barrio, ya que como se sabe no todos tenemos condiciones favorables para respetar una cuarentena que hace eje en el distanciamiento físico.

Antes de la pandemia cientos de vecinos de la villa ya comían en comedores y merenderos comunitarios. Hoy, esos cientos se transformaron en miles. Familias enteras concurren a solicitar ayuda porque han perdido los trabajos que tenían (la mayoría en negro y superprecarizados), o no pueden salir del barrio para realizar una changa y obtener algún recurso.

Muchos de ellos tampoco pueden acceder a la IFE. Por ejemplo, mujeres que tenían algunas horas de  trabajo en casas de familia, en blanco. Algunas lo mantienen pero es un ingreso mínimo. Otras, separadas, que por juicios por aporte alimentario a los padres de sus hijos tampoco pueden solicitarlo. Solo para hablar de casos que tenemos muy cercanos. Fue una sorpresa para nosotros mismos registrar la cantidad de hombres jóvenes que se acercaron a pedir ayuda para inscribirse, poniendo a la vista la falta de trabajo total en muchísimos casos o superprecarizado en otros. Otros particularmente afectados fueron las personas mayores de 45 años.

Los adultos mayores, que integran los grupos de riesgo, están en situación de extrema precariedad, sin ingresos o con ingresos mínimos. Con familias (si es que las tienen) que también viven en situación de vulnerabilidad social.

Debido a la concentración de todas las informaciones en el tema Covid-19  han dejado de ser noticia los miles de afectados por Dengue, y nada se dice de las afecciones respiratorias y dermatológicas (por nombrar las más extendidas) que afectan especialmente a niñxs y adultos mayores, por las condiciones de hábitat, y que aumentan los factores de riesgo.

Como suele suceder ante las necesidades populares, a esta situación de crisis la enfrentan manifestando toda su solidaridad los movimientos sociales de todos los colores políticos, destacándose desde ya el papel de nuestra CCC con compañeras del PCR y PTP a la cabeza,  y la iglesia Caacupé que siempre ha tenido un papel destacado en ese sentido en nuestro barrio.

Las compañeras trabajan, hoy con esfuerzo redoblado, por  el incremento de trabajo en los comedores ya existentes y abriendo, a pulmón, sin ayuda estatal, nuevas bocas. Así como se viene trabajando con las promotoras de salud en el relevamiento de adultos mayores, vacunación de los mismos, y acercándoles los bolsones de alimentos provistos por el gobierno de la ciudad. Trabajo que es hoy, con la pandemia, continuidad del que se viene haciendo desde hace meses para mitigar el crecimiento del Dengue. Además, muchas  personas han colaborado aportando  su solidaridad de distinta manera.

Los representantes de distintas áreas de Gobierno de la Ciudad están participando activamente del Comité de Emergencia conformado para esta situación. Sin embargo, y tal como venía pasando, no se reconoce el trabajo de las promotoras, ni de las cocineras ni personas que trabajan en los comedores. Pero lo que es más grave aún, no se las provee de ningún elemento de cuidado sanitario. No hay tapabocas que no sean los que confeccionen los mismos que trabajan. No hay provisión de alcohol ni lavandina para extremar los cuidados, y aún más, para estimular a las familias dando acceso a elementos que les faciliten mejores condiciones.

Es loable también el trabajo de los equipos de salud de los Cesac del barrio, su participación en el Comité de Emergencia y su disposición. Pero los mismos tampoco cuentan ni con equipos, ni cantidad de cargos ni remuneración justa para su trabajo.

Es decir, la pandemia ha puesto descarnadamente a la luz, lo que venimos padeciendo desde hace décadas: la precarización extrema de las condiciones laborales, la desfinanciación y precarización de los sistemas de salud y educación (no hay medicina preventiva ni recursos. Los niñxs no aprenden condiciones de higiene porque las escuelas no cuentan con baños en condiciones ni con jabón ni papel. El barrio no tiene red cloacal suficiente, ni desagües pluviales ni provisión regular de agua potable ya que Aysa solo tiene obligación legal con los frentistas de trazado urbano). Si a esto agregamos la estructural pobreza, que lleva ya tres generaciones dependiendo de planes sociales, es inevitable llegar a un panorama estremecedor, que se potenció gravemente en los últimos cuatro años del gobierno de Macri.

Cuando escuchamos voces hablando de “Estado ausente” o “vamos a salir mejores de la pandemia”, sostenemos que este Estado siempre ha estado presente con distintas políticas para garantizar un sistema de opresión que no va a cambiar por la pandemia, sino que puede llevar a una nueva concentración de capital en menos manos agravando las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la población.

Seguramente sí, muchos saldremos “mejores” de la pandemia, orgullosos de haber mantenido a pesar de las dificultades nuestro compromiso de SERVIR AL PUEBLO.

 

Corresponsal Barracas, 30 de abril