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15 de agosto de 2018

Una marea verde que se convirtió en océano

Voces de la vigilia en el Congreso

El miércoles 8 de agosto fue una jornada histórica. Millones fueron a manifestarse con sus pañuelos verdes al Congreso de la Nación donde se debatía la Ley de Interrupción del embarazo. Ganó la calle.

El subte, el transporte público, la calle en general, todos los espacios copados por el lazo verde que se replicó por miles y miles, y que vino para quedarse hasta terminar con las injusticias que oprimen a las mujeres.
Más de 20 horas de vigilia, ni el frío ni la lluvia nos detuvo para sostener el aguante verde.
Mientras en el Senado 38 legisladores les negaron a las mujeres el derecho a decidir sobre sus cuerpos, en la calle las compañeras discutían los argumentos a favor de la IVE. Durante extensas horas, por momentos bajo la carpa, las camaradas del PTP-PCR nos guarecíamos en la vigilia, junto a cientos de compañeras del movimiento de Desocupados de la CCC de barrios de la Capital Federal y Gran Buenos Aires que se organizaron para sostener la vigilia por turnos; y enormes contingentes de Tucumán, Santa Fe, Chubut, Chaco y de la provincia de Buenos Aires, que viajaron especialmente. Entre mate, galletas, saltando, los cánticos fueron tiñendo de rebeldía las horas de esa fría y lluviosa jornada. En miles se replicó ese fuego, el de la marea verde que no para de crecer.
Alejandra de Barracas contaba que para estar allí las compañeras hicieron “charlas sobre el derecho a elegir y decidir sobre nuestro cuerpo. Muchas compañeras son muy creyentes”, explica la compañera. “Tuvimos que tener debates francos, abiertos; porque son ideas de muchos años, de siglos. Pero la juventud se volcó con todo a favor de esta ley. Esta marea verde se transformó en un océano”.
Laura de Santa Fe contaba a este semanario que de esa provincia viajaron 850 mujeres, la mitad de ellas jóvenes, universitarias y secundarias, y muchas docentes. “Este debate se ha destapado en todas las familias. Porque en todas las familias hay mujeres que han abortado, lo que ha permitido hablar entre las madres y las hijas, entre las abuelas y las nietas. Esto de que si una mujer ha decidido terminar con un embarazo no deseado, lo hará aunque la obliguen a recurrir a la clandestinidad con los riesgos que implica”.
La vigilia del 8 de agosto visibilizó una vez más la exigencia de justicia social y el rechazo a la opresión del patriarcado. Se recordó a las mujeres que ya no están, a las que viven con las secuelas de haber pasado por la clandestinidad, se luchó por las que siguen vivas y porque las siguientes generaciones encuentren un mundo más justo donde vivir.

Hoy N° 1730 15/08/2018