La indoblegable lucha popular por las libertades democráticas, logró la condena del sacerdote Christian Federico von Wernich a la pena de reclusión perpetua e inhabilitación perpetua. Von Wernich fue hallado culpable como coautor en siete homicidios triplemente calificados, coautor en la aplicación de tormentos agravados en 34 casos y partícipe necesario en la privación ilegal de la libertad agravada en 42 oportunidades. “Todos delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio que tuvo lugar en la Argentina entre 1976 y 1983”, según señaló el tribunal.
Recién esa noche, sin aludir al comportamiento del sacerdote en el juicio y sin nombrarlo siquiera, la Conferencia Episcopal Argentina emitió un mensaje diciendo que: “La Iglesia en la Argentina está conmovida por el dolor que nos causa la participación de un sacerdote en delitos gravísimos”. El documento recuerda el genérico “pedido de perdón” de los obispos en Córdoba en 2000, que se hizo en nombre de la Iglesia Católica argentina “por los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de sus hijos en tanto desencuentro político, en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país”.
Pero, a la vez, el escueto mensaje trata de desligar la responsabilidad institucional de la Iglesia por la conducta individual de sus miembros, repitiendo la afirmación del Episcopado de marzo de 1995, que se daba de patadas con el anterior “pedido de perdón”: “Si algún miembro de la Iglesia, cualquiera fuera su condición, hubiera avalado con su recomendación o complicidad alguno de esos hechos habría actuado bajo su responsabilidad personal, errando o pecando gravemente contra Dios, la humanidad y su conciencia”.
“Creemos que los pasos que la Justicia da en el esclarecimiento de estos hechos deben servir para renovar los esfuerzos de todos los ciudadanos en el camino de la reconciliación, y son un llamado a alejarnos tanto de la impunidad como del odio y del rencor”, dice el actual documento. Pero, ¿cómo puede hablarse de reconciliación y de alejarse de la impunidad si se sigue encubriendo a aquellos miembros de la Iglesia, como ocurriera hasta ahora con el innombrado von Wernich, por quienes se pedía perdón hace siete años? Es decir que pedían y siguen pidiendo que se los absuelva en bloque con el pretexto de alejarnos “del odio y del rencor”. ¿Cómo es posible convivir con quienes tuvieron “silencios responsables”, y menos aún con quienes tuvieron “participación efectiva” en los crímenes de la dictadura?
02 de octubre de 2010