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04 de diciembre de 2013

Juglar, vate popular, cantor nacional, como gusta definirse, Rafael Amor nos recibe en su casa, junto a su compañera Pilar “Pili” Campos, días antes de su presentación en el picnic de la prensa, el domingo 8 de diciembre.

“Yo canto desde mi clase”

Entrevista a Rafael Amor previa a su presentación en el Picnic

En el comienzo de una amena charla con este entrañable autor de canciones que ya son patrimonio de varios pueblos, como No me llames extranjero, Corazón libre, Olor a goma quemada, Fuentealba, entre tantas otras imposible de contabilizar en este breve espacio, Rafael Amor nos dice: “ahora estamos trabajando. Tuvimos un par de años difíciles de salud, y estamos presentando un disco nuevo que se llama La gota y la piedra, que un elogio a la coherencia. Estamos recorriendo el país, cantando. Siempre sin contar con el apoyo de nadie. Algo con los compañeros, y siempre al filo del sistema, y sobre todo con los que hay hoy aquí”.
Nos da pie para preguntarle cómo ve la política cultural en la Argentina: “Yo siempre he sido nacional y popular, y estoy esperando. Desde que tengo uso de razón. Me parece que voy a quedar en la espera. Por ahí viene alguno y dice ¿Usted está con X? Pero no es esa la pregunta ¿X está con nosotros? Porque los que estamos en el centro somos los seres humanos, la gente. Si X está con nosotros, estaremos con X. La usurpación, la mentira, son las cosas que desengañan y desencantan a la gente, a algunos les quita las ganas de pelear. 
 
–Esto se ha sentido mucho estos años en el ambiente de la cultura.
–Sí, claro. Pasa con los intelectuales que muchas veces a algunos se ve que la patita que tienen enharinada, se les va la harina y se les ve la zarpa. Yo he visto muchas cosas. He visto a muchos que hablan parecido a la verdad, como dice Liliana Bodoc, y en cuanto pueden reculan. Vamos a ver qué nos depara el destino y la lucha del pueblo.
 
–Usted siempre ha estado muy pegado a esa lucha del pueblo. 
–Yo siempre digo que canto desde mi clase. No puedo cantar desde los terratenientes. Yo no nací en una casa privilegiada. Mi padre era un artista famoso [Francisco Amor], pero era una época en que los artistas famosos no ganaban lo que ahora. Mi padre tenía una ética, y fue lo que me dejó. Mi mamá también. Yo no conozco otra manera de ser, no la podría cambiar. No me sentiría bien conmigo mismo. Nunca lo probé.
 
–¿Le gusta definirse de alguna manera: juglar, trovador, militante de la palabra…?
–Yo soy un juglar, en el sentido de los dos mesteres, que también es una cuestión de clase. Estaba el mester de clerecía, que tenía sus púlpitos y sus imprentas, y el de juglaría, que era el pueblo, que iba ejerciendo el periodismo a pata de perro por los caminos. Hoy los curas andan por la televisión, las radios, lugares que son negados para tipos como nosotros. Como fue en su momento para los payadores, como Gabino Ezeiza, al que le quemaron un circo, o Martín Castro, que fue un juglar maldito, o José Curbelo, que es amigo mío. Yo soy una especie de vate popular que canta las cosas que ocurren. Tengo un compromiso estético y un compromiso social, que nace de la clase de la que canto. 
 
–Los pueblos pelean cantando…
–Efectivamente. El señor feudal que está encerrado en su oscuro castillo ve que abajo el pueblo, con todo lo jodido que está, canta, baila, se enamoran, tienen hijos. Yo pertenezco a esa clase. Cantautor es una palabra que me resulta de laboratorio. Juglar, cantor nacional, esas son las palabras con las que me siento más comprendido.
 
–Entre esas canciones, sólo para hablar de los últimos años, está Olor a goma quemada.
–Con esta canción me propuse cantar lo más crudamente posible, al estilo payadoresco. Más que poesía, me propuse que fuera como un puño. Y la cantó el país. La canté una noche en Cosquín, cuando estaba el Chaqueño Palavecino, y toda esa gente la cantaba conmigo, entera. Me quedé asombradísimo. Son canciones, como No me llames extranjero, o Corazón libre, que han trascendido la frontera del negocio. A muchos de los que están medrando en el medio, negociando con los artistas, no les gusta que canciones mías vayan a la gente sin pasar por su colador. 
 
“Te han sitiado corazón…”
Comentamos que Atahualpa decía que era muy bueno que la gente se apropie de sus canciones aunque después no se supiera quién fue el autor, y la compañera de Rafael, Pilar, acota “Yo he visto en Internet No me llames extranjero como si fuera de un cantor de Zaire, o de un cantor anónimo de la guerra civil española, y Corazón libre como una oración de San Ignacio de Loyola”.
Y nuestro entrevistado sigue “A esos intermediarios que son como las medias y los calzoncillos no les gusta que un cantante trascienda sin pasar por las manos de ellos. Yo no lo hago por soberbia. Mi mamá me dijo una vez vos tenés que aprender a pedir, o buscarte alguien que sepa pedir. Porque vos no sabés pedir. A mí pedir no me cuesta. Me cuesta creerles a los que pueden acceder a lo que yo pido. Para ellos es como si tiraran un lazo. Es lo que Mao dijo en su momento de las balas dulces del sistema, los premios”.
 
–La letra de Corazón libre tiene que ver con esto…
–Claro. Porque me llamaron de la compañía discográfica, en los tiempos que decían que se habían acabado las ideologías, que era hora de aggionarse, y que ellos pensaban que yo podía encarnar la figura de una especie de Demis Roussos español. Me quedé muy dolido, y ahí rompí mi relación con la compañía de discos. No sé si ha servido esta actitud, pero mi hijo sigue este camino, que es el que han seguido muchos, como hablábamos antes, ejemplo los payadores.
 
Ir más allá de la crónica preciosista
A Rafael Amor le duele España, donde primero por sus giras, y luego por el exilio, vivió muchos años, y donde tiene hijos, nietos, amigos, y trabajo. Dice que “La situación está brava”, historiando la cruenta guerra, el paso de Franco, “especie de Atila católico”, y el gobierno del PSOE “que lo primero que abandonó fue el marxismo y desmovilizó al pueblo español”. Y cuenta que en los años de bonanza económica, “como dice Pili, la gente obtuvo el derecho a endeudarse. Ahora se vino abajo el andamio. Es la crisis del capitalismo, y ahora con contradicciones insalvables”. 
Es inevitable la referencia a No me llames extranjero, canción que, recuerda Amor, “escribí con bronca, y eso que en aquel tiempo no se había disparado la xenofobia institucional que hay hoy. 
Yo, cuando me corrieron de acá pensé que me venía a casa de mis abuelos, me equivoqué. Una mañana en la fila de Extranjería, me fui a un bar y me salieron esas palabras, que escribí en la parte de atrás de la solicitud de residencia. Después le puse música, y la canté en televisión. Hoy tiene más vigencia que nunca, y no sólo en Europa, aquí también, con nuestros hermanos de Latinoamérica”.
Sobre la actitud de la gente de la cultura frente a la crisis que se vive en España, plantea que “las reacciones no son mecánicas, son dialécticas, como dice el marxismo, se acumulan y explotan”, y comenta que junto a los indignados, aparecen manifestaciones como gente que se pone a cantar y bailar flamenco en los bancos, o los músicos del Teatro Real tocando en las calles. “En la calle hay una urdimbre muy grande de gente de la cultura que trabaja. A muchos cantautores se los tragó la socialdemocracia, y aparecieron cantando loas a la droga como un elemento de liberación, cuando todos sabemos que es una rémora feroz y suicida. Por otro lado aparece gente joven que está haciendo muy buenos trabajos, entre ellos mi hijo Salvador, quien junto a un amigo, Gabi Ortega, están presentando un trabajo que se llama ‘Rojo cancionero’, por toda España, con viejas y nuevas canciones”. 
Y hace dos interesantes reflexiones. Sobre los indignados, “que son millones”, es un movimiento que está muy mezclado “con muchos elementos pacifistas. Yo desconfío un poco cuando veo mucho pacifismo, porque el sistema suele reírse de esas cosas”, y afirma que en muchos españoles “todavía perdura el estado de bienestar, no han llegado al estado de desesperación, que puede llevar a los cambios cualitativos”. Y que esto se ve también en algunos jóvenes artistas que “están saliendo del veranito”, pero todavía hacen lo que hacía Borges “que narraba de manera preciosista a los cuchilleros, así estos nos cuentan de los marginales. Pero nunca profundizan en el por qué llegaron a ser cuchilleros, o acá pibes chorros. A mí siempre me preocupó el porqué. Acá y allá. Porqué se ha disparado el tema de las barras bravas, cómo el sistema usa a los lúmpenes, que les pone cosas en la cabeza y en el bolsillo, porque algunos la única ideología que tienen es el bolsillo”.
 
Rafael Amor en el picnic
Ya en el final, le agradecemos su presencia en el próximo picnic, a lo que nos dice: “Te voy a confesar algo. La primera vez que me invitaron, iba con cierta prevención. Conocí otros eventos como este, del Partido Comunista, y había visto muchos tipos con pipa, con bolsos de cuero colgando. Cuando fui al picnic y vi al pueblo, gente humilde, muy afectuosos, me gustó. Siempre que puedo, voy a cantar. La pasamos bien, y vamos a ir a estar con la gente con toda la familia, mis hijas, mis nietos. Aprendemos, porque ahí uno habla con gente de toda laya. También espero que los que puedan me vayan a ver el viernes 6 en el Celta Concert, en Sarmiento y Rodríguez Peña a las 22 hs, en la Capital Federal.